Luchadores robóticos sin rival
Dos robots de estudiantes del IES Politécnico Jesús Marín vencen en todos los certámenes de su categoría
En un tatami negro miden sus fuerzas dos pequeños robots. Como en la lucha de sumo, los contricantes han de empujarse hasta que uno de ellos salga fuera de la lona y el otro se proclame ganador. La diferencia con los pesados deportistas nipones es que se trata de máquinas autónomas que no pueden exceder de los 500 gramos de peso ni medir más de diez centímetros de largo por diez de ancho. Brutalbot y Xantalions son dos creaciones malagueñas invictas. Cuatro alumnos de Desarrollo de Productos Electrónicos, un módulo superior de FP, del IES Politécnico Jesús Marín, son los responsables de dos robots de minisumo que se están alzando con los primeros premios en todos los certámenes nacionales de su categoría. Fran Corpas, Javi Sánchez, Juan Pedro Rodríguez y Rafael Rodríguez diseñaron estas piezas para la asignatura de electrónica de sistemas. Invirtieron unos cuatro meses el curso pasado y ganaron en Madridbot, una plaza difícil por la gran participación, Malakabot y Robolot.
Se trata de máquinas totalmente autónomas, sin mando a distancia, "que toman sus propias decisiones sobre el tatami", comentan Fran y Javi, de 23 y 25 años respectivamente. Fran explica las bases de estos robots. "Tienen que tener baterías, motores controlados por programación, un chip programable y sensores", dice. Estos últimos recogen la información y su programación hará a la máquina tomar partido por una de estas tres actitudes, la defensa, el ataque y la búsqueda del oponente.
"Que sepan dar la vuelta si le pillan por detrás, que puedan ejecutar maniobras evasivas y empujar", describe Javi como características esenciales a conseguir en estas creaciones. "La idea es sorprender al contrincante", apostilla Fran. Aunque el material fungible, es decir, la electrónica lo pone el centro, el chasis es cosa de los alumnos. Unos 70 u 80 euros cuesta crear una pieza de estas características aunque ellos "han amortizado con creces la inversión porque ya se han llevado unos 1.000 euros en premios", asegura Enrique Norro, profesor de electrónica de sistemas. Aunque en Madrid el segundo día de competición "empezamos a ver triquiñuelas de los otros y temimos lo peor, al final arrasamos", cuentan satisfechos.
Les gusta el minisumo porque les divierte la competición. También ganan amigos porque, asegura su profesor, es algo que crea afición. "El ambiente está muy bien", asegura Javi cuando recuerda los certámenes a los que han acudido. En Olot los invitaron con todos los gastos pagados e igualmente se trajeron el premio. Pero los éxitos del pasado no les impiden pensar en los nuevos retos del futuro y estos alumnos de segundo curso ya están trabajando en el diseño de dos nuevos robots. "Pensamos en dar un cambio radical, lo vamos a hacer lo más bajo posible, para que tenga mucha tracción y no se levante", dicen. El objetivo será construir una máquina invisible a ojos del enemigo y poder "picarse" con los ingenieros en el certamen nacional de Universidad de Alcalá o en el Aessbot de Barcelona.
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