La farola

Cuando la Fórmula 1 veraneaba en la Costa del Sol y Fuengirola quiso ser Mónaco

Bernie Ecclestone y Niki Lauda en 2018.

Bernie Ecclestone y Niki Lauda en 2018. / EFE

Si en la década de los 60, el campeón del mundo de Fórmula 1 Graham Hill (1962 y 1968) arengaba, algo malhumorado, a un redactor local con la cantidad de gente borracha en la carretera rodeado de sus hijos (entre ellos el futuro campeón del mundo en 1996, Damon Hill), sin camiseta y al fresco del jardín de la casa en la que veraneaba en Marbella; en la década siguiente el icono James Hunt acostumbró al circo de la Fórmula 1 a la Costa del Sol. Se enamoró del lugar y hasta él arrastró a gran parte de los más conocidos integrantes del deporte del motor que no estaban ya en la ciudad, pilotos, dueños de equipos, Bernie Ecclestone... Marbella era un paraíso par los urbanitas ingleses y europeos. En Marbella, Hunt recibió junto a su pastor alemán Oscar al equipo de Sports Illustrated que le retrató corriendo por la playa junto al perro. Era el hombre de moda en todo el mundo. Sus fiestas fueron épicas también en la Costa del Sol, tanto que cerca del Meliá Don Pepe regentó un bar que llamó como a su venerado cánido y que acabó traspasando. Aún era un garito con aura un par de temporadas después de su retirada tras el Gran Premio de Mónaco de 1979, cuando el sueño de Fuengirola de convertirse en el Mónaco del sur de Europa echó a andar.

A principios de 1983 a La Rosaleda aún le duraba el encalado para el Mundial de Fútbol del verano anterior, Keke Rosberg (Williams) era el campeón del mundo de Fórmula 1 y Bernie Ecclestone (presidente de la Asociación de Constructores de F1 y futuro hombre principal de la competición) confirmaba junto a las autoridades locales de Fuengirola y la provincia malagueña y los representantes de las federaciones automovilísticas locales que era posible un Gran Premio en Fuengirola. La idea había rondado por varias localidades de la Costa del Sol y detrás de ella había dos ingleses asentados en la provincia, con contactos en la competición y la intención de sacar parte del teórico pastel a repartir. El empresario turístico Richard Ratcliff y el piloto de Fórmula 2 y Mike Dee fueron la cabeza visible de la parte privada de la promoción de la prueba.

F2 y F3 recorrieron el trazado

En marzo del 1983 ocho coches (entre F2 y F3) probaron el trazado aún demasiado verde. Uno de los F2 rompió la suspensión con un bordillo. Los pilotos, cautos, señalaron la velocidad del circuito para ser dentro de la ciudad y dejaban entrever la cantidad de arreglos por hacer. Posible, pero caro. La inversión del ayuntamiento se tasó en 100 millones de pesetas (601.000 euros al cálculo rápido actual, pero no es una buena equivalencia, 100 millones de 1984 significaban más que 601.000 euros hoy), se destinaría al reasfaltado, eliminación de obstáculos urbanos, adecentamiento de lugares en mal estado por el que pasaba el circuito, pasos elevados, reestructuración de jardines y otro tipo de acometidas que el consistorio tenía contempladas desde hacía tiempo con o sin gran premio. Además, había que alcanzar otros 150 millones de pesetas como precio para que los equipos compitiesen en Fuengirola. Por si fuera poco, había que montar las gradas en el paseo marítimo, construir los boxes y el resto de requerimientos como una pista de helicóptero y las medidas de seguridad. Otros 50 millones como mínimo, en un principio. Era la parte de la que se encargarían Ratcliff y Dee.

Durante todo el 1983, Fuengirola apareció en los medios cada vez que una prueba de F2 o algún campeonato internacional pisaba España. La cantinela era la misma: hay acuerdo, un contrato bendecido por Ecclestone y el resto de partes. Se esperaba, además, que una marca tabaquera pusiese parte del dinero (los derechos de televisión eran para los equipos y la entrada que en un principio se consideró en torno a los 200.000 espectadores pasó de entre 40 y 60.000 localidades). Presentado el circuito, anunciado el hito de una carrera de Fórmula 1 en Fuengirola y con la bendición de todos los actores de la película, cuantos más días de 1983 pasaban, más seguro parecía el evento.

Un año de sueño

Un año después de la primera rueda de prensa pública a dos bandas, en enero de 1984, con Emerson Fittipaldi como nuevo campeón del Mundo de Fórmula 1, Fuengirola tenía los papeles firmados para acoger un gran premio de Fórmula 2 y una prueba del Campeonato de Resistencia. Septiembre era el mes elegido. Además, sería el circuito de reserva y ya se conocía que Nueva York no iba a hacer frente al pago del canon para acoger una carrera. La fecha  disponible era octubre. Todo un despropósito. Un mes de temporada baja turística para un espectáculo demasiado caro para la mayoría de lugareños. Además, el presupuesto para las reformas en la ciudad había subido bastante y nadie encontraba patrocinadores o inversores que asumieran lo que llevaba un año anunciándose a bombo y platillo.

El 15 de abril de 1984 se habían disputado dos carreras del Mundial de Fórmula 1: GP Brasil, en Jacarepaguá con triunfo para Alain Prost y el GP Sudáfrica, en Kyalami, dónde ganó Niki Lauda. Ambos eran pilotos de McLaren. Ese día, según El País, Ecclestone pedía 100 millones de pesetas para llegar a buen puerto. A esas alturas de año, la fecha del 26 de octubre, la última carrera de la temporada, era la destinada para Fuengirola. Si quería ver correr a los bólidos de Fórmula 1 (y F2 y WEC), el total del dinero y las obras deberían de estar en verano. Un mes después,  el periodista Nacho Lewin publicaba en el mismo medio la confirmación de que la carrera de Fórmula 1 en Fuengirola no se correría en el 84 ni en el 85 y que el proyecto tenía un sitio reservado a su medida en el cajón de los sueños.

Niki Lauda, después de una temporada espectacular de mano a mano con su compañero de equipo Alain Prost, llegó a la última carrera de la temporada primero en el Mundial con una ventaja mínima de tres puntos y medio. El francés había ganado en Nurburgring y el campeonato estaba en un suspiro. Lauda necesitaba ser segundo para asegurarse la victoria, pero salía undécimo y Prost, segundo. El austríaco remontó y a 19 vueltas para el final era tercero por detrás del Lotus de Nigel Mansell. Insuficiente, con el tercero era subcampeón. Sin embargo, el piloto inglés trompeó a 18 vueltas del final y Lauda se encaramó al segundo puesto después de su gran remontada. Así se apuntó su tercer y último campeonato del mundo: por medio punto, en la última carrera y contra su compañero de equipo. Fue histórico, la Fórmula 1 volvía a Portugal después de más de 20 años: Estoril se quedó con la carrera que Fuengirola había soñado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios