Málaga

Nacidos en cuarentena

  • Martín nació mientras la sociedad se estaba haciendo a la idea de que los próximos días pasarían bajo el estado de alarma y Luca, con la medida ya decretada

Los bebés nacidos en medio de la pandemia del coronavirus.

Los bebés nacidos en medio de la pandemia del coronavirus. / M.G.

Los futuros cumpleaños de Martín y Luca coincidirán, por seguro, con el aniversario de los meses en los que la población vivió confinada para hacer frente a una pandemia que arrasó con miles de vidas y cambió la realidad social, económica y política del mundo. En unos años, sus padres y hermanos mayores les contarán que llegaron al mundo entre el miedo y la incertidumbre, en hospitales saturados y una Málaga vacía, entre noticias que solo hablaban de casos, fallecidos y curados. En la era del coronavirus también emerge la vida.

En casa de Ilde, Isa y Kai el virus llegó antes que Luca. El pequeño de la familia, de cuatro años, comenzó con síntomas el 10 de marzo y los padres fueron detrás. Cuando Isa consiguió que le hicieran las pruebas para confirmar la enfermedad y dio positivo, estaba en la semana 38 de embarazo. Era 17 de marzo y llevaba tres días asintomática. “Los médicos dijeron que teníamos que retrasar el parto todo lo posible, pero es algo que no podemos controlar”, recuerda. Le pidieron reposo y le dieron cita para repetir la prueba el día 30, pero Luca no quiso esperar.

El 29, Isa se puso de parto y, previa llamada de aviso, se desplazó hasta el Materno. “Todo el mundo estaba asustado. Había otra chica con positivo dentro y mientras esperaba, me hicieron la prueba y se me paralizó el parto. Regresé a casa pero pocas horas después se desencadenó de nuevo. Esperé hasta que no podía más para volver al hospital y llegué con una dilatación de 10 centímetros”, cuenta.

Mientras estaba en el paritorio, por la ventana las enfermeras hacían señales de que sus pruebas habían dado negativo y, gracias a ello cree que pudo rozar a Luca. Extremando las medidas de higiene, le permitieron hacer el piel con piel y, horas más tarde, darle el pecho. “Fue todo muy rápido, pero estuve sola, con mascarilla y guantes”, recuerda.

El bebé dio negativo en las pruebas y la familia no estuvo siquiera 24 horas en una habitación diferenciada en la que les dejaban la comida en la puerta. Isa destaca la atención y el cariño de los profesionales sanitarios en todo momento, aunque reconoce que durante esas horas percibió “miedo, falta de medios y cierta desorganización”. “Los protocolos cambian cada ciertos días y provocan que no sepan en muchos momentos qué es correcto hacer”, alega.

Desde casa, ahora está viviendo “una cuarentena como las madres antiguas”. “ Estas semanas han sido muy duras pero ahora vamos a tener más de un mes para nosotros cuatro solos; una intimidad que no esperábamos, sobre todo porque aquí somos mucho de visitar”, asegura mientras se escucha nuevo hermano mayor revolotear. “Lleva un mes encerrado en casa, hay una persona nueva a su alrededor y tiene cuatro años; se lo explicas pero la situación es rara”, dice al respecto.

Líos de papeles en el registro civil y en la seguridad social para gestionar la baja de maternidad mediante (“la dificultad es doble para todo”, dice), lo que más echan de menos es a las abuelas.

Ilde e Isa, como Kiko y Laura, les contarán a Luca y Martín que no conocieron a sus abuelos, tíos ni primos hasta semanas después de llegar al mundo. Es unas de las tradiciones rotas por la pandemia. “No vino nadie al hospital, solo lo han visto por videollamadas y fotos”, cuenta Kiko, que nubla de positivimo la situación con el nacimiento de Martín.

El pequeño nació horas antes del anuncio del estado de alarma, el pasado 12 de marzo. En el hospital, por entonces, “escuchábamos que había casos, no cesaban los comentarios, todo el mundo hablaba del tema y se notaba cierto nerviosismo”, recuerda Kiko. Ni él ni su pareja, Laura, son “temerosos”, explica, aunque veían que el virus se propagaba rápido y querían “extremar precauciones”: “Sabíamos que estábamos en un hospital y las probabilidades allí aumentan. Estábamos más atentos que temerosos”.

En su caso, la estancia en el centro se extendió tres días, precisamente, para evitar nuevos desplazamientos. Desde que salieron, el seguimiento del bebé ha sido telefónico. “Nos dieron la opción de acudir a las citas pediátricas rutinarias pero nos recomendaron hacerla por teléfono y preferimos que fuera así. Nuestra única preocupación ahora es no coger el virus”, explica el nuevo papá.

Martín tiene un hermano mayor de un año y medio, Lucas, y sus padres han encontrado con el confinamiento la oportunidad de disfrutar en familia:“Somos personas bastante ocupadas, con un ritmo de vida alto y nos preocupaba organizarnos con dos niños porque con uno ya era difícil. De un día para otro, tener todo el tiempo para atenderlos bien y hacer cosas que no hacíamos antes es una suerte”.

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