Opinión | Territorio Comanche

Málaga: Paraíso para irse

Vista aérea de Málaga.

Vista aérea de Málaga. / Javier Albiñana

MÁLAGA está de moda. Son distintas las circunstancias que han confluido para que en la última década se haya dinamizado la actividad económica, aunque la dependencia del turismo siga siendo espectacular. Quedémonos con lo positivo, como que, siendo muy poco resistente a impactos externos, se trata de una actividad muy resiliente, y por eso hemos recuperado el vuelo tras haber atravesado dos importantes crisis en los últimos 15 años. Valga lo uno por lo otro. Pero lo realmente importante ha sido la apuesta por Málaga de grandes multinacionales que fueron las primeras en confiar en este destino gracias al empuje del Parque Tecnológico. A partir de ahí, la transmisión directa ha funcionado, el boca a boca, con lo que poco a poco ha pasado a ser un referente en el mediterráneo para muchas empresas a la hora de abrir una oficina, un centro de investigación, o simplemente una sede.

Esto no se ha producido por azar, sino que son muchos los argumentos que justifican dicha expansión. Málaga está puesta en el mapa con un aeropuerto y una estación de AVE de primera magnitud, con lo que el factor atractor de población queda planteado, lo que, unido a una buena red de autovías, supone la conectividad tanto con los espacios inmediatos o cercanos, como la reducción de tiempos de transporte con otros ámbitos europeos o transcontinentales. La semilla ya la había puesto el sector turístico, el denostado turismo de sol y playa, y especialmente unas condiciones climáticas que permiten durante más de ocho meses al año gozar de unos niveles de confort altos, a pesar de los nubarrones ya constatados como indicadores de cambio climático. Pero al ser un proceso a medio plazo, aunque ya lo estemos padeciendo en el día a día, ya sabemos que nos importa una higa mientras no nos afecte a nuestro ombligo.

El especial empuje de las tecnológicas se ha debido a la conexión del eje universidad-PTA

Con esta buena base, el especial empuje de las tecnológicas se ha debido a la conexión del eje universidad-PTA. La Universidad de Málaga es joven, lo sabemos, ahora estamos celebrando el medio siglo, y las Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería Informática y Telecomunicación mucho más recientes. Apenas si tienen 30 años, más o menos los mismos que el PTA. No fue fácil poner en marcha unos estudios desde la nada, para lo que hubo que contar con el trabajo serio, tenaz y riguroso de muy buenos catedráticos, referentes nacionales e internacionales (los Troya, Lopez Zapata, Camacho, Sandoval, Puerta, Gago…), que además, supieron conectarse con el eje vertebrador de la Málaga de entonces, y que, como tiene que ser en esta vida universitaria, fueron maestros creando escuela, con toda una serie de pupilos y pupilas, en muchos casos ya catedráticos y catedráticas, que a su vez están haciendo lo propio con sus alumnos, siendo indiscutibles referentes internacionales. Como decía el presidente de la Academia Malagueña de Ciencias, la Málaga de 2022 no sería la que es sin su universidad; sin duda la institución que más ha transformado nuestra provincia en el último medio siglo. Siempre a mejor en investigación, en emprendimiento, en su papel internacional, pero sin lugar a duda, en el espectacular crecimiento del peso de las nuevas tecnologías basadas en la informática y la telecomunicación. Ya no es el futuro, sino el presente. Y en esta expansión, por supuesto, la conexión con el PTA, que ha sabido catapultar y consolidar dicha dinámica. Un crecimiento continuo. Es decir, hemos asistido a un proceso de consolidación de la mano de los rectores (y rectora) de la universidad en el tejido social y productivo de Málaga, y de las nuevas tecnologías. Basta con acercarse por la ampliación del Campus de Teatinos, y contemplar la dinámica urbanística del mismo, consecuencia directa de sus necesidades. Y sí, la UMA tiene que cambiar muchas cosas, los universitarios hemos de ser exigentes, autocríticos y no caer en la “petalada” fácil, y tendremos una buena oportunidad de hacerlo en el próximo año en el que habrá elecciones a rector, pero también tenemos motivos de festejar cuando las cosas se hacen bien.

Y en todo esto, el ayuntamiento por supuesto que, como no puede ser de otro modo, ha tenido un papel importantísimo, para que no nos digan que en este Territorio Comanche no sabemos también hacer la ola, y gratis, oiga. En el último cuarto de siglo se ha consolidado la apertura al mar de la ciudad por el oeste, con un ordenado paseo marítimo, y la peatonalización del centro, tan controvertida inicialmente, y la expansión de la ciudad y de la universidad hacia Teatinos, en un urbanismo más planificado... Este alcalde que lleva 22 años como regidor, naturalmente, es también responsable de esta dinámica.

Manifestar una opinión dando la cara no es ser antimalagueño, e igual sí lo es detectar el problema, poner la mano y callarse

Pero dicho esto, si no se está de acuerdo con que se construyan unas megatorres nada sostenibles en los terrenos más densamente poblados de Europa, en vez de un parque urbano de indudable valor ambiental, pues se dice. Si le parece una barbaridad que una barriada que en realidad es un gueto como Los Asperones, lleve 35 años en modo provisional, sin que se le haya caído a nadie la cara de vergüenza, se dice. Si no ve lógico que se genere un espacio de segregación mediante una valla en el puerto, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, se dice. Si piensa que el cinturón verde o forestal de Málaga sigue siendo otra de las grandes asignaturas pendientes, por lo que cada vez que llueve con cierta intensidad, nos anegamos, se dice. Si opina que los barrios históricos están abandonados a su suerte, que se caen a pedazos y que el concepto de restauración es una entelequia, y a las pruebas me remito con El Perchel o Santa Julia, pues se dice. Si no le gusta el turismo choni de borrachera al que hemos arrendado el centro histórico, se dice. Si no está de acuerdo con que se estén favoreciendo auténticos pelotazos urbanísticos, al socaire de proyectos imposibles, patrocinados por el mismísimo ayuntamiento, lo dice. Si cree que la ciudad se está desarrollando al margen de sus ciudadanos, e incluso expulsándolos de sus barrios tradicionales, lo dice. Y si piensa que por todo eso, Málaga ni es una ciudad sostenible ni inclusiva, pues lo dice y punto. Mas un largo etcétera en el que también tiene su cuota de responsabilidad el alcalde.

Por cierto, que manifestar una opinión dando la cara no es ser antimalagueño, e igual sí lo es detectar el problema, poner la mano y callarse. Con algo más del 20% de las personas en situación de vulnerabilidad social, con un porcentaje de desempleo similar y una renta familiar que supone el 80% de la renta española, no parece que estemos en el paraíso deseado que tanto se vende en los últimos tiempos. No lo digo yo, lo dice el Observatorio de Medio Ambiente Urbano, del Ayuntamiento de Málaga, en su último informe. Málaga redonda.

Que pasen un buen verano.

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