El Metro se da la mano con el último tranvía
Las catas arqueológicas que se realizan en el lateral norte de la Alameda descubren el basamento del antiguo sistema tranviario, que dejó de funcionar a finales de 1961.
Málaga/Toda labor de excavación tiene en su naturaleza misma un ejercicio de profundización en aquello que fue, en el origen de las cosas que, por lo general, acaban quedando enterradas con el transcurrir de los años. Restos romanos ocultos bajo las construcciones musulmanas, a su vez ensombrecidas por las generaciones cristianas posteriores. Y así, sin descanso, capa sobre capa de tierra, argamasa, hormigón, hasta nuestros días, en los que ya sea una simple cimentación o una gran infraestructura, permiten redescubrir aquello olvidado con el paso de los siglos.
Son esos los intangibles vinculados a un proyecto de dimensiones mayúsculas como el Metro de Málaga, que en su lento avance hacia su final sigue extrayendo del subsuelo sorpresas del ayer. Después de haber transitado por los terrenos que antaño sirvieron de enterramiento romano en el entorno de la calle La Unión, de destapar un complejo alfarero del siglo XII junto a Renfe o de encontrarse con la muralla nazarí en Callejones del Perchel, ahora el Metro se reencuentra con su antecesor más directo: el tranvía que circuló por las calles de Málaga hasta el año 1961.
Los trabajos que la unión temporal de empresas (UTE), integrada por Acciona y Sando, adjudicatarias del contrato para la ejecución del tramo Guadalmedina-Atarazanas, realizan estos días en el lateral norte de la Alameda han permitido poner en contacto el pasado y el presente ferroviario de la capital. Las catas iniciadas días atrás por los operarios, que se alargarán hasta la próxima semana, han localizado en el cruce con la calle Torregorda la antigua estructura tranviaria.
"Parece que estamos hablando de la traviesa del tranvía de los años 60", explicaron ayer fuentes de la Consejería de Fomento, que aludieron a la posibilidad de encontrar más abajo restos de otros tranvías más antiguos en el tiempo. El sistema de georradar que se está empleando en estas pesquisas, en la necesidad de eliminar dudas respecto a lo que se encontrará bajo tierra una vez se inicie la tarea de excavación en el tajo, permite vislumbrar que a metro y medio de profundidad podrían encontrarse restos de los sistemas ferrovarios más antiguos, que datan del siglo XIX y principios del XX. Hasta alcanzar esa cota inferior, a apenas unos centímetros de la superficie, ya se visualiza "el basamento y el arriostramiento transversal del tranvía de los años 50".
Las fuentes consultadas informaron de que ante el descubrimiento se ha remitido la información correspondiente a la Consejería de Cultura, si bien señalaron que no se trata de restos arqueológicos. Dado el valor "simbólico" del hallazgo, el departamento dirigido por Felipe López abre la puerta de par en par a "estudiar su puesta en valor". Algo semejante se planteó este mismo organismo con la traza de la muralla nazarí encontrada en Callejones del Perchel, cuyo mantenimiento y conservación es obligada por ley, dado que se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC). El basamento ahora localizado se corresponde con el más joven de los tranvías, el último que recorrió la urbe antes de su cierre definitivo en diciembre de 1961, dando paso a la que hoy es la flota de autobuses de la Empresa Malagueña de Transportes.
Antes que el antecesor directo del Metro de Málaga hay que remontarse a finales del siglo XIX, cuando entraron en funcionamiento los bautizados como tranvías de sangre. Este medio de desplazamiento consistía en carromatos con asientos, que eran tirados por caballos o mulas. Los mismos transportaban viajeros deslizándose sobre raíles metálicos. Según el trabajo realizado por Eva María Ramos, titulado Los Orígenes del Tranvía en Málaga, este medio comenzó a establecerse en Málaga a principio entre 1883 y 1884, prestando sus servicios al público a partir de 1891. Hasta ese momento, el transporte público y privado estaba reducido a los coches de caballo. Con este sistema de tracción de sangre se pusieron en marcha tres líneas: Estación-Arroyo de la Caleta, Estación-Barriada de El Palo y Estación-Boquete del Muelle.
La flota estaba integrada por 17 vehículos con capacidad para 18 pasajeros. La última de las líneas partía de las proximidades de la estación del ferrocarril y recorría la calle Cuarteles, el Pasillo de Atocha, el Pasillo de Santa Isabel, la calle Torrijos, la calle Álamos, la Plaza de la Merced, la calle Granada y Molina Lario, concluyendo en el extremo de esta calle, a la entrada de lo que en aquel entonces se conocía como Boquete del Muelle.
El tiro con animales quedó aparcado en 1901. En esa fecha la empresa Tramways de Málaga Société Anonyme, filial de la germano-belga L'Union des Tramways, solicitó el cambio de la tracción animal a la eléctrica. Tras la puesta en funcionamiento de un primer ramal en 1905, el que discurrió entre la Estación de Córdoba y la Arroyo de la Caleta, siendo prolongada hasta El Palo ese mismo año. En 1907 se electrificaron el resto de líneas y los vehículos aumentaron su capacidad a 42 pasajeros.
En 1923 ya funcionaban seis líneas que realizaban los siguientes recorridos con un total de 37 tranvías: Alameda-El Palo; Alameda-Estación; La Victoria-Huelin; Alameda-Bellavista; Alameda-Baños del Carmen; y una circularAlameda-Molina Lario-Granada-Victoria-Cristo de la Epidemia-Capuchinos-El Molinillo-Pasillo de la Cárcel-Pasillo de Santa Isabel-Alameda.
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