Ni playa ni cala secreta: este es el rincón más refrescante e increíble de Málaga este verano
El Cañón de las Buitreras da lugar al Charco del Moro, una espectacular badina de aguas frías de más de 100 metros de longitud
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La provincia de Málaga guarda tesoros más allá de su litoral. En la vertiente más agreste de la Serranía de Ronda, entre Cortes de la Frontera y Gaucín, se extiende una de las rutas naturales más impresionantes del interior malagueño. Es un recorrido de 16 kilómetros que atraviesa parajes de belleza sobrecogedora, donde el agua, la roca y la vegetación mediterránea configuran un entorno único. El corazón de esta travesía es el Cañón de las Buitreras y su imponente Puente de los Alemanes, un enclave declarado Monumento Natural que se convierte en uno de los lugares más frescos e insólitos para descubrir este verano en el que te puedes dar un chapuzón.
El sendero parte de la estación de Cortes de la Frontera, enclavada entre los parques naturales de la Sierra de Grazalema y Los Alcornocales. A lo largo de más de seis horas de camino, de dificultad moderada, el paisaje va cambiando desde encinares densos hasta cortados vertiginosos que bordean el río Guadiaro.
El itinerario está diseñado en un único sentido y conecta las estaciones de ferrocarril de Cortes y El Colmenar (pedanía de Gaucín), lo que permite realizar el recorrido sin necesidad de regresar por el mismo trayecto. Aunque cuenta con algunos tramos asfaltados —como el camino de servicio a la central hidroeléctrica—, la mayor parte del sendero discurre entre veredas y zonas de matorral mediterráneo muy cerrado, con varias subidas y bajadas al cauce del río.
El Puente de los Alemanes y el Cañón de las Buitreras
Uno de los puntos culminantes del recorrido es el Puente de los Alemanes, una construcción de 1918 que forma parte del sistema de captación de aguas de la antigua central hidroeléctrica de Las Buitreras. Suspendido a 60 metros sobre la garganta, este paso metálico ofrece vistas vertiginosas al cañón que el Guadiaro ha excavado a lo largo de milenios. El acceso al puente está asegurado con cables de acero y pasamanos, y bajo él se despliega una de las imágenes más sobrecogedoras de la provincia: paredes de roca que superan los 300 metros de altura en algunos tramos.

Desde el puente, se atraviesa un pequeño túnel excavado en la roca que da paso a una ladera empinada. El esfuerzo del ascenso se ve recompensado por un balcón natural que ofrece una panorámica excepcional del entorno. El descenso posterior conduce directamente al Charco del Moro, una espectacular badina de aguas frías, encajada entre roquedos y de más de 100 metros de longitud.
El Charco del Moro y el renacer del Guadiaro
El Charco del Moro no es solo un refugio natural perfecto para los días de calor, sino que tiene un papel clave en la geografía fluvial del entorno. Este charcón marca la surgencia del río Guadiaro tras su paso por las entrañas de la sierra. En verano, es habitual que el cauce aguas arriba esté seco, por lo que este punto representa el resurgimiento del río.
En la pared opuesta de esta poza, una pequeña placa roja señala la ubicación del Sifón de las Buitreras, un sumidero natural que ha sido explorado mediante espeleobuceo hasta los 62 metros de profundidad. La zona, de difícil acceso pero dotada de una belleza serena, combina lo abrupto del paisaje cárstico con la frescura constante del agua.
Patrimonio industrial en plena naturaleza
El valor natural de esta ruta se entrelaza con un importante legado histórico e industrial. La línea férrea Algeciras-Bobadilla, inaugurada en 1892, transformó el paisaje con puentes, túneles y trincheras que aún hoy se pueden observar desde el camino. Uno de los más llamativos es el semitúnel de los arcos, visible desde el mirador final.

Por otro lado, la central hidroeléctrica de Las Buitreras, también de principios del siglo XX, marca otro hito en el recorrido. La presa original, construida a seis kilómetros de distancia, canaliza el agua hasta este punto a través de una tubería forzada de 430 metros de longitud. Desde 1918, esta infraestructura aprovechó el desnivel de 120 metros del terreno para generar energía, dejando como legado un conjunto arquitectónico de notable factura.
Un enclave protegido con identidad propia
El Cañón de las Buitreras ha sido reconocido como Monumento Natural de Andalucía no solo por su geología singular, sino por su biodiversidad. El cerrado valle en forma de “v”, la variedad de microclimas y la presencia constante de agua crean hábitats ideales para especies mediterráneas, tanto vegetales como animales.
El sendero que lo recorre permite adentrarse en un mundo donde la naturaleza se muestra en estado puro, pero también donde el ser humano ha dejado su huella mediante construcciones históricas que hoy conviven con el paisaje. Esta simbiosis convierte al entorno del Guadiaro en uno de los rincones más refrescantes, sorprendentes y completos que se pueden descubrir en Málaga durante el verano.
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