EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
Carlos ferrater. arquitecto
Conversa de manera pausada, serenamente, como si el reloj no descontases los minutos que le restan para tomar un AVE a Barcelona. Sus gestos denotan una elegancia que se deja ver en su arquitectura, en la que la luz es una materia prima más. El pasado jueves pronunció una conferencia en el Colegio de Arquitectos de Málaga. Volvía la ciudad tras ocho años de ausencia y no la quiso abandonar sin pisar el Museo Picasso.
-¿Ha visto muy cambiada Málaga desde su última visita?
-Ya tenía una imagen espléndida de esta ciudad, ya me gustaba. Se habla de Sevilla, Granada... y siempre he encontrado que Málaga era una ciudad espléndida. La presencia del mar, la arquitectura tradicional. Y tiene lugares como esta plaza, con la Catedral, la Alcazaba... Vine con muchas ganas y lo que encontré fue espléndido, porque el ambiente que encontré en la conferencia fue muy agradable. Fue divertida, la gente se rió.
-¿Ser arquitecto es una cosa muy seria?
-No, es como cualquier otra profesión. Al final de la conferencia había estudiantes muy interesados... Les conté que empecé en Medicina. Estuve unos meses y vi que no me acaba de convencer. Pero también quise ser físico nuclear y periodista...
-Casi fue descartando...
-Sí, fue un poco por descarte. Lo que pasaba en la escuela no me interesaba mucho pero lo que pasaba fuera o a la gente que estaba en la escuela y lo que hacía sí me interesó.
-Porque la arquitectura se aprende más fuera...
-Se aprende viviendo, equivocándote.
-Ha visto por primera vez el Museo Picasso. ¿Qué le pareció?
-Fantástico. No pensaba que hubiese tanta obra sustantiva junta aquí; pensaba que iba a ser más reducida. Me he quedado muy impresionado. La obra gráfica me ha encantado, los grabados, y he encontrado tres o cuatro piezas de esas que hay que mirar y abstraer un trozo de figura.
-La relación arquitectura-pintura ¿es indespensable?
-Mire, una de las obritas que he hecho, una casa para mi hermano, una pequeña casa en el delta del Ebro, nace de un cuadro de Picasso, que pintó allí. Un paisaje de descomposición cubista de cuerpos, con un paisaje de palmeras, la luz del Mediterráneo... La casa sale del cuadro. Llevaba meses sin saber qué hacer y salió del cuadro. Y hoy a lo mejor me sale un proyecto de una cosa que he visto.
-¿Qué vio?
-Un cuadro en el que el paspartú, los grises profundos, hay una cara triangular esférica que es maravillosa. La luz, la expresión y toda la abstracción que contiene la figura humana reducida a un lienzo. Igual hay un proyecto tras eso.
-¿Puede hablarse de un Picasso de la arquitectura?
-Le Corbousier sería lo más aproximado, porque también tiene la faceta de pintor. Y reinventa la arquitectura. Como Picasso, él reinventó.
-¿Usted se considera un arquitecto estrella?
-No. En absoluto. Mis preocupaciones van por otro lado. Nunca me ha interesado la arquitectutra espectáculo, en cuanto a que el espectáculo es algo efímero y dura poco. La arquitectura tiene que durar mucho. Y cuando me hablan de icónico y emblemático me pongo un poco nervioso.
-Pero ha habido mucho de ello...
-Sí, la arquitectura ha derivado hacia ahí. No digo que todo sea malo, porque ha puesto la arquitectura a un nivel de aceptación popular y mediática y la ha convertido en un arte central, cuando a lo mejor estaba un poco dormida. Ha despertado conciencias. Pero también ha creado un cierto movimiento en contra de esa arquitectura, lo cual es positivo. Porque un arquitecto lo único que puede hacer cuando quiere protestar de algo es hacer una arquitectura que enfrente.
-¿La crisis ha frenado esa tendencia al espectáculo?
-Ha sido de las pocas cosas positivas. La crisis era la previa, lo que pasaba antes, cuando alguien te decía que España construía las mismas viviendas que Alamenia, Francia e Inglaterra... Eso era la crisis. Esto son las consecuencias de aquella crisis.
-¿Y el arquitecto tiene algo que ver con esa crisis?
-Claro. No diría que es el único pero sí es uno de los culpables; al menos por connivencia. Se han hecho muchas barrabasadas. Diría que se salvan pocos o nos salvamos pocos.
-Su profesión es de las más castigadas por la crisis. ¿Era imaginable hace diez años?
-Hace diez años quizá era difícil imaginar adónde podía llegar esto, pero la inflación de escuelas de arquitectura, la producción de arquitectos masiva, la construcción desatada por todos los lugares de la geografía española... Me dijeron que en Málaga se llegaron a hacer 40.000 viviendas. Algo pasaba. Todo eso debía habernos hecho ver que podía venir.
-Su experiencia en Córdoba...
-¿El ojo del califa?
-Justamente.
-Lo recuerdo bien, porque me permitió aproximarme a Córdoba, que es una ciudad que adoro y que creo tiene el mejor monumento de esa parte de la antigüedad. Pude conocer en profundidad la Mezquita y tuve una buena relación con Rosa Aguilar. Lo que pasa es que ella dijo que aguantaría el tipo y al final no lo aguantó. Aquellos desayunos eran muy prometedores. Pero cuando llegó el momento... Las cosas pasan. Como experiencia arquitectónica fue muy interesante. Fue un episodio más.
-Su nombre estuvo vinculado hace algunos años a dos de las torres proyectadas en el paseo marítimo de poniente de Málaga.
-Sí, un par de torres, Reyal Urbis. Vine aquí, Gerencia de Urbanismo; se veía con buenos ojos, pero la crisis llegó y quizás mejor. Porque el tiempo de planificación, de ver cómo se hacía aquella operación tardó un año largo y eso hizo que no se hiciera. Estaba convencido, me gustaba el proyecto. Pero ¿hacían falta dos torres más?
-¿Esa zona es adecuada para construcciones en altura?
-Sí. No me parece mal que en algún lugar haya alturas. Ahora estoy más intetresado en los rascasuelos que en los rascacielos. Son piezas horizontales que corren por el territorio, sin patas.
-Usted habla de la luz como un material más. ¿Qué le inspira la luz de Málaga?
-Es magnífica. He estado en el Picasso pero luego he recorrido los patios. Con esos empedrados, con los fondos de laurel... La luz que vi en estos patios es tan maravillosa. La luz indiscriminada es una, pero cuando entra en un recinto es materia prima arquitectónica.
-¿Y la de Málaga es buena?
-Es muy buena.
-¿Conoce la polémica sobre el proyecto diseñado por Rafael Moneo?
-No, no la conozco. Tengo un gran respeto por Rafael. Es una gran fortuna para cualquier ciudad poder tener un proyecto de Rafael.
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