La Nao Victoria: alta tecnología expropiada
Pagaron por ella 800 ducados, 300.000 maravedíes, menos del coste que reclamaban sus propietarios que también alegaron perder un porte de Sevilla a Londres
La embarcación pensada para cargar y navegar los océanos tenía el inconveniente de una penosa vida a bordo
Su réplica estará en el Puerto Deportivo de Fuengirola hasta el domingo y e puede visitar
Faltaba justo un año para que saliese la expedición de Magallanes para circunnavegar la Tierra. En Sevilla, Pedro de Arizmendi reclamaba ante las autoridades que la Santa María, propiedad de su padre, les había costado más de los 800 ducados de oro (300.000 maravedíes) que la Casa de Contratación les pagaba y que, además, perderían un porte ya concertado desde Sevilla hasta Londres. No le sirvió de mucho. Para entonces, el rey Carlos I ya le había dado privilegios a Fernando Magallanes y a Ruy Falero para que preparasen la expedición. Magallanes juró fidelidad al monarca español y la Santa María que reclamaba Arizmendi pasaría a la historia como la Nao Victoria, la única de las cinco naves que llegó después de tres años de una aventura loca, cruel y prácticamente increíble.
Expropiada, comprada por la fuerza, la Victoria era una carraca fabricada en el norte de la península ibérica con roble y madera de pino. Zarauz y Ondárroa son las localidades que tienen más probabilidad de haber construido un barco que era un signo de alta tecnología de la época. Diseñado para soportar el océano, con gran capacidad de carga y muy malas condiciones para los marinos, no hay ningún plano que se conserve para saber cómo era exactamente, aunque ha sido el material externo al propio barco como grabados, dibujos o medallas los que han acabado dando las características de todo un prodigio marítimo. "85 toneles vizcaínos de arqueo (aproximadamente 102 toneladas sevillanas). Tras muchos estudios, aproximaciones y extrapolaciones, se cree que pudo haber medido unos 28 metros de eslora y 7,5 de manga. Cuando zarpó de Sanlúcar en 1519, su tripulación era de unos 45 hombres", señala el capitán de la Armada (también es vicepresidente de la Real Liga Naval Española, numerario de la Real Academia del Mar entre otros cargos) Marcelino González Fernández en un artículo sobre la embarcación.
Cuando llegó a Sevilla, tras tres años, una vuelta al mundo y varias reparaciones, fue remolcada desde Sanlúcar por una pequeña embarcación por el mal estado en el que se encontraba. Llevaba en su interior en torno a siete toneladas de clavo y algunas menos de canela entre otras cosas. Dio para pagar con creces toda la expedición, las cinco naves. A bordo, 18 marineros de los que partieron con Magallanes y varios hombres más recogidos en las últimas paradas de la expedición en Indonesia.
Gran construcción, mala vida en ella
La construcción de la Victoria fue portentosa. Fruto del desarrollo de la navegación en el norte de la península, de sus buenos artesanos de la madera y de sus herrerías. Un barco pequeño, de vela, pensado para soportar grandes cargas y para viajar por el océano. Con madera escogida y tratada durante mucho tiempo, plasmando la ciencia que sus constructores adquirieron después de siglos de travesías. Su mantenimiento, complicado y laborioso, también estaba contemplado desde su construcción y, como demuestra la cantidad de temporales que soportó y su vida útil, capaz de navegar entre grandes olas y tormentas. Un paso adelante en la ingeniería naval de la época que mejoraba a las carabelas pensada para durar, sin embargo, era la cuarta nave más grande de las cinco que emprendieron la expedición y tenía un punto débil: la vida a bordo.
El espacio a bordo para la tripulación era extremadamente limitado y obligaba a vivir en cubierta a gran parte de ella. Además, la bodega era un foco continuo de infecciones y malestar. "el agua acumulada en la sentina normalmente apestaba, por su origen o por corromperse. Pero al parecer cuanto más apestaba más tranquilos estaban los marineros, ya que el mal olor indicaba que la estanquidad del barco era buena y no había filtraciones del mar", explica el capitán González Fernández que añade: "Normalmente, antes de bajar a trabajar en la sentina había que arriar una vela encendida. si no se apagaba era porque había oxígeno y se podía entrar. Pero si se apagaba era por falta de oxígeno y por la existencia de gases venenosos, en cuyo caso el ambiente era mortal de necesidad y no se podía bajar. En este caso había que achicar y echar vinagre, agua fría y orines para hacer el aire respirable y quitarle la pestilencia".
Cinco siglos después de que completara una circunnavegación peculiar por ser la primera y por tomar rumbos peculiares para evitar encontrarse con barcos portugueses, parece anecdótico el documento de expropiación de la Nao VictoriaNao Victoria en el que se pone de manifiesto cómo llegó a ser uno de los barcos elegidos para la expedición de Magallanes. Pero sí es importante hacerse una idea de cómo se viajaba en ella, ya que la réplica de la Nao Victoria estará en el puerto deportivo de Fuengirola hasta el próximo domingo 8 de mayo. Se puede visitar como parte de la conmemoración del V Centenario de la hazaña de Magallanes y Elcano.
Hay que tener en cuenta que la Victoria llegó a completar travesías de más de tres meses sin tocar tierra, el agua podrida y las enfermedades eran el gran obstáculo para los navegantes y, si se tiene la posibilidad de verla en Fuengirola es fácil compararla en tamaño con los barcos actuales para ver su tamaño es reducido en comparación con su gran capacidad de carga. Pero el espacio para los marineros terriblemente pequeño. Situarse en ella, verse rodeado de 45 personas y pensar que es el lugar en el que hay que pasar no se sabe cuanto tiempo puede quitarle las ganas de aventura a cualquiera. La Nao Victoria fue reparada después de la gesta y se utilizó como nave de carga. De su segundo viaje al actual Santo Domingo y no volvió.
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