Coronavirus en Málaga

Coronavirus en Málaga: Ensayo de la rutina

  • La normalidad asoma la nariz en una jornada marcada por la reapertura de las peluquerías, aunque muchos comercios con posibilidad de atender con cita previa prefieren no hacerlo de momento

  • Claro que, sin bares, esto nunca podría ser lo mismo

Una joven, con guantes y mascarillas, este lunes en Málaga.

Una joven, con guantes y mascarillas, este lunes en Málaga. / Javier Albiñana (Málaga)

Ya señalaba Chesterton que no hay mayor pasaporte a la invisibilidad que la rutina: basta con que algo suceda todos los días para que quede inadvertido. Uno nunca habría sospechado que en Málaga había tantas peluquerías hasta que este lunes pudieron volver a abrir después de casi dos meses de clausura obligada por la epidemia del coronavirus. Sí, se las había echado de menos. Especialmente los clientes que han podido ya acudir a acicalarse a gusto y que mantienen completas las agendas de muchas incluso hasta las próximas dos semanas (eso sí, algunas prefirieron no abrir aún a la espera de poder adaptarse con fidelidad a las condiciones del Gobierno para garantizar la seguridad, divulgadas muy recientemente en el BOE). Con esta atención particular y el cumplimiento de las distancias de seguridad, las peluquerías han sido las grandes protagonistas de la primera jornada laborable de la fase 0. También, cuidado, los centros de belleza y estética. Los de la calle Mártires, por ejemplo, con su orientación asiática y habitualmente muy frecuentados, no daban abasto, aunque la obligada atención vía cita previa evitaba cualquier tipo de aglomeración. Este lunes, en otro negocio de similares características de la calle Ferrándiz, una señora asomaba la nariz por la puerta entreabierta y preguntaba a la dependienta si podía darle hora "para los pelos", a lo que la joven respondió con un elocuente gesto que invitaba a la usuaria a armarse de paciencia. Y cabía imaginar entonces un ingente cultivo de pelos, uñas, durezas, verrugas, canas, apósitos y mil y un elementos indeseables crecido sin reparo en este confinamiento y objeto ahora de un deseado desprendimiento para el que, maldita sea, hay que pedir hora con tanta antelación. Mientras veía a un señor bien lustroso desnudo de cintura para arriba tumbado en una camilla en uno de los centros de la calle Mártires, y a la joven que se disponía a emprender la horripilante depilación como si de un oso pardo se tratara, recordaba aquel verso incandescente de Lou Reed: "Después del primer beso, todo es cuesta abajo".

Un restaurante distribuye raciones entre los clientes para su retirada. Un restaurante distribuye raciones entre los clientes para su retirada.

Un restaurante distribuye raciones entre los clientes para su retirada. / Javier Albiñana (Málaga)

Con los comercios minoristas unidos ya a las farmacias y supermercados, Málaga vivió este lunes espléndido de primavera una suerte de ensayo de la Nueva Normalidad. Especialmente en los barrios más populosos, ya fuese en la Victoria, en la Cruz de Humilladero o en la Carretera de Cádiz, la impresión era durante la mañana muy similar a la de un día habitual, con menos aglomeraciones, más distancia entre los peatones (siempre que las aceras lo hiciesen posible) y más mascarillas. El contraste seguía siendo sin embargo acusado en el centro, donde la normalidad pasa sin remedio por la reapertura de bares y restaurantes que, de momento, sólo pueden atender a quien acuda para llevarse la comida a casa. Y lo cierto es que, de momento, sobre todo en el mismo centro, algunos restaurantes han optado por no abrir, armarse de paciencia y aprovechar estos días para limpiar, instalar mamparas y tenerlo todo listo para cuando puedan volver a desplegar su terrazas. En Sánchez Pastor, el encargado de uno de los muchos restaurantes que pueblan la calle informaba a un cliente de que la apertura en las condiciones impuestas arroja "muchas dudas" y de que, en su caso, prefieren esperar una semana. Los que sí han abierto con menos reparos son los establecimientos que ya atienden así de manera habitual, especialmente los asadores: en Don Pablo, el emblemático de Lagunillas, ya había clientes pidiendo pollos a eso de las 12:00. Justo a esa misma hora, una vecina pasaba feliz con sus claveles recién adquiridos en una floristería cercana: "¡Ay, por fin he podido comprar flores, que tengo el balcón abandonao"!, contaba entusiasmada a otra vecina como si hubiera recuperado la insulina dos meses después. Este lunes se vieron además colas abundantes en bancos, supermercados y farmacias. Teóricamente, los compradores tomaban el relevo de paseantes y runners en el dominio de la calle, aunque de una formaba u otra terminaban ejerciendo de tales. Eso sí, tras la salida desbocada del domingo, y a pesar de los paisajes invadidos, predominaba con mucho la prudencia, la distancia y las conversaciones mantenidas a dos metros o entre aceras distintas. 

