No perceptible a siempre vista y es realmente algo que le da valor. Los pecios, esos restos que quedan en el mar de algún navío o barco naufragado, son algunos de los secretos que esconde el mar, nuestro mar Mediterráneo. En concreto en Málaga son muchos los puntos donde con el equipo pertinente, se puede bucear y encontrar estos restos submarinos, que no están necesariamente muy lejos de la orilla.

En concreto hoy hablamos de uno que destaca por encima de muchos, en una pequeña selección de los pecios más increíbles de toda España, el diario El País habla del naufragio del Madelaine, un barco que transportaba botones por la costa de Estepona allá por el siglo XVIII. 

En el año 1712, hace más de tres siglos, el navío francés Marie Magdaleine sufrió un encallamiento y posterior hundimiento por decisión de su capitán. Esta decisión se tomó debido a la persecución por parte de cuatro embarcaciones inglesas, lo que dejó al capitán con pocas alternativas. Además de este incidente, existen otras menciones de una pareja de barcos franceses que también eran perseguidos por navíos ingleses y que acabaron siendo incendiados, con su tripulación a salvo, en la misma zona.

"Las costas españolas están también llenas de galeones, como el Madelaine, un buque francés del siglo XVIII que abastecía de uniformes a las tropas cuando fue detectado y hundido por los ingleses", destacan sobre este pecio en El País, del que apuntan que "fue muy cerca de la costa malagueña, por lo que se piensa que intentó llegar a tierra firme con toda la mercancía a bordo". "Hay una hipótesis que apunta que, en realidad, fueron dos los galeones que perseguidos por los ingleses y que los franceses intentarían aproximar a la costa para evitar la captura: uno de ellos fue encontrado (el LYS); el otro, estará muy cerca, en la misma costa", apuntan.

Los más intrépidos que van de este pecio, de los restos del Madelaine, pueden encontrar botones y hebillas que transportaba. También "las cuadernas y partes visibles del galeón, con mucha vida submarina. Está hundido a poca profundidad, unos seis metros, y los temporales cambian el escenario en cada inmersión, desenterrando zonas nuevas o enterrando las que antes estaban visibles".

Destacan también de este pecio que "es apto para todos los buceadores, a los que siempre se les advierte previamente de que expoliar cualquier elemento del barco es un delito contra el patrimonio y la historia".