El diario de Próspero

Bailar el presente para conquistar el futuro

  • El Festival Marbella Todo Danza crece en fondo y forma hasta conformar uno de los programas más interesantes del panorama nacional y un modelo hábil para la creación de nuevos públicos

Olga Pericet baila ‘Un cuerpo infinito’.

Olga Pericet baila ‘Un cuerpo infinito’. / M. G.

Frente a los discursos catastróficos al uso, por otra parte inevitables, el análisis de la evolución de la danza como manifestación cultural en Andalucía relativo a los últimos años, especialmente en lo que se refiere a la oferta brindada al público (y, en consecuencia, a las compañías), admitiría casi en exclusiva una lectura positiva. Sólo en la última década, los programas, ciclos y festivales aparecidos o convenientemente renovados han sido abundantes, ya sea desde el amparo institucional o desde la más rabiosa gestión independiente. El éxito de estas propuestas demuestra, antes que cualquier otra cosa, que existe un público ávido de espectáculos de danza, lo que certifica a su vez que el trabajo desarrollado por artistas y colectivos pioneros en la comunidad en el último medio siglo ha dado, aunque sea de manera tardía, los frutos deseados. Cuestión distinta es que esta oferta sea capaz de articularse hasta la constitución de un tejido reconocible, estable y contrario en todos sus términos a la precariedad y la fragilidad que acusa el sector, pero entraríamos ya en un diagnóstico común a las artes escénicas en su conjunto: la crisis coyuntural del teatro y la danza tiende a agravarse en primera instancia cuando de una crisis global como la ocasionada por la pandemia se trata, pero justamente la amplitud del escaparate delata que el páramo ya no es el mismo, que hay más opciones para el encuentro con el público y que, sobre todo, la danza, especialmente en su acepción contemporánea, ha dejado ser una disciplina minoritaria enferma de impostura para aspirar a hacerse imprescindible en sectores cada vez más amplios. Seguramente tiene que ver con todo esto la hibridación de géneros escénicos: la danza es un lenguaje cada vez más extendido en espectáculos dramáticos de toda índole, lo que de alguna forma predispone a cierto público a considerar el movimiento como un instrumento tan válido como cualquier otro a la hora de significar en directo. Y también en este sentido una oferta ecléctica y amplia resultará, por lo general, más beneficiosa.

La bailarina y coreógrafa malagueña Marina Miguélez. La bailarina y coreógrafa malagueña Marina Miguélez.

La bailarina y coreógrafa malagueña Marina Miguélez. / Danilo Moroni

Un ejemplo modélico al respecto es el Festival Marbella Todo Danza, que, tras el parón obligado el año pasado por el coronavirus, regresa ahora en su duodécima edición con hechuras más ambiciosas y a la vez selectas, hasta conformar una de las programaciones más interesantes de cuantas pueden disfrutarse a día de hoy en España. Esta nueva edición ofrece del 24 de abril al 15 de mayo una decena de propuestas, incluidos tres estrenos absolutos de interés notable, con el carácter ecléctico, precisamente, como argamasa fundamental: flamenco, danza contemporánea y espectáculos infantiles se alían en una propuesta pensada muy de cara al público, con una intención decidida de ganar espectadores a la causa desde edades cada vez más tempranas. Con el Teatro Ciudad de Marbella como plaza fuerte, el cartel incluye también actividades al aire libre (como la gala que tendrá lugar el 29 de abril, Día Internacional de la Danza, en el Parque de la Constitución) justamente con la intención de resonar entre sectores insospechados. Puede decirse que Marbella ofrece con este festival una fórmula harto interesante para hacer de la danza una manifestación artística ampliamente compartida. No es poco, que digamos.

Olga Pericet y su premiado Un cuerpo infinito abrirán este sábado 24 un programa por el que desfilarán otras luminarias alumbradas por la danza nacional en las últimas temporadas, como Play de Aracaladanza, Sin permiso de Ana Morales y las brutales Goldberg Variations de Mal Pelo. Respecto a los estrenos absolutos, la malagueña Marina Miguélez (no la pierdan de vista, el presente y el futuro de la danza contemporánea llevan su nombre y apellidos) presenta Óleo, espectáculo con el que prolonga su indagación en las artes plásticas desde el baile; Marcat Danza, referencia decisiva del género, viste de largo la coreografía Adama en el cuerpo y el gesto del gran Mario Bermúdez (con las expectativas bien álgidas tras la revolución que entrañó el anterior montaje de la compañía, Anhelo); y, dentro de la sección familiar del certamen, Proyecto Na Na estrena su espectáculo Curra y Lola. El Festival Marbella Todo Danza ofrece así un argumento de altura para conceder a la danza el protagonismo que le corresponde en las programaciones escénicas y, tal vez, un primer paso tras el nefasto contexto de la pandemia para extinguir de una vez los acostumbrados olvidos. Quien no baile, está muerto.

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