En un lugar como Málaga se echaba demasiado en falta el mar. Sobre todo, cuando se alejaron las nubes y la inestabilidad de abril y el sol trajo temperaturas casi veraniegas. Por eso, todo el que pudo por cercanía a sus domicilios, no encontró mejor espacio que el rebalaje para sus primeros paseos del confinamiento.

La arena bajo los pies descalzos e, incluso, un baño en el agua aún fría, trajeron sensaciones de libertad, de vuelta a la normalidad, recuerdos de momentos felices, de vacaciones en familia, de tiempos en los que nunca se hubiera imaginado lo que estaba por venir al final del invierno.

Las playas de los núcleos urbanos más poblados se han llenado este fin de semana. Y si bien no de bañistas como en los meses estivales, sí que algunos han decido volver a la natación, al kayak o al paddle surf en un fin de semana de aguas tranquilas y transparentes.

Bañistas en las playas de Rincón de la Victoria.

Las primeras jornadas de calor animaron al primer baño del año, ese que los más madrugadores se dan en Semana Santa, quizás antes, y que se había quedado aplazado. Con el permiso de salida de los niños el 26 de abril, los ayuntamientos de los municipios costeros abrieron sus playas que habían quedado clausuradas el pasado 14 de marzo y los que las tienen a menos de un kilómetros de sus domicilios han podido disfrutarlas.

Una corredora y varias personas haciendo paddle surf.

También los deportistas, que no tenían límite de movilidad siempre que fuese dentro de su municipio. Así, corredores, patinadores y ciclistas llegaron hasta los paseos marítimos para respirar nuevamente la brisa marina y dejar la mirada perdida en ese azul infinito que para muchos supone, directamente, la felicidad.

Una persona nada en el mar en la mañana de domingo.

Queda menos para que los chiringuitos abran y, aunque con la mitad del aforo en la terraza y las distancias de seguridad oportunas, se pueda disfrutar nuevamente de un buen espeto de sardinas.