"Good morning", dice la profesora de Francés

Muchos profesores inician este curso estudiando materias que tenían medio olvidadas o que nunca antes habían impartido. Son las llamadas afines, asignaturas distintas a la especialidad del docente a las que los recortes en educación les obligan a enfrentarse. Los más positivos lo consideran un reto pero a la mayoría lo que les causa es desazón. En ciertos centros, esta práctica forma ya parte de la vida diaria.

Cuadrar horarios ha sido imposible en el IES Mayorazgo y para evitar más desplazamientos han preferido que un 24% de la plantilla enseñe a sus alumnos materias afines. No todos tomaron esta decisión del equipo directivo con buen ánimo, pero poco se podía hacer. Este curso lo inician 34 docentes cuando el año pasado trabajaban 39 profesionales. Ocho de ellos imparten asignaturas fuera de su especialidad, por la que aprobaron las oposiciones y fueron contratados por la administración. El propio director del centro, Juan Manuel Roldán, es uno de ellos.

"Siempre he dado Economía de Bachillerato, soy licenciado en Administración y Dirección de Empresas", comenta Roldán, que este año impartirá a primero de Bachillerato la asignatura común y obligatoria para todos Ciencias para el mundo contemporáneo. "Me la estoy preparando ahora, buscando información a marchas forzadas", explica el director del centro. Esta materia enseña desde el origen del Universo hasta la revolución digital pasando por el futuro sostenible, salud y enfermedad, genética y nuevos materiales de ingeniería. "He sido muy sincero con los alumnos y les he pedido disculpas por adelantado si no doy la calidad que merecen, aunque obviamente intentaré estar a la altura", añade.

Su compañera Catherine Gaibrois es profesora de Francés pero imparte Inglés el 60% de su horario. Esto no es nuevo para ella, pero el aumento de dos horas lectivas ha empeorado el caso de esta docente que tiene aprobado en B2 en la Escuela Oficial de Idiomas. "Mi compañera de Francés no sabe Inglés y o lo daba yo o ella salía desplazada del centro y no queríamos que eso ocurriese", comenta Catherine, que el año pasado daba 7 horas de Inglés y éste ha pasado a 12.

Rosa Alonso es la compañera a la que se refiere. Este curso imparte 14 horas de Francés y 7 de Lengua y Literatura. Pero lo hace en un segundo de Bachillerato y le impone la nueva responsabilidad. "Estoy estudiando, mirando en internet y preguntando a otros compañeros cómo organizar la asignatura", reconoce Rosa. "Esto significa un esfuerzo añadido porque no quieres decepcionar a los niños. Independientemente de que la situación sea justa e injusta, tienes delante a unos alumnos y no lo puedes pagar con ellos ni por falta de preparación ni de ánimo", dice.

El de Eduardo García es un caso diferente. Imparte Biología desde hace más de 30 años, una asignatura que ha enseñado en exclusividad en la última década y media. Este año también da una hora de refuerzo de Matemáticas. "Con este tipo de cosas el profesor lo pasa mal porque tiene la responsabilidad de hacerlo bien, haces un sobreesfuerzo que no se va a compensar ni en salario, ni en mayor flexibilidad horaria, ni en reconocimiento de la administración o de la sociedad", subraya Eduardo, convencido de que estamos asistiendo a una vuelta al pasado en el terreno educativo.

Lo peor de todo es que quienes van a pagar los recortes son los alumnos. "Esto empeora la calidad de la enseñanza y no se trata sólo de que a nosotros nos moleste sino que influye negativamente en los alumnos", reflexiona Catherine. Para estos docentes, "lo van a pagar esta generación que está ahora en las aulas y si no los formamos bien tendrán menos posibilidades". Sin embargo, en el tercer día de clase los alumnos aún no perciben el cambio, como aseguran Pablo y sus compañeros de segundo de Bachillerato. Aunque la Selectividad los espere a la vuelta de la esquina, ni siquiera les preocupa aún que no vayan a tener hasta octubre profesor de Física y Química.