El parqué
Continúan los máximos
"Los pantalones me costaron 13 euros, la camisa, 50, y el sombrero cerca de 70. Hay de todos los precios, yo la compro según mi bolsillo", resume Isidro, de 70 años, mientras ajusta su camisa y acaricia su caballo. En la Feria de Málaga, la vestimenta es tan variada como la economía y las costumbres de quienes acuden al Real. Entre lo popular y lo protocolario, cada asistente define con su ropa una manera distinta de entender la semana grande de agosto.
En el lado masculino, las opiniones son diversas. Antonio Pérez, de 52 años, lleva un traje que es "antiguo". "La vestimenta es muy tradicional, aquí la gente se viste fatal, con camisas de camionero", declara. Él desglosa su indumentaria con los precios casi de memoria: las botas, 60 euros; chaleco, 200; pantalón, otros 100; camisa, 50 euros; caireles, 60; sombrero, otros 60, y tirantes, 40. Aproximadamente, todo suma cerca de 600 euros. "Llevo indumentaria aceptable y las hay más protocolarias", admite.
También Manuel Sánchez, de 55 años, se mueve en cifras altas. Más de 400 euros. A eso se le suman los complementos para poder montar en el caballo, y el precio asciende hasta los 700 euros. En cuanto a la tendencia de vestir, comenta que todos los hombres suelen seguir "la misma línea". El pantalón y el chaleco varía en colores, pero todo con la misma forma y estilo. "Poca variedad, pero mucho color", añade. Para él, la homogeneidad en la moda masculina es evidente, aunque los matices cromáticos sirvan de "toque personal".
Entre los recuerdos y la fidelidad al traje de toda la vida, la malagueña Pepi Corpas, de 74 años, viste un traje de hace casi 40 años. "Por aquel entonces me costó unas 60.000 pesetas, ahora sería unos 200 euros", dice. A ella le gusta más la falda corta, aunque vista la larga porque, lamenta, ya no puede. "A mí para el color me gustan el rojo, amarillo y negro, y los volantes también me gustan, soy de volantes", afirma Corpas, que ha vivido décadas de Feria.
La juventud, sin embargo, marca nuevas tendencias. Lucía Lozano, de 21 años, lleva un traje de 230 euros. "Ahora hay que arriesgar colores, que los lunares sean de distintos tonos del traje, más oscuros que el traje, la pata rociera, los lacitos en las mantillas", describe. Según esta joven malagueña, ahora también se llevan las flores detrás, en el pelo, y "florecillas pequeñas". Su visión apunta a una Feria que no renuncia a lo clásico, pero que se reinventa en pequeños gestos estéticos. En la misma línea, su amiga Paula Delgado, también de 21, lleva puesto el mismo traje, pero de otro color y por el mismo precio.
El bolsillo también condiciona, como señala Erika, de 28 años y natural de Perú, que vive su primera feria vestida de flamenco porque le hacía ilusión vivir la tradición de su novio, que es malagueño. "Llevo un traje comprado de segunda mano, me costó poco más de 50 euros. Hay trajes que van cambiando y son más pomposos", comenta. La posibilidad de acceder a la moda flamenca a través de la segunda mano es cada vez más común, sobre todo entre quienes buscan integrarse en la tradición sin grandes desembolsos.
En un rango muy distinto se mueve Sara Díaz, de 30 años, que describe la evolución de los vestidos con mirada práctica: "Ahora se llevan los trajes de media manga, el más caro que tengo es de 500 euros, luego otros más baratos de 120 o 150 euros". Defiende que ahora son "más fresquitos". "También se llevan los trajes con pompo abajo, y mientras más vuelo, mejor. Cada vez se ven más los de rociera, con más vuelo y fresquitos", concluye. Para Díaz, los entallados "dan más calor" y la gente "busca comodidad".
De este modo, entre trajes antiguos que siguen en pie, inversiones que rondan los 600 euros y vestidos de segunda mano que apenas superan los 50, la Feria de Málaga ofrece un mapa diverso de estilos y bolsillos. La moda, como la fiesta, se adapta a cada generación y a cada bolsillo. La vestimenta, más que un uniforme, es una forma de vivir la Feria de Málaga.
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