Este es el pueblo de Málaga con el legado andalusí y mudéjar más bien conservado
Sedella forma parte de la Ruta Mudéjar de Málaga, ejemplo de conservación y puerta al pasado
El mirador de los Pozuelos de Sedella y sus vistas increíbles en una ruta de senderismo sencilla

Situado en pleno corazón de la comarca de la Axarquía, enclavado entre las Sierras de Tejeda y Almijara, Sedella conserva con especial mimo el legado de su pasado andalusí y mudéjar. Este pequeño pueblo blanco de calles estrechas y casas adornadas con flores es mucho más que una postal típica de la Andalucía interior: es un vestigio vivo de la herencia musulmana que marcó la historia y la arquitectura de esta tierra. Sedella forma parte de la Ruta Mudéjar de Málaga, un itinerario que recorre algunas de las localidades donde mejor se conserva la huella cultural de Al-Ándalus.
Una historia marcada por conquistas y leyendas
Sedella ha sido testigo de distintas civilizaciones. Los restos arqueológicos encontrados en sus alrededores apuntan a la presencia de fenicios y romanos, y el nombre actual podría derivar del término latino sedilia, vinculado a propiedades rurales. Durante la época andalusí fue conocida como Xedalia, y tras la conquista cristiana en 1487 pasó a llamarse Villa Castillo. El Señorío de Sedella, otorgado a Diego Fernández de Córdoba por los Reyes Católicos, pasó posteriormente a manos del alcalde del pueblo, Gabriel de Coalla.
El siglo XVI marcó un capítulo convulso con la rebelión morisca, en la que Sedella se convirtió en uno de los focos iniciales del levantamiento. La posterior expulsión de los moriscos dejó el pueblo casi despoblado hasta la llegada de cristianos viejos. Más tarde, el terremoto de 1884 afectó seriamente a la localidad, aunque sin víctimas mortales. Una leyenda local vincula el nombre actual de Sedella a la reina Isabel la Católica. Tras una cruenta batalla en el Arroyo de la Matanza, la monarca habría exclamado «Sé de ella», en referencia a la contienda, dando origen al topónimo.
Monumentos que narran la historia
Uno de los principales símbolos de Sedella es la Casa Torreón, una antigua mansión fortaleza construida en el siglo XVI en estilo mudéjar, que perteneció a Diego Fernández de Córdoba, servidor de los Reyes Católicos. Su torreón, que combina elementos renacentistas con estética morisca, es una muestra singular de la arquitectura señorial del periodo de transición entre la dominación musulmana y el nuevo orden cristiano.
En el centro del pueblo se alza la iglesia de San Andrés, edificada sobre un antiguo templo del que aún se conserva la torre, que en su día fue el alminar de la mezquita local. El interior de esta iglesia guarda esculturas, una custodia y diversos objetos litúrgicos de los siglos XVII y XVIII, testigos de una religiosidad que también ha dejado su impronta en la vida cotidiana del municipio.
En las afueras, la ermita de la Virgen de la Esperanza, del siglo XVII, se levanta sobre los restos del antiguo castillo árabe de Sedella. Esta edificación encarna la evolución de un lugar de defensa a uno de culto, y hoy acoge las imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza y de San Antón. Completan el patrimonio monumental el lavadero público, ubicado a la entrada del pueblo, y el puente romano, una estructura de posible origen medieval que, pese a su nombre, todos en Sedella llaman 'romano'. El puente conecta el presente con siglos de historia local, y se integra en el paisaje con una elegancia serena.
Calles, paisajes y rutas con encanto
Pasear por Sedella es recorrer siglos de historia a través de sus calles. Sus callejuelas estrechas y encaladas, con balcones floridos y rincones pintorescos, evocan la época andalusí de forma casi intacta. Desde muchos puntos del pueblo se divisan las cumbres de las sierras cercanas y, en días claros, hasta el mar.
Uno de los grandes atractivos naturales es la vista a La Maroma, el pico más alto de la provincia de Málaga con 2.065 metros de altitud. Además, Sedella es puerta de entrada al Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, un espacio protegido de más de 40.000 hectáreas donde habita una de las comunidades de cabra montés más importantes de España. Entre árboles, ríos y formaciones rocosas, este entorno se convierte en un paraíso para los aficionados al senderismo, con enclaves como el Salto del Caballo, la Cueva Horeada, el mirador de los Pozuelos, el Camino de Arrieros o el propio ascenso a la Maroma.
Una de las rutas más destacadas es la de El Saltillo, que conecta Sedella con Canillas de Aceituno a través del tercer puente colgante más largo de España, suspendido a más de 50 metros sobre el cauce de un río. Las vistas desde este sendero, que combina mar y montaña, son simplemente espectaculares.
Tradición y gastronomía
Las fiestas de Sedella reflejan su identidad y su arraigo histórico. En enero se celebra San Antón, con procesión, bendición de animales y carreras de caballos por las calles. Durante la Semana Santa destacan las carracas que resuenan en Jueves y Viernes Santo, y los cohetes que anuncian la Resurrección en la madrugada del Domingo de Pascua. En el Corpus Christi, las calles se cubren de alfombras de flores y se instalan altares que confeccionan los propios vecinos, mientras que en agosto, las fiestas en honor a la Virgen de la Esperanza llenan la villa de actividades lúdicas, música y devoción popular.
La cocina de Sedella mantiene viva la esencia de sus raíces. Platos como el potaje de hinojos, de origen árabe, el choto al vino o el chivo al ajillo son emblemas de su recetario tradicional. También se elaboran las parpuchas, tortillitas de bacalao con miel de caña, y los roscos tontos, de clara inspiración morisca. Los vinos de Sedella gozan de notable prestigio, algunos de ellos elaborados con la variedad de uva Romé, autóctona de la Axarquía. Uno de estos caldos ha sido incluso reconocido como el mejor vino de Andalucía por el crítico Robert Parker, con una puntuación de 94/100. Las viñas crecen en las laderas de la Maroma, a 800 metros de altitud, añadiendo un paisaje agrícola al entorno montañoso.
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