Málaga

Desescalada Málaga: Los centros comerciales reabren con buena acogida de público

Clientes en la planta de Deportes de El Corte Inglés.

Clientes en la planta de Deportes de El Corte Inglés. / Javier Albiñana (Málaga)

Existe una mayoría que, al margen de los miedos incontrolables y los pensamientos apocalípticos, lo que quiere es recuperar la normalidad. Así que no fueron pocos los que en el primer día de la fase 2 en Málaga se lanzaron a darse una vuelta por los centros comerciales, a comprar ropa a los niños que han crecido, a renovar las zapatillas de deporte que ha desgastado en la desescalada. Y, como no, a darse baños de sol y mar en las playas del litoral malagueño. Salvo por el uso generalizado de mascarillas en la calle y en las tiendas, poco hacía pensar que este 1 de junio no era el de todos los años. Pero distancias, geles y precauciones aparte, la alegría de las puertas abiertas resultó un buen chute de optimismo.

Después de dos meses y medio cerrado, el flujo de clientes era constante en el recién remodelado Centro Comercial Larios. En las diferentes entradas se han habilitado puertas distintas para las entradas y las salidas y sensores de movimiento controlan el aforo de las instalaciones. A las 11:30 llegaba a un 30%, según un gran marcador situado en el acceso principal.

“Llevamos trabajando en las medidas de seguridad e higiene más de dos meses, hemos implantado nuevas tecnologías para garantizar el control del aforo en tiempo real”, explica Jesús María Condón, gerente del centro. Si el marcador roza la franja amarilla es que están próximos a completar el aforo y tendrían que recurrir a la espera del público antes de poder acceder y de ello se encargaría la plantilla de seguridad, que ha sido reforzada. Igual que recordar las medidas de distanciamiento social y ayudar a las tiendas de la gran superficie a mantener el control de su clientela.

Centro Comercial Larios, un protocolo muy exhaustivo 

“También incidimos en la desinfección de los puntos más críticos, como los aseos, las entradas, tenemos unas alfombras pulverizadas con desinfectante y se limpian con máxima frecuencia los pomos de las puertas, los botones de los ascensores y los pasamanos de las escaleras mecánicas”, agrega el gerente.

En el Centro Comercial Larios también se ha realizado una puesta a punto del sistema de ventilación, renovado con la reconversión del espacio, para que el “aireamiento sea siempre perfecto”. Y en los aseos, destaca Condón, tanto grifos como dispensadores de jabón son sin contacto. En los ascensores están marcados con pegatinas dónde se pueden colocar las dos personas que usen simultáneamente el elevador.

Clientes en los pasillos del Centro Comercial Larios en la mañana de su reapertura. Clientes en los pasillos del Centro Comercial Larios en la mañana de su reapertura.

Clientes en los pasillos del Centro Comercial Larios en la mañana de su reapertura. / Javier Albiñana (Málaga)

“Creemos que la gente es muy respetuosa, que tiene una conciencia importante y eso nos ayuda a gestionar todas estas medidas”, considera el gerente del Larios. “Los clientes tienen ganas de venir a un centro comercial, se ve a gente comprando, se están adaptando a la nueva normalidad”, agrega.

En cada una de las tiendas hay una pegatina con el aforo permitido según sus metros cuadrados y cuando hay más afluencia, como en el caso de Sprinter, los usuarios tienen que hacer cola fuera, donde también están marcadas las distancias de seguridad.

Primark abrirá este miércoles con un aforo de 709 personas y Zara, tanto en la planta alta como en la baja, ha dejado cerradas algunas de sus puertas para controlar mejor el flujo de los clientes. De las áreas de descanso se han retirado mesas y sillas y las zonas infantiles están restringidas.

En la atención al cliente se ha colocado una mampara protectora y en las escaleras mecánicas se pide que se dejen varios escalones de distancia. “Queremos aportar confianza, que se encuentren seguros y que vengan a comprar con garantías”, dice Condón, que espera que pronto puedan llegar turistas, que suponen una fuente importante de ingresos para el sector comercial.

El Corte Inglés, devolver la confianza

A media mañana la actividad era intensa en El Corte Inglés. Las puertas no paraban de abrirse en un entrar y salir constante de clientes. Eso sí, cada uno por su lugar. Frente al supermercado, un buen grupo hacía cola en el servicio de atención al cliente y en las plantas se registran las primeras compras después de más de 70 días de cierre. “La gente lo ha cogido con ganas, para ser lunes se está funcionando muy bien, estamos gratamente sorprendidos”, comenta Eduardo Barrero, responsable de Relaciones Institucionales de El Corte Inglés.

Gel hidroalcohólico y mascarillas, limpieza constante y desinfección de los puntos de mayor concentración de personas, son la norma general del establecimiento, que mide igualmente por sensores el aforo. “Además, el responsable de cada planta realizará un control cada hora”, agrega Barrero. Y considera que, salvo campañas excepcionales y fechas muy señaladas, la capacidad delimitada les va a permitir desarrollar su trabajo con normalidad.

Aviso de distancia de seguridad en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. Aviso de distancia de seguridad en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés.

