Tiempos nuevos para La Malagueta. Llegó el día de la reinauguración tras las obras de rehabilitación que le han devuelto su estética original. Había ganas de toros en Málaga y así lo demostró este jueves la afición que llenó en tres cuartos los tendidos.

En los alrededores de la plaza el bullicio y ritual de todos los años se repetía. Conversaciones improvisadas que encontraban en la sombra de los árboles del Paseo de Reding refugio del sofocante calor mientras a poco metros numerosos reventas repetían incesantemente la misma cantinela de siempre: “¿Tiene entradas para hoy?”.

A las 19:11 una furgoneta Mercedes Sprinter blanca atravesaba lentamente la calle. El tráfico impedía que apenas avanzara. Era Morante de la Puebla. Su mozo de espadas y algunos miembros de la cuadrilla contemplaban el ambiente del exterior de la plaza a través de las ventanillas. El de la Puebla, uno de los toreros más esperados de la tarde, solo miraba al frente. Quizá buscando las musas. Sin embargo, para él la verdadera efeméride no era la reinauguración de la plaza, sino el cambio de equipos presidenciales, la cual consideró hace tan sólo unos días que era “la mejor noticia”. De esta forma, ayer se estrenó en la presidencia Carlos Bueno, quien, para disgusto del propio Morante –cuya petición de oreja era mayoritaria en el último de la tarde–, solo sacó el pañuelo blanco para los cambios de tercios y salidas de cada toro.El que también realizó ayer su primera visita a La Malagueta como presidente fue Juanma Moreno. Tras descubrir una placa conmemorativa de la reinauguración, el presidente de la Junta de Andalucía presenció la corrida desde un burladero del callejón junto al consejero de Presidencia, Elías Bendodo, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el presidente de la Diputación, Francisco Salado y el diputado de Cultura, Víctor González, entre otros. La llegada de Moreno fue seguida por numerosos fotógrafos que inmortalizaban el momento. “Ta, ta, ta, ta, ta...” era el sonido de la casi docena de cámaras, cuales metralletas en una guerra por buscar la mejor foto.

Desde hace poco también compañero de partido, el diestro Salvador Vega tampoco quiso perderse este festejo. Justo en el burladero correlativo se encontraba Jiménez Fortes. Su lesión del tobillo que le ha obligado a estar alejado de los ruedos desde la pasada Feria de Otoño no le ha impedido que esté presente –aunque vestido de paisano– en su Feria.

Por primera vez actuó una mujer como alguacililla, signo de la época de apertura que vive la tauromaquia

Prueba inequívoca de que los tiempos cambian es que ayer por primera vez actuó una mujer como alguacililla. Un detalle que pasó desapercibido en la plaza pero que da buena cuenta de que la tauromaquia vive época de apertura. Renovarse o morir. Tras romperse el paseíllo, de manera algo embarullada –puesto que algunos toreros ya estaban en el callejón y otros aún quitándose el capote de paseo– sonó el himno de España. Todos en pie y tras finalizar, una fuente ovación, la mayor de la tarde.

El destino ha querido que Martín Lorca y José Carlos Escribano sean los empresarios de la plaza en una nueva cita histórica. También ellos estaban al frente de La Malagueta en 2006 cuando el coso comenzó a formar parte del selecto club de plazas de primera categoría.

Enrique Ponce durante la faena de muleta del primer toro de la tarde.

La subdelegada del Gobierno en Málaga, María Gámez, volvió a mostrar su apoyo a la fiesta con su presencia en la corrida de reinauguración, al igual que otras personalidades de la sociedad malagueña como Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía y pregonero de la Semana Santa de Málaga 2020, Rafael Porras, presidente del Consejo de Administración de la RTVA, o Antonio Pedraza, presidente de la Fundación Manuel Alcántara, entre otros.

Otras de las caras conocidas fueron las de Jaime de Marichalar y el escritor Juan del Val, este último atento a todo lo que sucedía en el ruedo. Especialmente durante los dos toros de Enrique Ponce, con quien comparte una gran amistad. Sus brazos levemente estirados sobre el burladero y su mirada inmóvil hacia el torero eran el retrato del escritor de Candela durante la tarde de ayer, un ejemplo más de la enorme presencia que tiene el mundo de la cultura en la tauromaquia.