Vámonos a hacer pascuas
Niño, corre que vienen los grises
El despliegue policial efectuado el pasado domingo en la calle Larios para controlar a las fuerzas vivas que celebraban la permanencia del Málaga y el triunfo liguero del Barcelona se pareció a los de otras épocas l Pero ¿hubo alguna vez 11.000 contrarios al régimen? l Cada uno se divierte como puede
CUANDO uno trabaja un domingo termina acordándose, inevitablemente, del mito de Sísifo, con su eterna piedra cuesta arriba y la vuelta al punto de partida cada vez que alcanza la cima. Al menos se está mucho más tranquilo que en los días laborables, el teléfono no suena (o no debería), el café se prolonga y por lo general no hay que esperar sorpresas demasiado tremendas. Hablo por mi cuenta, claro: los compañeros de Deportes ponen cada domingo toda la carne en el asador, pero esto, para un servidor, constituye otro valor añadido, ya que se respira un ambiente distinto en la redacción y puede uno acercarse de vez en cuanto a su chiringuito a saludar, enterarse de cómo va la clasificación y comentar la jugada. La cuestión es que el pasado domingo me esperaba a la salida una sorpresa de órdago por un asunto precisamente deportivo. Tan feliz me las veía yo por la calle Martínez, camino a casa, pensando en la cena, cuando al llegar a la calle Larios me quedé de piedra; como una docena de agentes de la Policía Nacional se disponían en formación y en fila, a todo lo ancho de la vía, equipados con todo el material antidisturbios: ya saben, cascos, porras y el más diverso armamento. Detrás se alineaban varias furgonetas del cuerpo y no pocos curiosos que habían decidido permanecer en la retaguardia para contemplar el espectáculo. Justo cuando yo llegaba avanzó el escuadrón, automóviles incluidos, como a la orden de "¡marchen!" y a paso ligero en dirección a la Plaza de la Constitución. Pocos minutos antes había escuchado desde la redacción ruidos de petardos y cristales rotos que de ningún modo me hicieron presagiar semejante respuesta, pero al parecer sí que hubo algunos altercados que provocaron la presencia de los efectivos. Yo, la verdad, sólo vi gente quitándose de en medio, algún cani que otro corriendo sin camiseta y, sobre todo, muchos curiosos mirando. Toda la movida se debía, claro, a que poco antes el Málaga se había salvado del descenso a Segunda y el Barcelona había ganado la Liga. Y, de hecho, hasta que llegué a casa me topé con un gran número de exaltados, que vitoreaban y jaleaban a sus ídolos o a la primera cosa que se moviese desde sus coches o a pie. Algunos tenían gracia, como una pandilla que había construido una copa enorme en papel albal y la paseaba orgullosa en la Plaza de la Merced; otros, por el contrario, no tenían ninguna, como los bestias que la emprendieron a golpes con papeleras, contenedores, árboles y farolas porque sí, porque les daba la gana, porque el hecho de que su equipo favorito hubiera ganado no sólo no había aliviado su frustración sino que la había hundido aún unos cuantos palmos más. Más allá de estos lamentables especímenes, que de ningún modo merecerían ser clonados, lo cierto es que cada uno se divierte como puede y sale a la calle a celebrar lo que le da la gana: desde el manto de flores de una Virgen a la Noche en blanco. Alguna vez, cuando he visto una buena película en el cine o una gran obra de teatro, me han entrado ganas de bañarme en la fuente de las Tres Gracias. Pero la prudencia, como quería Sófocles, siempre ha terminado aplacando mis desvaríos.
Fuese cual fuese el delito, el paisaje fue distinto aquella noche, con los antidisturbios metidos en faena. En una ciudad como Málaga, donde no se convocan manifestaciones ilegales ni hay tabernas sospechosas (nada hay más contrario al nacionalismo que la Campana), no suelen hacer falta. Quizá algún melancólico de pacotilla se acordó de los grises, pero si Jardiel Poncela se preguntaba si alguna vez hubo 11.000 vírgenes, cabría cuestionarse si hubo alguna vez aquí otros tantos opositores al régimen. No importa. Según un estudio de Asesa, el 8% de los varones esgrimen que su equipo ha perdido para negar el sexo a la parienta. Hasta el miembro viril baja a Segunda.
No hay comentarios