Líos en la vecindad
convivencia
Los periodistas Javier Ronda y Marián Campra publican un libro sobre anécdotas en las comunidades
Imagínese la cantidad de anécdotas que pasan en su bloque de vecinos y multiplíquelo por todas las comunidades de España. El resultado final no cabría ni en la Espasa Calpe, pero siempre se puede hacer una recopilación de las más curiosas o divertidas con el sano objetivo de reírse y, por otra parte, que sirva como manual de cara al futuro. Eso es lo que han hecho los periodistas Javier Ronda y Marián Campra, que ayer presentaron el libro Vecino de Guardia, editado por Algaida, en el Colegio de Administradores de Fincas de Málaga y Melilla. Ronda explicó que han estado un año recopilando historias reales que les han contado los administradores de fincas de todo el país, siendo Málaga una de las más activas pues es la provincia andaluza con mayor número de administradores de fincas y, además, confluyen todo tipo de residentes, desde el que vive en un barrio marginal hasta el que tiene un chalé de lujo o el extranjero que solo pasa aquí unos días al año y ni siquiera habla nada de español.
Ronda indicó que los problemas son siempre los mismos: los ruidos, la convivencia, los morosos o el uso de las zonas comunes. No obstante, hay historias que, como se suele decir, parten la pana. El autor recuerda, por ejemplo, un hombre que cada día paraba el ascensor para afeitarse con la luz del elevador porque decía que para eso lo pagaba o el de una señora que abría el ascensor continuadamente para medir si cabría ahí el ataúd cuando muriera.
"En Málaga un administrador le dijo al presidente que había que cambiar los tablones de anuncios. El presidente se presentó en el despacho con cinco grandes tablones, cuando el administrador se refería a que había que cambiar la información que había dentro porque era antigua", dice Ronda entre risas.
Los okupas son un problema en cualquier comunidad, pero los hay que rizan el rizo. Uno de ellos habló con un administrador para comentarle que, pese a que tenía una vivienda ocupada sin pagar nada "era honrado y quería pagar la comunidad para que sus niños se pudieran bañar en la piscina". Los administradores no tienen la tarea fácil. Una señora mayor llamó a uno por teléfono en Málaga para que le subiera una bombona de butano al cuarto porque sus nietos no podían. En otra ocasión, un administrador tuvo que ir a reconocer un cadáver en la Costa del Sol porque no había ningún familiar de la fallecida. Pero no todo son malos ratos. Una reunión en una urbanización de la costa empezó a las seis de la tarde y acabó a las ocho de la mañana con todos de fiesta en la piscina y bebiendo copas.
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