José Aguilera | Profesor de Dermatología e investigador

“No hay que temer al sol, pero sí conocerlo y respetarlo”

El profesor José Aguilera en el laboratorio de Fotobiología del Cimes.

El profesor José Aguilera en el laboratorio de Fotobiología del Cimes. / Javier Albiñana (Málaga)

Se ha salido a la calle con muchas ganas y pensando muy poco en la piel, de ahí que los expertos hayan ofrecido guías para extremar el cuidado. Evitar la exposición en las horas centrales del día es fundamental aunque se use crema protectora. “Normalmente protegen de los rayos ultravioleta B pero no de los UVA que son los que oxidan la piel y la envejecen”, explica el profesor de Dermatología de la Universidad de Málaga José Aguilera e investigador del laboratorio de Fotobiología del Centro de Investigaciones Médico Sanitarias. También señala la importancia de usar una crema after sun con alcoholes que refrescan y sustancias que recuperan el equilibrio hídrico de la piel.

–¿El confinamiento provocará un verano diferente desde el punto de vista dermatológico?

–Estamos en los valores máximos de radiación solar pero las pieles vienen de un invierno extremadamente largo, no hemos tenido oportunidad de exponernos al sol durante la primavera y las pieles están muy poco acostumbradas. En condiciones normales la época invernal sirve para recuperar la piel, que pierde los grados de pigmentación y se pone más fina. Cuando aparecen los primeros rayos de sol de la primavera y los días se alargan, se sale más, la exposición va siendo mayor pero el incremento de radiación va siendo gradual. La piel se va acostumbrando poco a poco.

–La piel se ha perdido también la primavera...

–Sí. Durante semanas la piel va alcanzando sus niveles de melanina normales, se va pigmentando, se va incrementando la capa córnea, es un mecanismo de adaptación y defensa a las nuevas condiciones ambientales. Este año el confinamiento ha coincidido con el inicio de la primavera, así que hemos mantenido una situación cutánea de invierno que ha durado hasta el inicio del verano. Nos hemos encontrado con las máximas irradiancias diarias con pieles del invierno.

–¿Se están produciendo consecuencias?

–Las incidencias de quemaduras que están llegando a los hospitales son muchas, la gente se está quemando más de lo normal en las playas y saliendo fuera. Y esto se produce por tres factores, porque no nos damos mucha cuenta, porque el sol pega bastante fuerte y, sobre todo, porque la piel no es la misma que en condiciones normales. Igual que ahora se sale con mascarilla, hay que tener un grado de fotoprotección muy responsable.

–¿Se debería de haber tomado más sol durante el encierro?

–Durante el confinamiento deberíamos de haber estado exponiéndonos al sol desde balcones y ventanas o tomando complemento de vitamina D, que ayuda a mantener el equilibrio inmunológico del cuerpo. Nuestro sistema inmune se activa con el sol por la síntesis de la vitamina D.

–¿Y desde el punto de vista emocional?

–También es necesario el sol para activar dopaminas, endorfinas, para mejorar nuestros estados de ánimo que eran de un invierno largo más una época traumática que daba propensión al miedo, a la depresión y a la angustia. El sol nos pone más felices, a través de la visión se activan incluso hormonas de la sexualidad.

–¿Hay que temerle al sol?

–No hay que temer al sol, pero sí conocerlo y respetarlo. Abogo por la exposición responsable y solidaria. Hay que ir a la playa guardando las distancias de seguridad, actuar con cabeza para no quemarse y no colapsar las urgencias, y hacer las cosas bien.

–¿Cómo se aborda una exposición responsable?

–La exposición gradual y responsable empieza por conocer el sol, saber lo que es el índice ultravioleta, entenderlo y hacerle el seguimiento. El efecto calorífico del sol, que te hace sudar, que tienes hidratarte, que se sube la tensión arterial y pude producirte una insolación, un dolor de cabeza, no es lo mismo que los rayos ultravioletas, que son silenciosos y fríos.

–¿Por qué una quemadura en la piel puede derivar en un cáncer en el futuro?

–Cuando tienes un eritema de más de 24 horas, cuando al día siguiente tu piel continúa enrojecida, es signo de que los ultravioletas solares han producido rotura del ADN en las células más externas de la piel. Al verse dañadas, se paraliza el ciclo celular y las células entran en sistema de reparación. También se puede dar la muerte celular programada. Pero si voy dañando esas células una y otra vez hay muchos errores que no se reparan, quedan silenciados aunque la célula continúe la actividad. Esos daños silenciados se van acumulando y llega un momento en el que muta el ADN y se producen células tumorales. Se han desprogramado y crecen de manera descontrolada para producir un tumor benigno como una verruga o uno maligno como un cáncer, como un calcinoma. Este es el cáncer más común del cuerpo humano, pero normalmente son muy visibles porque crecen hacia afuera y se cogen a tiempo. Otra cosa es el que se produce en los melanocitos, el melanoma es mucho más peligroso.

–¿Aumentan los niveles de radiación solar con los años?

–Con el cambio climático y las olas de calor, las incidencias de radiación solar han aumentado en toda España. Si antes llegábamos a tener índices ultravioleta de hasta 9 ahora en el solsticio de verano subimos a 10. El sol está a niveles extremos, en sus máximas intensidades. Esto significa que las exposiciones solares en pieles normales, en fototipos propios de Andalucía, pueden provocar lesiones mucho más rápidamente. En 20 minutos te quemas si no vas protegido.

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