Aviso de distancia de seguridad en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. / Javier Albiñana (Málaga)

Los probadores se han numerado y un empleado le indicará al cliente el que está disponible, que se desinfectará después de cada uso. Para mayor seguridad se dejan dos probadores vacíos de separación. Tanto la ropa devuelta como la percha de la que finalmente no se compra, se desinfectan con luz ultravioleta.

“Desde que comenzó el estado de alarma hemos estado trabajando en las medidas, adaptándonos a la normativa para darle un valor añadido a nuestro establecimiento, que los clientes vengan a comprar seguros y a gusto, que se recupere la confianza y nos vean como siempre, esa va a ser la clave”, explica Barrero.

En los departamentos de hogar, de moda, de ropa infantil y deporte es donde más se notó la reactivación. Y en las vitrinas, que cerraron con las lanas y las botas de invierno y han revivido con la colección de primavera verano. En la terraza, a un cuarto de su capacidad, las mesas separadas y tranquilas deparaban un lugar perfecto para el descanso. El restaurante también ha tomado sus medidas.

“Nuestra carta es el mantel desechable, también tenemos un código QR por si la quieren tener en el móvil, los platos se colocan boca abajo, aceites, sal y salsas van en bolsas monodosis, no hay adornos florales en las mesas ni servilleteros, se desinfecta después de cada servicio y una más profunda de dos veces al día, aunque no se utilicen”, explica el jefe de sala. El personal lleva gafas protectoras y mascarilla y desinfectan tanto bolígrafos como tarjetas de créditos antes y después del contacto.

Un profesor y su alumna retoman sus clases prácticas. Un profesor y su alumna retoman sus clases prácticas.

Un profesor y su alumna retoman sus clases prácticas. / Javier Albiñana (Málaga)

Una jornada para hacerse con las nuevas normas

En Málaga Plaza la afluencia de público era menor y se respiraba más tranquilidad si cabe. Gel desinfectante en la puerta y un cartel que pedía el uso obligatorio de mascarilla con el lema “Yo te protejo, tú me proteges”. Las puertas del Plaza Mayor también se reabrieron a sus clientes con las pertinentes medidas de seguridad, igual que el centro comercial Rincón de la Victoria.

En este último reinó la tranquilidad en la primera mañana. No fue necesario mantener colas para entrar, ni para pagar las prendas o cambiar algunas prendas compradas justo antes del confinamiento. El centro ha adaptado sus entradas y salidas con cartelería para evitar el cruce entre los clientes y se ha ideado un protocolo en caso de máxima afluencia.

Interiores abiertos para restaurantes y bares

Interior de la cafetería Los Tejeringos con la mitad de sus mesas clausuradas. Interior de la cafetería Los Tejeringos con la mitad de sus mesas clausuradas.

Interior de la cafetería Los Tejeringos con la mitad de sus mesas clausuradas. / Marilú Báez (Málaga)

Este paso a la fase 2 también ha significado que los restaurantes pudieran abrir sus salones, aunque algunos, como La Canasta, aún no lo han hecho. El restaurante argentino La Marca, en la esquina de la calle Salitre y Pasillo del Matadero, sí que montó este lunes las mesas en el interior, “pero ahora la gente lo que quiere es terraza”, dice su dueño, Bernardo Guillamundegui. Su aforo es de unas 50 personas dentro y, con la nueva normativa, podrá acoger a menos de 20. En la terraza tiene seis mesas y ha podido ganar espacio, por lo que le ha tenido que añadir sombrillas al toldo.

“Estos dos meses han sido muy duros, pero la verdad es que no me puedo quejar porque llevo desde el 90 y tengo ya una clientela muy hecha, tenemos ya reservas, había ganas de volver”, comenta Bernardo. Eso sí, se queja que después de estar tanto tiempo cerrado ahora es cuando comienzan las obras para tirar el puente del CAC, cuyo ruido y polvareda le afectará directamente a su terraza.

Playas, autoescuelas y residencias, un nuevo comienzo

Mientras la hostelería se reactivaba a la hora del almuerzo, las toallas recuperaban su espacio sobre la arena de las playas de Huelin y la Misericordia. A pesar de los grupos de adolescentes, la mayoría de los bañistas había dejado más metros aún de los recomendados y la calma era la tónica reinante.

“Veo que están respetando las medidas y que no hay mucha gente, la verdad es que teníamos muchas ganas de volver”, explica Mari. Vive en el Parque Mediterráneo, así que acudir todas las mañanas a la orilla del mar es su práctica habitual todos los años, menos esto. “Lo hemos echado mucho de menos”, dice Mabel, sobre todo por quitarse del “calor de casa”. “Además esto te relaja mucho, descargas mucha tensión tan solo escuchando el mar”, agrega Mari.

Una mujer limpia la tumba de un ser querido. Una mujer limpia la tumba de un ser querido.

Una mujer limpia la tumba de un ser querido. / Marilú Báez (Málaga)

La fase 2 significó ayer mucho más. Después de resistir a los momentos más duros de la pandemia, las residencias de ancianos volvieron a abrirse a las visitas de los seres queridos, siempre que fueran con cita previa y sin abrazos. Y las autoescuelas pudieron retomar su actividad con desinfección del vehículos tras el uso de cada alumno y la mascarilla siempre puesta al volante. En el cementerio, además de aumentar la capacidad de funerales y entierros, abrió sus puertas para aquellos que han querido volver a reencontrarse con los que ya se fueron.

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