Málaga

Clínica Gutenberg de Málaga: La ‘familia’ que creó casi 10.000 familias

  • La clínica, pionera en reproducción asistida en la provincia, cumple 35 años

  • La primera niña concebida por fecundación in vitro y la primera madre por vitrificación de óvulos tras un cáncer, entre sus hitos

Parte del equipo de la clínica malagueña fundada en 1987.

Parte del equipo de la clínica malagueña fundada en 1987. / Javier Albiñana

Hace 35 años, el ginecólogo Manuel Martínez Moya y un puñado de profesionales comprendieron la importancia de la reproducción asistida para muchas personas. Así nació entonces el Centro Gutenberg, la primera clínica especializada en medicina reproductiva de Málaga. En este tiempo, gracias a su labor, han nacido casi 10.000 niños.

Los más de 50 profesionales que trabajan el centro forman una familia que ha contribuido así a crear miles de familias felices en Málaga y su entorno gracias a hijos concebidos en sus laboratorios. Bebés cuyas fotos adornan las paredes de la clínica, que este mes de marzo cumple 35 años.

Dos profesionales en el laboratorio. Dos profesionales en el laboratorio.

Dos profesionales en el laboratorio. / Javier Albiñana

Entre sus hitos están el nacimiento de Lorena, en 1989, que fue la primera niña concebida mediante fecundación in vitro en Málaga. Y el primer caso en la provincia de una mujer que fue madre tras superar un cáncer de mama mediante la vitrificación (congelación) de sus óvulos. Y el centenar de niños nacidos libres de enfermedades graves gracias a una biopsia previa a la implantación del embrión (diagnóstico genético preimplantacional).

En estos años, la medicina y la sociedad han avanzado de la mano. Las mujeres tienen su primer bebé más tarde que entonces y dan a luz menos hijos. Pero además, se han incorporado nuevos modelos de familias, como las madres en solitario o las parejas homosexuales. Cada cambio social ha planteado un desafío y cada avance médico ha permitido más familias felices.

Parte del equipo a la entrada de la clínica. Parte del equipo a la entrada de la clínica.

Parte del equipo a la entrada de la clínica. / Javier Albiñana

“Para mí es el trabajo más bonito del mundo porque te da grandes satisfacciones”, afirma Carmen Segura, la primera bióloga de la clínica, que lleva trabajando 34 años en Gutenberg. Pero a continuación agrega:“Pero también te da grandes disgustos, porque por mucho que te esfuerces, no siempre el fruto es un embarazo”. Al igual que el resto de los profesionales, deja claro que aunque ponen todos los medios, su esfuerzo y sus conocimientos, “la naturaleza tiene sus límites”. Por eso insiste en que el objetivo no sólo es conseguir el niño sano en casa, sino cuidar de la pareja ya que el proceso es complejo y conlleva un importante desgaste emocional.

El ginecólogo Juan José Sánchez lleva dos décadas en la clínica. Resume los cambios que ha presenciado en estos años:“Los tratamientos ahora son más eficaces, más seguros y más individualizados, lo que se traduce en mejores resultados, así como menores complicaciones para la paciente y también menos complicaciones neonatales”.

Uno de los avances claves en este tiempo ha sido la vitrificación de óvulos y embriones. Este es un proceso de congelación rápida que ha revolucionado la reproducción asistida porque evita que se formen los cristales que se generaban con el sistema anterior. Con la manera antigua de congelación lenta, muchos embriones no sobrevivían al proceso de descongelación porque esos cristales los rompían. Así que antes, cuando una pareja lograba varios embriones, se le transferían en fresco dos o tres a la vez, lo que generaba más embarazos múltiples. Desde que se implantó la vitrificación, el número de embarazos múltiples ha caído en picado porque los embriones se pueden congelar y luego descongelar sin roturas para ser transferidos de uno en uno.

Una sanitaria observa embriones en una pantalla. Una sanitaria observa embriones en una pantalla.

