España

Perfil: Camps y la alargada sombra de un puñado de trajes

Francisco Camps abandona el Gobierno valenciano como el president de la Generalitat más votado pero también como el único que procesado por un supuesto delito, el ya famoso cohecho que le ha marcado desde febrero de 2009 y trunca por ahora una carrera que algunos situaban más allá de Valencia. El presidente del PPCV y de la Generalitat ha mantenido una trayectoria política ascendente que llegó a situarle como barón destacado del partido y como el presidente más votado en la Comunitat Valenciana, y que empezó a tambalearse cuando el caso Gürtel se cruzó en su camino. Francisco Enrique Camps Ortiz (Valencia, 1962) llegó en 2003 al Palau de la Generalitat tras haber sido ungido por Eduardo Zaplana, que amplió sus horizontes políticos como ministro, y después de curtirse en todas las administraciones, pues fue concejal, diputado nacional, conseller y delegado de Gobierno. Camps no tuvo unos comienzos fáciles, pues el hecho de que Zaplana mantuviera la presidencia del PPCV mientras él era el número dos conllevó una bicefalia que provocó desencuentros entre ambos y la división del partido. Un año después fue nombrado presidente del PPCV y, poco a poco, se fue liberando de tutelas y conformando su propio proyecto y equipo, mientras conseguía apagar conatos de rebelión de la provincia de Alicante, donde nunca dejó de existir el reducto zaplanista liderado por José Joaquín Ripoll, presidente provincial del partido. En mayo de 2007 consiguió su segunda mayoría absoluta al tiempo que se convertía en el president más votado de la historia democrática de la Comunitat y, al año siguiente, fue reelegido presidente del PPCV con un refrendo del 98%, lo que le consolidó como líder de una formación imbatible en las urnas desde 1995. Para entonces, Camps se había erigido ya como uno de los barones del PP -no en vano, la Comunitat Valenciana ha sido un vivero de votos imprescindible- y uno de los puntales de Mariano Rajoy, al que apoyó públicamente el día después de perder las elecciones generales y con el que tenía a gala compartir una amistad forjada en momentos "difíciles". En ese contexto, cuando el PPCV parecía unificado y con una oposición incapaz de toserle, se cruzó por el camino del cuarto president de la historia democrática de la Generalitat el caso Gürtel, primero en forma de trajes que la trama de corrupción le habría regalado. Camps pasó a ocupar las portadas por sus conversaciones telefónicas con el responsable de la trama en Valencia, Álvaro Pérez, al que se refería como "amiguito del alma" y al que quería "un huevo", y se convirtió en el primer president en declarar como imputado ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat. Convirtió la causa en un ataque del Gobierno socialista contra los valencianos y enfocó como un plebiscito a su gestión las elecciones europeas de 2009, en las que dobló la distancia con el PSPV, tras lo que en agosto el TSJCV archivó el caso. Sin embargo, el levantamiento parcial del secreto de sumario dio a conocer nuevas conversaciones que apuntaban a la posible financiación ilegal del PPCV y situaban en el centro de la diana a su mano derecha en el partido, Ricardo Costa, a quien sustituyó tras un enfrentamiento con la dirección nacional que descompuso la relación de confianza existente. En los anales parlamentarios quedan las desafortunadas palabras que Camps espetó al portavoz del grupo socialista en Les Corts, Ángel Luna, a quien dijo: "Le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta", y por las que tuvo que disculparse. Camps, quien parecía llamado a ocupar las más altas responsabilidades, siempre defendió que estar al frente de la Generalitat es lo más "bonito" que puede ocurrir y confesó que soñaba "muchas veces" con el día en que fuera ex president, porque nadie le podía quitar algo tan "hermoso" como poder ir diciendo: "Fui president de la Generalitat". Ayer, su comparecencia ante los medios finalizó con esa reivindicación: se marcha como "molt honorable" y lo será "toda la vida".

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