Tejedores de futuro
Inserción Social · Formación
La vuelta a los estudios es la estrategia de tres jóvenes que vivían en la calle antes de entrar en el programa de transición a la autonomía.
Diego, Youssef y Mouhcine saben del poder del estudio para transformar la realidad. En el hogar impoluto que han construido con sus manos y la impagable guía de Carmen Parra, responsable del área social de Málaga Acoge, tejen sueños que pasan, necesariamente por los libros. Diego y Mouhcine han terminado este año la educación secundaria de adultos. El primero, de 24 años, quiere entrar en un módulo profesional de grado medio, de ahí pasar al superior y, quién sabe, a lo mejor más adelante a bachillerato. Por si acaso, acaricia un plan B: entrar en el ejército, que brinda comida, cama, estudios y salario. Mouhcine, de 20 años, es uno de los jóvenes del programa de autonomía de Málaga Acoge y la fundación Rais que ha terminado la secundaria y en septiembre empezará primero de bachillerato. Acaricia la idea de ser policía. Youssef, de 20 años, empezará en septiembre la educación secundaria de adultos con el horizonte de convertirse a medio plazo en mecánico.
El piso de la calle Parra que comparten, cedido por el Ayuntamiento a Málaga Acoge, es el punto y aparte que les separa de una adolescencia vivida como un ultimátum. Aquí han comprendido que son supervivientes por méritos propios y, sobre todo, que son ellos los que deciden dónde está su horizonte.
Youssef y Mouhcine llegaron a la península aferrados a los bajos de un camión. Tenían 15 y 14 años cuando conocieron la vida miserable deambulando en los puertos de Tánger y Melilla hasta el día en que se lo jugaron al todo o nada. "Pasé dos semanas vigilando un camión. Cuatro amigos nos escondimos junto al motor y otros dos en otro camión. Así vinimos. Pasé mucho miedo", recuerda ahora Mouhcine.
Después llegaron los tumbos por los centros de acogida para, recién cumplidos los 18, aterrizar otra vez en la calle sin más equipaje que un permiso temporal de residencia que les prohibía trabajar. "Te ves otra vez en la basura", subraya Youssef.
Mientras tanto Diego, de 24 años, braceaba contra el embate de una familia desestructurada que lo dejó definitivamente a la deriva hace un año. Durante ocho meses comió y se aseó en el albergue municipal, pero sobretodo buscó el calor de la fundación Rais. "Allí hay servicios de ayuda, tienes acceso a internet, siempre estaba con ellos".
La vida brutal y límite no ha impedido que extraigan lecciones vitales. "Aquellos años me han servido para enfrentarme a los problemas, saber lo que es la calle y lo que es el hambre, conocer a la gente buena y también a la mala, a apreciar la ayuda y a ayudar", resume Mouhcine.
La complicidad de las entidades públicas y privadas articulada a través del servicio de Puerta Única, que conecta a los profesionales y pone en línea los recursos, permitió que llegaran hasta este proyecto de transición a la autonomía.
El regreso a la educación es un punto crucial del programa para unos jóvenes que unas veces carecen de las herramientas suficientes para enfrentarse al mercado laboral y otras, simplemente, no pueden porque carecen de autorización administrativa por su condición de migrantes. "He recuperado la memoria del estudio. No ha sido fácil porque había perdido la costumbre, pero he aprobado todo", afirma al tiempo que pone de relieve el papel que han jugado en este empeño los profesores del Instituto Gaona. "Son fenomenales. Te ayudan muchísimo, te sientes en familia, no hay racismo", dice Mouhcine con la esperanza de superar también el bachillerato y llegar a ser policía, "porque me hubiera gustado ser futbolista pero no ha podido ser". El plan de Youssef es superar primero la secundaria para adultos y después formarse como mecánico. "Es que me gusta mucho", se justifica.
Ambos saben que no tienen vuelta atrás. Regresar a Marruecos no es una opción. En estos años han visitado ocasionalmente a la familia pero no han podido quedarse. La experiencia migrante los ha desarraigado. "Mis padres están solos en Fes. Me echan de menos y yo también a ellos, pero mi vida está aquí. Hace año y medio que tengo novia y su familia me quiere", apunta Mouhcine .
"Cuantos más estudios mejor. Quiero aprender un poco más inglés, sacarme el carné de conducir, hacer el grado medio de administrativo, si puedo el superior y, si no, entrar en el ejército es otra posibilidad, pero cuanto más estudie sé que será mejor para encontrar un buen empleo", insiste una y otra vez Diego que ha aprobado la educación secundaria para adultos en régimen semipresencial "porque temía aburrirme o dejar de estudiar si tenía que ir al instituto todos los días, de modo que elegí ir dos días y los demás estudiar por mi cuenta". "Ahora veo por qué es importante estudiar, ahora sí", pero le preocupa el medio plazo. Qué pasará si se acaba el programa antes de cumplir su plan y deba abandonar otra vez para buscar un trabajo. Por el momento acaricia las oportunidades que le brinda la beca que ha solicitado. "¿Si sigo estudiando podré pedir más becas?", pregunta.
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