PUES sí, tengo que volver a dar de nuevo las gracias. El deseo de ayer era volver a hacerlo al término de la corrida y así fue. Se vieron tres toreros en plenitud. De diferentes etilos, de diferentes públicos, de diferentes virtudes, pero tres maestros en lo suyo. Eso es innegable. Antes de la corrida, la mañana empezó movidita por las marejadillas en los corrales debido al no sorteo realizado ya que cada torero quería tener asignada una de las ganaderías anunciadas. Todos se saldó, de forma discutible o no con el reglamento en la mano, con la certificación por parte de la Junta de Andalucía de que daba por válida ella cuerdo llegado en los despechos por el cual Juan José Padilla torearía los toros de Jandilla, El Juli los de Garcigrande y Alejandro Talavante los de Zalduendo. Ya calmadas las aguas, las emociones vividas el martes reclamaban que no decayera la fiesta. Y nunca mejor dicho. Y así fue . Abría cartel El Ciclón de Jerez, imparable esta temporada. Su primero salió sin fijeza hasta que lo consiguió templar con el capote. Ya se adivinaba que la tarde iba a tener candela. Con las banderillas encandiló al público y con la muleta el toro apenas tendía transmisión pero se quedó sin fuerza en seguida. A pesar de eso el diestro siguió intentándolo pero sin demasiado éxito. Estocada y palmas. Algunos desde el tendido le pidieron la vuelta al ruedo. Padilla con un gesto dio a entender que "luego" y todo hizo pensar que lo mejor aún estaba por llegar. El cuarto de la tarde, cuya muerte brindó a Antonio Ferrera, fue un grandísimo toro, lógicamente de Jandilla, que fue un ejemplo de entrega, nobleza y transmisión. Padilla lo exprimió. Quizá no fuera una faena de pellizco, ni de vello de punta, y si me apuran tampoco de dos orejas, pero allí se estaba cociendo algo grande con el ingrediente secreto de la casa. Mató bien y se desató la locura. La primera oreja cayó pronto y ante la petición, la segunda también a las manos del jerezano. ¿Necesario cambiar el reglamento? ¿Todo debería quedar decidido por la aclamación del público? Aquí hay que sentarse a hablar. El caso es que abrió la puerta grande y la vuelta al ruedo fue un baño de multitudes. No faltaron ni su hija ni la bandera pirata que enarboló en un estaquillador para delirio de los presentes. Luego a cruzar España que hoy espera Bilbao y de nuevo los Jandilla.

Lo de Julián López El Juli es para recibirlo con una reverencia. Su capacidad para sacar de los toros lo que no hay, o lo que muchos no son capaces de ver, es incuestionable. Su nivel de magisterio, mando y temple le hace estar en lo más alto inquebrantablemente. Tras aquella grave cornada de un Victoriano del Río en la pasada Feria de Abril sevillana hubo cierta preocupación porque el diestro madrileño no terminara de volver a coger el punto, pero ¡vaya si lo ha cogido! Se llevó una oreja en cada uno de sus toros y aunque ayer no fue su tarde en las espadas hubo tandas del figurón que es. La faena al quinto de la tarde fue sacar petróleo de una roca. Ni más ni menos. El Juli es de esos diestros de gran actividad en la red social Twitter. Escasos minutos después de terminar el festejo. El toreo describía así: "Hoy [por ayer] es de las tardes que más orgulloso he salido de la plaza. La sensación interna de un torero cuando se entrega es la que te da la plenitud...". Y la sensación interna de un espectador ante tamaña entrega de un toreo es la plenitud de la Fiesta. A él queda otra tarde en el coso malagueño. Se anunciará junto a Manzanares y el citado Antonio Ferrera, que finalmente será sustituto de Morante de la Puebla, que aún se recupera de su cogida en Huesca.

Cerraba cartel el triunfador del año pasado Alejandro Talavante. De hecho, en el patio de cuadrillas escribió el Estoque de Plata.Antonio Ordóñez, de la Diputación Provincial de Málaga, y al término del paseíllo se le hizo entrega del Capote de Paseo que entrega el Ayuntamiento de Málaga. El extremeño en su dos actuaciones siguió demostrando el alto nivel al que está desde el final de la temporada pasada. En su primero estuvo muy templado con el capote y se gustó mucho en el quite. El problema vino cuando en la faena, el toro se apagó. Lo llevó muy bien en series cortas con mucha quietud y temple. Atravesó la espada, metió una estocada y se despidió con palmas. En su segundo mostró mucha inteligencia y mando. Ante el miedo de que el toro se rajara lo fue sometiendo dejando muy buen sabor. Ovación.