Hadas, duendes, zombies y 'hip hop'
Los escolares apuran la última semana del curso académico con un programa repleto de fiestas
Faltan exactamente nueve días para que 216.000 niños de Málaga acaben el colegio. Quedan las mejores jornadas. Las de las hadas apresuradas camino de la escuela, princesas espectaculares con miedo a llegar tarde y duendes expectantes por la impresión que podrá causar su aspecto. Son los días de las fiestas de final de curso. Esas que se celebran justo cuando las clases agonizan, pero las notas todavía no están en poder de los padres.
Pero son más que simples fiestas escolares. También tienen una misión pedagógica: "Buscamos que los niños se desenvuelvan, que saquen fuera su creatividad, que pierdan el miedo escénico. Es decir, que se exponga el trabajo que se ha hecho durante el curso. Y por supuesto que disfruten ellos, sus familias y hasta los antiguos alumnos que vuelven cada año", explica Salvador Vílchez, profesor de segundo de Primaria y presidente de la cooperativa que gestiona el colegio Platero, uno de los primeros en organizar la fiesta de fin de curso.
Tan en serio se toma el asunto que los espectáculos los organiza en este centro una comisión pedagógica para diseñar las actividades de la fiesta en la que se involucran a todos los escolares, desde el primer curso de Infantil (tres años) hasta cuarto de ESO (16 años).
A los más pequeños este año les ha tocado el musical (desde Abba a Grease, hasta el cancán), seguidos de las danzas del mundo y Amelí y su universo mágico de duendes. Para los mayores, en cambio, el mundo de la fantasía pierde terreno frente a lo urbano. Y allí estaban el viernes por la noche en El Platero un dúo de hip hop glosando las durezas de esta sociedad y sus calles vistas desde la adolescencia.
Para que todo funcione es esencial la connivencia de los padres, facilitando las caracterizaciones. "Yo debo tener ya en casa unos 30 disfraces", cuenta Margarita, una experimentada madre de tres niños de entre 12 y ocho años que ya llevan unas cuantas fiestas a sus espaldas.
Y, desde luego resulta esencial la implicación de los profesores: "Hemos participado 34. Unos diseñando coreografías y ensayando y otros en tareas de vigilancia en la puerta durante esta velada", apunta Sebastián Vílchez que, entre otras funciones, es el animador tradicional de la velada final de El Platero y batería de Los Platters, la orquesta de los profesores que en esta edición reconvirtió a Raúl el administrativo del centro en un inesperado vocalista.
Y entre actuación y actuación, venta de broches para la asociación de ayuda a los enfermos de cáncer, Cudeca, tómbola, bebidas y tapeo a beneficio de los estudiantes que despiden las enseñanzas obligatorias con un viaje de final de curso, y exposición de manualidades con los mejores trabajos de todos los cursos de Artística y Tecnología.
Con diferentes formatos y maneras de entender el fin de curso, prácticamente todos los centros de educación obligatoria despiden el año académico con fiestas en la que disfraces y actuaciones son imprescindibles.
Después vendrán las notas sus algunos sobresaltos y dos meses largos de vacaciones en la que las familias vuelven a echarle imaginación, esta vez no para buscar disfraces, sino para hacer carambolas con abuelos, campamentos y canguros hasta que de nuevo llegue septiembre.
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