Generosa, amable y agradecida con un reconocimiento que viene "cargado de afecto y cariño", la actriz argentina Mercedes Morán recibió este viernes el Premio Retrospectiva Málaga Hoy por su trayectoria profesional. Más de cuatro décadas dedicada al cine, el teatro y la televisión, con 26 películas en su filmografía y series televisivas como Gasolineros, que le subió al escalón de la popularidad, no le han restado ni un ápice sus ganas de "seguir jugando" y entregarse por completo en cada proyecto.
Se fue de casa muy joven y fue madre a los 19 años porque tenía "un hambre enorme de independencia en una época en la que las mujeres, por lo menos en mi familia que era muy conservadora, no podíamos ni hablar de la idea de irnos a vivir solas", relata. "Me casé muy joven y muy enamorada, pero lo que definitivamente me movió fue una necesidad de hacerme cargo de mi vida y poder perseguir mi deseo sin una mirada tan pesada como la que sentimos en ese momento de nuestros padres", agrega.
Pero en ese momento la faceta de actriz aún estaba oculta. Su propósito era estudiar Sociología y lo hizo durante dos cursos. El golpe militar en Argentina "vació de contenido" la carrera y todo dejó de tener sentido. "Fue muy traumático para mí, había accedido con mucho sacrificio y todo el futuro que anhelaba se desintegró", recuerda.
Fueron sus maestros los primeros que la pusieron sobre la pista de la interpretación. "No fui yo la que descubrí mis virtudes o mis apetencias, yo era una chica muy tímida y lo que me hicieron ver es que el actuar no tenía tanto que ver con ser muy extrovertida. Fue la primera gran revelación cuando me dijeron que tenía actitudes", comenta.
Poco después se fue dando cuenta de que actuar era lo suyo. "Me hace muy feliz actuar, me salva, me cura y creo que haber podido mantener el deseo durante tantos años habla claramente de que este era mi camino. Nunca sabré si hubiera seguido por aquél otro de la sociología hubiera podido mantener el deseo. Estimo que sí, porque hay algo que para mí une las dos cosas, que es una especie de observación bastante obsesiva que hago con el comportamiento humano", dice.
Para ella, el mejor espectáculo de todos no necesitaba fabricación alguna. "Solo sentarme en la vereda y ver pasar a la gente, imaginarme cómo sería su vida por su comportamiento, me fascina ver cómo se comporta la gente cuando no se sabe mirada".
"Me hace muy feliz actuar, me salva, me cura y haber mantenido el deseo durante tantos años habla de que este era mi camino"
Morán estima que "la mirada sobre nosotros nos modifica, no siempre para bien, y no somos conscientes de que cuando no somos vistos aparece algo muy genuino, detrás de eso siempre estoy cuando hago un personaje, buscando esa calidad de verdad".
"Mi ambición cuando actúo es la de hacer sentir menos sola a la persona que te ve, eso es lo que me mueve. También el jugar, el poder mantener esa disponibilidad para el juego, como volverme niña, y eso es lo que intento conservar antes de empezar a rodar o hacer una función", añade la actriz que destaca su trabajo con la cineasta Lucercia Martel. "Supuso un antes y un después para mí, la considero una artista y hay una especie de remolino, de energía que se genera a su alrededor que te transporta".
Mercedes Morán agradece al público los aplausos con un beso.
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Javier Albiñana(Málaga)
La televisión ocupó un espacio primordial en su arranque. "En la época en la que yo hice mi primera formación como actriz, me decían el prestigio se perdía fácilmente en la televisión y se engrosaba en el teatro. Así que, como alumna obediente de joven, tenía mucho miedo y prejuicios sin sentido, que por suerte derribé. Pero me resistí bastante a hacer televisión", asegura.
"En la época que me formé como actriz, me decían que el prestigio se perdía fácilmente en televisión, así que tenía mucho miedo y prejuicios sin sentido"
Así que cuando consideró que ascendía peldaños tras los primeros trabajos en televisión, se retiró por esos prejuicios. "Más adelante tuve la oportunidad de hacer un programa que fue muy exitoso y me llevó a la popularidad más masiva, con Gasolineros fueron dos años ininterrumpidos de programas diarios en horario central. Ahí empecé a romper el miedo a la fama y a aprender a establecer un vínculo con los medios y con el público para no sentirme invadida", comenta Morán en el encuentro previo a la gala de homenaje.
"La televisión también es un medio que me saca de mi rollo obsesivo con el trabajo, hay que resolver, es un ejercicio interesante aunque es un universo que lo tomo con pinzas porque siempre estás rodeada de gente que te está dando la razón y te dice todo lo que quieres escuchar. Siempre he sido muy cauta con la televisión y he tratado de volver al teatro y al cine", añade.
En el cine, confiesa que siempre le interesó mucho acompañar a los directores debutantes "porque claramente descubrí que tenían mucho miedo a trabajar con actores más consagrados o experimentados por el temor de que no se dejaran dirigir". "A mi me resulta muy nutritivo estar en esas experiencias porque son irrepetibles, hay algo que solo sucede la primera vez. Así que me he encargado de hacerles llegar esta predisposición, que me falten al respeto si es necesario", apunta.
"El vínculo con los directores es absolutamente de entrega y confianza total, supone ofrecerme como instrumento para que lleven a cabo sus sueños"
En general, subraya, "el vínculo con los directores es absolutamente de entrega y confianza total, no hay otra manera para mí de trabajar en cine, ese acto de fe que considero es hacer una película supone ofrecerme como un instrumento para que lleven a cabo sus sueños. Lo que más me halaga es que me elijan para llevar a cabo un sueño".
"Para mí como persona es un ejercicio necesario y muy nutritivo el poder entregarme en cada película, en la vida me cuesta un montón, estoy en las antípodas", agrega la actriz, que asegura tener un enamoramiento especial con el cine Latinoamericano. "Hay un talento muy puro, una industria muy pequeña que sale a competir con la gran industria de igual a igual, hay unos recursos limitados, con lo cual el talento y la dramaturgia de los directores, actores y actrices cuenta muchísimo", destaca.
Además, indica que "el cine habla de lo que está pasando, de los temas que nos preocupan y son reveladoras estas películas, porque pocas veces las miradas se posan sobre América Latina y el cine es un registro y una evocación de todo eso que pasa, una necesidad de contar los padecimientos de la gente".
En cuanto a los papeles femeninos, el aumento de presencia de directoras hace que aparezca "una necesidad de contar historias de mujeres más reales, que están menos en la fantasía masculina y más en lo que dice la realidad, pero esto está sucediendo muy poco a poco", concluye.
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