Responsables de la librería Proteo instalan una mampara en el mostrador. Responsables de la librería Proteo instalan una mampara en el mostrador.

Responsables de la librería Proteo instalan una mampara en el mostrador. / Javier Albiñana (Málaga)

No sólo los restaurantes han mostrado reservas a la apertura mediante cita previa. Buena parte de las librerías del centro, que ya tenían la opción de abrir para atender con cita previa, han preferido no hacerlo de momento. Es el caso de Rayuela: sus propietarios, Juan Manuel Cruz y Mari Carmen Niño, explicaban que, de momento, prefieren limpiar, desinfectar, instalar mamparas y dispensadores de gel y dejar en su librería una impresión de "absoluta seguridad" con vistas al día 11, cuando los clientes podrán entrar ya libremente, sin necesidad de cita previa, siempre con las distancias de seguridad y un límite de personas en el establecimiento: "Si alguien viene a pedir un libro que necesitara con urgencia lo atenderemos, seguro, pero preferimos concentrar toda nuestra atención en el lunes siguiente". Proteo tampoco abrió sus puertas este lunes, pero abrirá este martes, para lo que sus responsables llevan varios días trabajando a destajo para dejar el local a punto y con las máximas garantías de seguridad. Luces sí abrió este lunes para atender los pedidos y a los compradores que acudiesen con cita previa. Los responsables de las tres librerías citadas señalan un aumento considerable de las ventas on line durante estas semanas de confinamiento, aunque en todo caso insuficientes para mantener sus negocios, por lo que la reapertura con la mayor normalidad posible es una cuestión urgente. José Antonio Ruiz, director de Luces, llamaba la atención sobre la "buena acogida" del servicio a domicilio por el que, con un añadido de 99 céntimos, la librería ha llevado las compras on line a los domicilios de los clientes. Eso sí, con el acceso de momento cerrado a los clientes más allá de la caja para la recogida de encargos, Luces también instalará esta semana mamparas, dispensadores de gel y otros elementos para transmitir la mayor sensación de seguridad en la reapertura casi definitiva del próximo lunes 11.

Ya sabíamos que sin bares ni terrazas en los que poder entrar a tomar un café o una cerveza esto no iba a ser lo mismo. Pero, más allá de las mascarillas y el reparo que causa todavía entre la mayor parte del personal el mero cruce en las aceras, el ensayo de este lunes invita a pensar que, después de todo, la vieja normalidad no estaba tan mal del todo. Por más que entre los ritos de la antigua costumbre figure la mujer que, este lunes, se había montado una fiesta monumental en la Plaza de Jerónimo Cuervo, vestida con poco más que un bikini, fumando a destajo y escuchando reguetón del peor calibre en un móvil con el volumen a toda pastilla, mientras los de Limasa intentaban baldear el recinto sin poner perdida a la inconsciente que ignoraba sus advertencias. El buen tiempo, al cabo, es patrimonio de los más débiles.      

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