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'20.000 especies de abejas': La niña de 8 años que emociona con su mirada sobre la transexualidad

El equipo de la película '20.000 especies de abejas' posa en el Festival de Málaga.

El equipo de la película '20.000 especies de abejas' posa en el Festival de Málaga. / Jorge Zapata / Efe

Aitor no se reconoce en su nombre. Tiene ocho años y no conecta con el mundo diseñado para él. Lleva el pelo más largo de lo habitual, no quiere ir a la piscina para no usar un bañador de chico y deja que fluya la ambigüedad en la relación con sus iguales. El viaje de verano al pueblo de la abuela, donde se encuentra con su familia más extensa, será un camino sin retorno hacia ese tránsito que tendrán que hacer todos juntos. Con sutileza, elegancia y honestidad, la cineasta Estibaliz Urresola plantea la transexualidad en la infancia en 20.000 especies de abejas, protagonizada por Sofía Otero, una niña de 8 años y la actriz Patricia López Arnáiz. Su ópera prima se ha presentado este jueves en la Sección Oficial del 26 Festival de Málaga y llega respaldada por su participación en la Berlinale. 

La cineasta cuenta que el germen de la cinta fue el suicidio en 2018 de un adolescente trans de 14 años en el País Vasco. "Esta tragedia produjo un pequeño despertar, fue un momento en el que empezamos a mirar ahí, porque hasta entonces las infancias trans no formaban parte del imaginario del cuerpo social", relata la directora. Ante un hecho tan dramático, que "un menor decida quitarse la vida porque encuentra demasiado sufrimiento para encajar en un sistema rígido como el que habitamos", las preguntas que surgieron necesitaban respuesta y las encontró en las decenas de familias de una entidad que le ayudaron en el proceso de documentación. 

"Quise crear una película que ejerciera de puente entre ese momento, 2018, y cómo estábamos como sociedad, para imaginar un escenario en el que una niña como Cocó puede encontrar ese abrazo familiar, ese apoyo y esa aceptación", subraya la realizadora, que comenta la ayuda de las familias "que me abrieron las puertas de sus vidas, de su intimidad, y me permitieron acercarme a esta realidad cada vez a niveles más profundos". 

En cuanto al trabajo con la pequeña Sofía Otero, coprotagonista junto a la actriz Patricia López Arnaiz, Urresola afirma que "ha sido un deleite trabajar con ella" y señala que "en cuanto le hice la prueba para el personaje central vi que el canal de comunicación que tenía con ella era limpio, directo, que era capaz de entender muchos matices y modulaciones que le proponía para reorientar la escena que acababa de improvisar".

También destaca que "Sofía tiene un mundo emocional muy rico, ella es inmensa, pero también está increíblemente arropada y ahí se genera una sinergia con todas esas actrices que la rodean". En los ensayos previos al rodaje se fue construyendo esa memoria familiar que se plasma en la pantalla y "que se debe al compromiso de estas pedazo de actrices, que están a la altura de las exigencias de la película, del tema, del tratamiento y también de actuar con niños", agrega la cineasta. 

"En todo el proceso de documentación, una de las cosas que más me llamó la atención y me ayudó a comprender el enfoque que le quería dar a la película tenía que ver con que las familias me decían que quienes habían hecho en tránsito no eran tanto sus hijos e hijas como ellos, habían tenido que transitar y transformar su mirada hacia ellos. Me parecía de un valor inmenso esto porque nos interpela como sociedad", destaca la directora. 

La directora Estibaliz Urresola en Málaga. La directora Estibaliz Urresola en Málaga.

La directora Estibaliz Urresola en Málaga. / Jorge Zapata / Efe

Y esa mirada le pedía "congregar alrededor de este personaje central a este nutrido grupo de familiares, sobre todo mujeres, que me permitían seguir indagando más allá de la cuestión de la identidad de género hacia una perspectiva más amplia y ver cómo todas estas mujeres habían sufrido y sido condicionadas por esa etiqueta de géneros y condición de ser mujer a nivel vital, viendo condicionados sus deseos, anhelos, proyectos de vida y relaciones amorosas". 

Para Urresola, el mayor reto fue conseguir que "toda esa colmena familiar siguiera teniendo un desarrollo propio como personajes a lo largo de las escenas, una transformación de sus vínculos". "Lo que aporta Lucía, en el fondo, no es una situación de conflicto para la familia, sino una oportunidad de aprendizaje y renovación de sus vínculos obligándonos a reconsiderar las bases fundamentales de quiénes somos y hasta qué punto nos condiciona la mirada del otro", sostiene la realizadora, que tuvo claro desde el principio que solo quería hacer casting a niñas para este papel. 

"Me parecía una forma completamente orgánica y sensata buscar una niña y tratar de hacerle entender qué pasaría si el mundo entero la ve como un niño, era mucho más fácil que decirle a un niño que se imaginase siendo una niña, algo que no forma parte de su experiencia vital y seguro que a la hora de encarnarlo caeríamos en clichés que saldrían de tono", subraya Urresola. 

Y que Sofía y el resto de niños del elenco lo hagan con tanta naturalidad demuestra que esta cuestión es "más difícil de asimilar para la mirada adulta", como destaca la realizadora. 

Patricia López Arnaiz encarna a Ane, su madre. "Ha sido un trabajo complejo por lo rico, por toda la información que teníamos y los matices y a la vez sencillo porque no partes de cero, es una propuesta que viene con mucha información", dice la actriz y asegura que en el proceso previo de ensayos el personaje la fue habitando hasta tenerlo "muy instalado".  

"Ha sido un placer enorme hacer un papel así. El guión, además de lo poético, lo plástico, lo bello, tiene esa parte naturalista que refleja la gran inteligencia emocional de la escritora, de conocer los vínculos de las familias y todo está contado con una gran coherencia", agrega López Arnaiz. 

Ane Gabarain, la tía de la pequeña, considera que su personaje "tiene esta cosa de no pertenencia, de sentirse diferente, y creo que es ahí donde se reconoce mucho con Lucía, donde se encuentran las dos personajes y se reconocen, hacen esa transformación juntas". Gabarain añade que "es un personaje poético también porque ha encontrado su lugar en el mundo en la naturaleza, en medio de las abejas, ejerciendo la apicultura y la apiterapia. Tiene algo de ancestral, de espiritual, de redención. Conecta con algo muy profundo". 

Utilizando el símil de las abejas, la directora considera que "las infancias trans es algo que genera polémica, que da miedo, porque es desconocido y pone en cuestión los paradigmas fundamentales sobre los que se erige nuestro sistema, pero cuando tienes la oportunidad de conocer a muchas de estas familias y ver el valor que ha aportado esa experiencia dentro de la familia ayuda a acercarte a la realidad y a superar ese miedo y mirarla de otra forma". 

"En el mundo de las abejas la diversidad es la norma", apunta Urresola en relación al título de la película y concluye que su pretensión con este largometraje siempre fue hablar del tránsito de esa relación entre la madre y la hija. "Las dos son protagonistas, las dos hacen un arco de personajes donde tienen que superar cuestiones propias para poder reencontrarse de una forma auténtica al final", concluye. 

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