20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'
  • Profundo renovador del Colegio de Arquitectos y dueño de una obra decisiva en Málaga

  • Invitó a mirar siempre la ciudad con ojos críticos y de la mano de la memoria

  • Félix Bayón, pluma afilada, causa justa

Francisco Peñalosa, ser y habitar

El arquitecto Francisco Peñalosa, fotografiado en 2005. El arquitecto Francisco Peñalosa, fotografiado en 2005.

El arquitecto Francisco Peñalosa, fotografiado en 2005. / García Vivas

COMO todas las muertes que llegan antes de tiempo y aparcan proyectos por cumplir, la de Francisco Peñalosa el 22 de agosto de 2008 dejó al arquitecto segoviano sin ver concluida su última obra, la recuperación del antiguo cine Echegaray para convertirlo en un emblemático y moderno espacio escénico, el sueño incumplido de quien también fuera un brillante escritor y articulista de Málaga Hoy desde 2005. A los 66 años y después de visitar los trabajos (ya muy avanzados) en el futuro teatro, Peñalosa falleció en su estudio de La Malagueta. Al parecer, un infarto se llevó la vida de un hombre “con una clase extraordinaria, una especie a extinguir”, según sus amigos más cercanos, como el también arquitecto Salvador Moreno Peralta.

Después de estudiar Arquitectura en Madrid, Francisco Peñalosa, nacido en Segovia, vino a Málaga en 1972. Aquí, totalmente integrado en una sociedad que era capaz de diseccionar con el mismo cariño que ironía, comenzó una carrera profesional que tiene como hitos “la manzana de la plaza de las Américas y un edificio frente a la estación Vialia”, resaltó tras su muerte Moreno Peralta. De la misma opinión era entonces el también recordado Carlos Hernández Pezzi, entonces presidente del Consejo Superior de Arquitectos de España y también amigo de Peñalosa. Académico de San Telmo, fue dos veces decano del Colegio de Arquitectos durante la década de los 80. “Transformó al colegio en una institución puntera culturalmente hablando, algo que no se ha vuelto a repetir”, dijo Moreno Peralta. No sólo supo traer a Málaga a nombres principales de la arquitectura, sino que convirtió el centro en el principal punto de encuentro de la movida artística malagueña junto a Tecla Lumbreras.

Detrás del proyecto del Echegaray llevaba más de cinco años. Aunque también firmó el proyecto con César Olano y Moreno Peralta (quienes concluyeron el proyecto de la mano de Borja Peñalosa), Francisco Peñalosa era el que realizaba, sobre todo, el trabajo de seguimiento. “Tenía una simpatía desbordante y una gracia tremenda, como los grandes escritores y humoristas de los años 40 y 50, fue un vividor en el mejor sentido de la palabra”, recordó emocionado su amigo Moreno Peralta. “Era un hombre comprometido con la ciudad y la Arquitectura”, destacó el ya citado Carlos Hernández Pezzi. “La suya era la posición de un libre pensador de tono progresista, la de un arquitecto crítico”, añadió Pezzi, quien no pudo olvidar que “tuve el honor de que apadrinara mi libro sobre García de Paredes”, desde su posición de decano del Colegio de Arquitectos. Una de las paradojas en la carrera de este arquitecto segoviano, cuyo compromiso con Málaga es señalado por todos los que le conocieron, es que tanto una de sus construcciones predilectas, el Silo del Puerto, como su mejor obra propia, los América Multicines, también han desaparecido.

Convirtió el Colegio de Arquitectos en un núcleo fundamental de la cultura en los 80

Preguntado por la relación de los malagueños con la historia de su ciudad en una entrevista concedida a Málaga Hoy en 2005, en pleno debate sobre las consecuencias del plan especial del puerto, Francisco Peñalosa afirmaba: “Habría que empezar a investigar desde Preescolar. En cualquier otro sitio, en el Liceo, te hacen leer un libro todas las semanas; en otros no. Hay gente que, si no la educas desde pequeño hasta conocer su propia historia, pasa como en el trato que le dan al puerto, que no conocen que lleva haciéndose desde los Reyes Católicos. Siempre renovándose, como ahora con los contenedores. Dices la grúa es bella y la gente te mira como si estuvieras de los nervios, pero luego son capaces de ir a una exposición de mecanismos de madera de Da Vinci. Porque la arqueología industrial se reconoce, pero, para que exista, tuvo que haber un presente industrial. El problema es compatibilizar, como todo. Nunca será como la Vendeja, cuando en lo que ahora es la Plaza de la Marina la gente iba al puerto a cargar y descargar las pasas, las almendras... Aquello no volverá, pero cuando no conoces esa historia tienes a gente que propone poner chiringuitos en el puerto, y eso es una falta de respeto. Quieren meter allí a miles de personas. Pues no. Hagan un espacio lento. ¿No hay ahora slow cities? Pues hagan un recinto educado, cultural, sin masa”.

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