Castañas amargas
La temporada de recolección se acerca a su final entre el pesimismo de los productores por los resultados de este año.
La temporada de castaña se acerca a su final y lo hace entre el pesimismo de los productores, que esperaban que este año fuese una gran campaña. Así lo hacía presagiar la gran cantidad de erizos que cargaban los castaños en primavera. Pero como si de un espejismo se tratara, conforme se iba aproximando la fecha de la realidad y el inicio de la recogida, muchos de aquellos proyectos de castaña se quedaron en vanas esperadas. Muchos de los erizos no han terminado de tomar el tamaño necesario y en su interior lo único que se encuentra es la cáscara de un fruto que pretendía convertirse en castaña y que se ha quedado en un mero proyecto. Además, la falta de agua en los últimos meses también ha provocado que las castañas estén mucho más secas de lo deberían, perdieron de este modo una parte importe de su peso.
No obstante no todo es malo en esta temporada. Los aspectos negativos anteriores también conllevan aparejada una repercusión positiva. Y es que el precio de la castaña está descendiendo de forma más moderada. La pasada semana todavía se pagaba en las cooperativas y en los almacenes privados a 1,20 euros. De este modo los agricultores salvan en parte la campaña. Las escasas precipitaciones caídas también han provocado que sacar las castañas del interior de los erizos se convierta en una verdadera tortura para los recolectores. Sus afiladas púas se han convertido en auténticas agujas con taladran con facilidad los guantes protectores que utilizan estos jornaleros para realizar esta complicada tarea en las laderas de los bosques.
A pesar de todo, los habitantes de la zona del Genal le siguen teniendo una gran pasión a sus bosques de castaños. Los propietarios tienen que dedicar buena parte de su tiempo libre a mantener un ecosistema casi único, aunque la rentabilidad de los mismos está llegando a los límites asumibles. Así lo explicaba uno de estos propietarios, Salvador Jiménez, al que no terminan de salirle los números si empieza a contabilizar el dinero destina cada año a su plantación. A los sueldos extra que tiene que pagar para la recogida también tiene que sumar los gastos que se producen durante el resto del año, en especial para la limpieza y mantenimiento. Mientras tanto, ajenos a toda esta vorágine, los castaños comienzan a tomar un color otoñal que comienza a convertir a esta zona de en un gran atractivo turístico. El naranja fuego de los castañares atrae cada año a miles de visitantes, mientras el suelo de los bosques y caminos se convierte en una alfombra cubierta por los erizos.
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