Una sanitaria observa embriones en una pantalla. / Javier Albiñana

“Desde un punto de vista médico, la técnica de fecundación in vitro (FIV)ha aumentado en eficacia, pero sobre todo en seguridad para la paciente y para el feto. El objetivo no es conseguir un embarazo a toda costa, sino aumentar la posibilidad de un feto sano”, explica el ginecólogo. Además, aclara que hace 20 años, los tratamientos eran más estándares y no había casi diferencias de estrategias en cada caso, lo que aumentaba la proporción de complicaciones. Ahora, los tratamientos se adaptan más a las necesidades de cada paciente y por lo tanto logran mejores resultados.

Pero en este tiempo, los cambios no sólo han sido médicos, sino también sociales. Y han impactado de lleno sobre la reproducción asistida. Ahora la mujer tiene menos hijos. En los últimos 30 años el índice de fecundidad ha pasado de 1,49 a 1,19. Pero, además, se ha retrasado la edad para concebir el primer bebé. En la actualidad es, de media, a los 31,2 años. Ese retraso provoca que, algunas mujeres que de forma natural hubieran sido madres a edades más tempranas, tengan que recurrir a reproducción asistida para quedarse embarazadas por haber demorado esa decisión.

Y hay otro cambio en estas décadas no menos importante: el de nuevos modelos familiares. Los avances en medicina reproductiva y también en legislación hacen posible, por ejemplo, que con donación de esperma una mujer sola pueda ser madre o que una pareja de lesbianas tenga hijos.

Sánchez resume que los pacientes, en comparación con años atrás, son ahora “de más edad, más diversos y más informados; con un deseo de participar muy activamente en su proceso”.

En estos 35 años, el equipo de la clínica ha contribuido al nacimiento de 9.706 niños y ha atendido a unas 22.000 pacientes en la Unidad de Reproducción. Según datos del centro, la demanda ha pasado de 700 a 800 pacientes anuales en 2010, a más de mil una década después. Ese progresivo incremento es el que ha provocado que al comienzo la clínica sólo tuviera un biólogo –Carmen Segura– y ahora cuente con cinco.

Segura explica que con la merma de la calidad seminal –debido el tipo de vida, los disruptores endocrinológicos y el retraso también de la edad del varón–, los pacientes oncológicos jóvenes que por la quimioterapia pueden ver comprometida su fertilidad y los nuevos modelos familiares, “cada vez los centros de reproducción asistida van a estar más presentes en la sociedad y se normalizará su uso”. De hecho, ya se ha normalizado. Casi todas las personas conocen en su entorno a una pareja heterosexual u homosexual, o incluso a una mujer sola, que tiene hijos mediante estas técnicas.

El ginecólogo Claudio Álvarez lleva 12 años trabajando en el Centro Gutenberg. Destaca su carácter puntero, pese a ser una clínica que no forma parte de grandes grupos empresariales. Para Álvarez, esa condición es una ventaja porque permite un trato muy humano y personalizado. El ginecólogo pone además en valor que pese a ser un centro relativamente pequeño, “el espíritu es de constante especialización” y que permanentemente se incorporan las nuevas técnicas que van surgiendo. “Invertimos y nos formamos de manera constante; que seamos una empresa local y familiar no quita que seamos punteros en reproducción asistida”, aclara. Y remarca que una paciente de Málaga “no tiene que irse a Madrid o Barcelona” para un tratamiento de reproducción asistida. “Así ha sido desde el comienzo. Todos los avances en reproducción asistida los hemos ido incorporando y siempre hemos estado a la vanguardia”, agrega.

Incluso recuerda que la clínica fue el centro piloto en Andalucía para la puesta en marcha del Registro Nacional de Donantes de óvulos y esperma. El llamado sistema SHIRA, que se creó hace un par de años para garantizar la trazabilidad de esas células, desde la donación hasta la recepción. “No sólo somos pioneros en incorporar técnicas de reproducción asistida, sino también para los avances legislativos. La clínica es referente a nivel nacional”, destaca Álvarez, director médico de la Unidad de Reproducción (URE).

Algunos directivos y profesionales del centro tienen vínculos familiares. Muchos llevan casi toda la vida trabajando en la clínica. Así que son casi una familia; la que ha ayudado a numerosos malagueños a poder cumplir su sueño de formar la suya.

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