Festival de Cine Sevilla

Las angustias de la creación

  • 'Saint Laurent', el 'biopic' de Bonello sobre el gran modisto francés, llega al festival como uno de los títulos más esperados. La israelí 'The Kindergarten Teacher' deja también buen sabor de boca.

La belleza y quizá de manera aún más determinante la representación de la belleza constituyen un hilo invisible -pero poderoso y exuberante- que atraviesa todas las películas de Bertrand Bonello. Se comprende mejor así que los productores de Saint Laurent, el biopic díscolo o de autor -el oficial, de hechuras mucho más rutinarias, llegó hace muy poco a los cines- sobre el celebérrimo diseñador de moda Yves Saint Laurent, que en cierto modo imaginó un nuevo tipo de mujer para después vestirla, pensaran en él, en Bonello, uno de los cineastas franceses más estimulantes de su generación, para llevar adelante el proyecto. El resultado, una película sensual, rítmica y de extraordinario magnetismo visual, llegó ayer al SEFF como una de las más esperadas de su Sección Oficial.

Tras un retraso en su vuelo que obligó al festival a anular su encuentro con los medios, el director dedicó parte de la tarde a atender a los medios en su habitación de hotel, donde fumaba furtiva y casi tan ansiosamente como su Saint Laurent, un hombre brillante y triunfal, pero también angustiado y frágil hasta la pura desesperación. "Ese fue mi punto de partida. Quería mostrar cuánto le costaba a Yves Saint Laurent ser Yves Saint Laurent. Suele verse la parte positiva de él, todo lo que él representaba, pero a mí me interesó centrarme en ese otro aspecto: a costa de qué hizo todo lo que hizo", explicó Bonello, que no contó con el beneplácito de Pierre Bergé, pareja de toda la vida de YSL y presidente de la compañía desde su fundación en 1961.

"Algunas cosas han sido mucho más difíciles, por ejemplo el acceso a los archivos, a los diseños de los vestidos, que estaban vetados para mí. Pero a cambio he tenido una gran libertad. Me inspiré mucho en el mundo de la ópera, también en las inquietudes pictóricas de YSL, que por otro lado tenía muchas otras, desde Proust al art déco. La película es muy personal, es un retrato de creación propia", continuó Bonello, que esta misma mañana partía desde Sevilla hacia Los Ángeles para apoyar la promoción del filme, elegido por la Academia francesa como candidato a representar a su país en la próxima edición de los Oscar.

"Tengo pocas posibilidades, estaría contento si quedase dentro de las cien primeras seleccionadas", admitió entre risas el director, que es consciente de que Saint Laurent, aunque "no está pensada como una película contra su figura, por descontado", tampoco esquiva los aspectos más oscuros o susceptibles de controversia o incomodidad, desde sus adicciones a sus prácticas sexuales libertinas pasando por las sombras de su carácter depresivo y al borde casi siempre de la quiebra definitiva.

"No sigue toda esa serie de reglas que establecen lo que se supone que es un biopic, al menos desde un punto de vista ortodoxo...", insistió el también autor de L'Apollonide, su anterior película, una obra de atmosfera y plasticidad cautivadoras y ambientada en una casa de citas del siglo XIX. "Son épocas distintas, pero es cierto que existe ese vínculo claro entre las dos. Ambas son películas muy de interiores y grabadas en 35 mm, aparte de que he contado con el mismo equipo para rodarlas. Así que cuando los productores vieron que podría haber sintonía entre este proyecto y L'Apollonide yo vi que iba a poder hacer algo muy novelesco y muy visual", concluyó el director de esta Saint Laurent escrita por Thomas Bidegain (guionista habitual de Jacques Audiard), protagonizada por Gasper Ulliel, Louis Garrel, Léa Seydoux o Jérémie Renier (el propio Bonello se marca un cameo en el tramo final) y de momento sin distribución comercial en España.

En torno a las angustias y los sacrificios no siempre advertidos de la creación orbita también la otra película que se presentó ayer a concurso en la Sección Oficial. The Kindergarten Teacher, segundo y notable largometraje del israelí Nadav Lapid, fija su mirada en dos criaturas tocadas, cada una a su manera, por el extraño fuego (aquí sagrado, y a ratos casi perverso) de la poesía: un niño de 5 años que experimenta raptos, iluminaciones que encuentran su cauce en las palabras que murmura, poemas no contaminados aún por la conciencia de la autoría y la vanidad del reconocimiento; y su cuidadora de la guardería, desde cuya perspectiva fascinada y obsesiva está construida la historia, una mujer en la cuarentena que tras la muerte de su madre encontró en la poesía un refugio, pero también una fiebre -Lapid la definió con sorna como "una yihadista de la poesía en un mundo de vulgaridad ingente"-, y que decide proteger y avivar esa llama del niño rimbaudiano como ejercicio de rebelión íntima.

Todo eso lo rueda Lapid con el sello personal de audacia formal y complejidad moral que mostró ya en su primera y más que interesante película, Policeman, que con su envoltorio de thriller era, como él mismo dijo en su encuentro con la prensa, "cine político frontal, aunque también existencial" (de hecho, le acarreó problemas con el Gobierno de Israel por su afilada visión de los mecanismos que alimentan el círculo de la violencia en su país).

"The Kindergarten Teacher quizá sea más radical aún, pero trata en el fondo de lo mismo, de la gran derrota del espíritu que yo percibo en la sociedad en la que vivo", explicó Lapid, en cuya propia infancia se encuentra el germen de esta segunda obra como director. "Hace tres años decidí abrir los cajones donde mi padre guardaba los poemas que yo escribí de niño. A diferencia del padre de la película, el mío me leía mucha poesía. Tuve una corta carrera como poeta, entre los 4 y los 6 años, y sí, yo también le dictaba poemas a mi cuidadora. Pero eso no me iba a llevar a una carrera decente -bromeó- y lo abandoné. Fue toda una aventura leer esos poemas más de 30 años después", explicó Lapid, que incluye varios de ellos -todos los que hace suyos el niño- en el filme. ¿Hay lugar en este mundo para la poesía, para el arte en general? Su película merodea en todo momento en torno a esta pregunta, y aunque el final no cierra definitivamente ninguna puerta, las conclusiones son más bien dolorosas.

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