Tribuna de opinión

Naturaleza urbana saludable

Recreación de la propuesta de Bosque Urbano Málaga. Recreación de la propuesta de Bosque Urbano Málaga.

Recreación de la propuesta de Bosque Urbano Málaga.

Escrito por

Baltasar Cabezudo | Biólogo

CONFIESO que he tenido problemas para dar un título a mi respuesta a una interesante carta de opinión aparecida en un periódico malagueño sobre el denominado Dilema del bosque urbano en los terrenos de Repsol. Opinión que en resumen vienen a decir que quien tiene mayoría en la Casona del Parque tiene razón en este delicado asunto. Dilema resuelto. No hay discusión ni consenso. Al baúl de los recuerdos la petición de un bosque urbano por parte de la mayoría de los ciudadanos de la zona.

No tengo claro si llamar a este escrito de respuesta Dilema entre economía o salud, Dilema entre democracia o salud o Dilema entre minorías y mayorías. Como no quiero meterme en camisas de once varas y ante el dilema de salud, dinero y amor elijo la importancia de la salud. El dinero y el amor son temas muy personales, la salud es un problema universal, tanto de minorías y como de mayorías. La salud es un tema tan importante que no podemos convertirlo en un simple dilema político.

Supongo que la mayoría de los ciudadanos de la ciudad de Málaga habrán leído un interesante artículo de la revista The Lancet que indica que la capital malagueña está entre las peor situadas de las urbes de la UE en temas de salud urbana, atribuibles sobre todo a las denominadas islas de calor por falta, entre otros motivos urbanísticos, a la escasez de zonas verdes. A las mismas conclusiones han llegado el Observatorio de Sostenibilidad español y la OMS (Organización Mundial de la Salud).

En democracia, las mayorías cambian, pero las torres estarán de pie para siempre

Ambas organizaciones tienen claro que las ciudades españolas son cada vez más grandes, están más pobladas y sufren cada vez más el efecto “isla de calor urbana”, un fenómeno que aúna las consecuencias del cambio climático, la contaminación y un urbanismo inadecuado con superficies fundamentalmente de ladrillos, cemento, hormigón o asfalto y una falta acuciante de zonas verdes, todo lo cual provoca, en determinados barrios, un calor cada vez más insufrible con consecuencias directas para la salud de quienes viven en estos entornos. Ambas instituciones indican que para la disminución de los efectos de las islas de calor lo más importante es aumentar las zonas verdes con parques, arbolados, lagos, fuentes y estanques. Estas instituciones tienen claro que unas torres contribuyen más que un bosque urbano a la existencia de islas de calor. Tenemos que decidir, por el bien de muchos ciudadanos, si estamos en tiempo de torres o en tiempo de parques urbanos.

Tanto a nivel mundial (Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC), como europeo (Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la Restauración de la Naturaleza, artículo 6), existe un reconocimiento unánime en la relación existente entre salud humana y una naturaleza urbana saludable, estableciendo un objetivo fundamental en el sentido de garantizar, como elementos esenciales de las infraestructuras urbanas, el aumento de los espacios verdes y una cubierta arborea adecuada.

Mi opinión es que las islas de calor en la ciudad de Málaga ponen en riesgos la salud de parte de sus ciudadanos. Para mí el dilema de los terrenos de Repsol no es un tema de mayorías, se resuelve con el respeto a las minorías que las sufren y que piden más árboles y menos torres en sus barrios. La salud no es un tema de mayorías, es un tema de sentido común y de responsabilidad. En democracia las mayorías, afortunadamente, cambian periódicamente, pero las torres, por desgracia, permanecerán para siempre.

Muchos ciudadanos malagueños han sufrido durante años los problemas consustanciales de las antiguas instalaciones de los bidones de la Repsol, dejémosle en compensación el Parque Urbano que tanto demandan.

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