Tractoristas y maquinistas de Campillos | Premios Malagueños de Hoy

Los héroes que trajo la lluvia

  • Los tractoristas y maquinistas de Campillos salieron al rescate de sus vecinos la noche de las inundaciones

  • Por su valentía y su ayuda desinteresada recibieron el premio Malagueños de Hoy 2018 que otorga este diario

Tractoristas y maquinistas de Campillos junto con autoridades locales en la entrega de premios.

Tractoristas y maquinistas de Campillos junto con autoridades locales en la entrega de premios. / Javier Albiñana

No llovía tanto cuando Jaime Gallego llegó a casa. Eran poco más de las nueve de la noche. Pero dos horas más tarde, el medidor de su patio ya había superado los 50 litros. Su primer temor fue su abuela. La mujer, de 84 años, vive sola en el barrio de La Rana, en la parte baja de Campillos, junto al cuartel de la Guardia Civil, la zona más afectada por las inundaciones.

Aunque la anciana le quitó hierro al asunto, su primo –vecino también de calle– le advirtió que la cosa se estaba poniendo fea. Entonces pensó en su amigo José Carlos Vázquez. Sabía que con su todoterreno podrían llegar hasta la nave donde guarda el tractor y la máquina de pala con la que trabaja en el campo. Y así fue. Ambos no dudaron en salir a la calle durante las peores lluvias vividas en la localidad.

Y no sólo para poner a salvo a sus familiares sino para rescatar a cuántos pedían ayuda. Su labor aquella noche del 20 de octubre y la de todos los tractoristas y maquinistas de Campillos fue fundamental y este periódico ha querido reconocerla con el galardón Malagueños de Hoy 2018.

“Esa noche no se olvida, fue muy fuerte”, relata Jaime Gallego. “Era un río de barro lo que venía, la pared del colegio La milagrosa había cedido, en el ambulatorio lo mismo, fueron muchísimos litros los que cayeron en unas horas”, agrega y apunta: “fuimos los primeros en sacar los vehículos a la calle, yo no iba a dejar a mi abuela sola”. Jaime no se acostó en toda la noche porque una vez que dejó a su padre y a su hermano al cuidado de su abuela, achicando agua y velando por ella, volvió a la máquina para ayudar al resto, coordinado por la Guardia Civil y los servicios de emergencias. “Los bomberos se habían quedado con el camión parado en el parque, no podían atender los avisos y me presté a ir yo, saqué del Camino de Los Pilones a una familia que le habían reventado los muros de la casa y se iban a subir al tejado”, cuenta Gallego.

"Al día siguiente pensé que me arriesgué demasiado cruzando el arroyo pero en ese momento tenía claro que daría todo lo que pudiera"

Después fueron a un cortijo llamado La Casita de Papel para poder apartar hasta una zona segura a un autobús que se había quedado varado. Sacó a gente de sus coches. En total fueron una docena de personas, algunas de ellas junto a sus perros. “Al día siguiente pensé que me arriesgué demasiado cruzando el arroyo pero en ese momento tenía claro que daría todo lo que pudiera, que llegaría hasta donde el agua permitiese”, dice mientras recuerda a “esa gente incomunicado, hablándose por whatsapp, y sin que nadie pudiera acceder a esa zona, sin vehículos capaces de entrar allí, y la luz que se iba y venía”. Hasta el foto de batería de su bicicleta le prestó a los bomberos para ir a rescatar a gente.

A José Carlos Vázquez, que usó su tractor nuevo, comprado por 80.000 euros pocos meses antes, le tocó una labor difícil. Rescatar a los dos bomberos, compañeros de José Gil, que se habían encaramado al techo de su camión cuando quedaron atrapados en el arroyo. “Acudí a rescatar a los bomberos que estaban en techo del camión, la Guardia Civil y la Policía Local nos coordinaba, también saqué a varios niños en un coche”, recuerda José Carlos, que no volvió a casa hasta las cinco de la madrugada. Un muchacho con el que trabaja le hizo el relevo al volante del tractor. Quedaba mucho barro que quitar.

"No sé lo que hubiera pasado si no llegamos a tener las máquinas para poder sacarlos de sus casas"

“Una lluvia de esta intensidad no se lo esperaba nadie, no había nada preparado, ni coordinación, ni nada”, apunta este campillero de 36 años que tiene un almacén de cereales y maquinaria con la que realiza trabajos en el campo. En las horas más intensas de la riada estaban ocho o nueve compañeros ayudando. Luego se sumaron muchos más, provenientes de otros municipios, incluso de otras provincias. “No sé lo que hubiera pasado si no llegamos a tener las máquinas para poder sacarlos de sus casas, muchos se habían subido a la segunda planta porque ya la primera estaba inundada, sobre todo, los que tienen las viviendas junto a los arroyos, la verdad es que fue tremendo”.

Unas horas antes estaba pasando el sábado en la casita de veraneo que tiene en la parte alta del pueblo. Esperando a que dejara de llover recibió la llamada de Jaime y dejó allí a su mujer y su hijo para salir al rescate de sus vecinos. “Mi vivienda habitual, que está junto al parque, en la parte baja del pueblo, se inundó entera”, comenta José Carlos. Su nave tuvo mejor suerte. Los nervios podían con la paciencia de su mujer, que lo llamaba “a cada instante”. “Estaba preocupada pero yo no podía parar de acudir a una y otra llamada”, afirma el tractorista.

"A nuestro criterio no hicimos nada extraordinario, tan sólo actuamos con humanidad"

En la recogida del Premio Malagueños de Hoy concedido por Málaga Hoy José Carlos Vázquez habló en nombre de sus compañeros. “A nuestro criterio no hicimos nada extraordinario, tan sólo actuamos con humanidad”, apuntó. “En la noche del 20 de octubre, cuando una fatídica riada destrozaba Campillos y ponía en situaciones de emergencia a cientos de personas, quienes teníamos los medios necesarios para ayudar, salimos a socorrer a nuestras vecinas y vecinos sin pensarlo”, agregó Vázquez. Ellos eran los únicos que podían atravesar aquel caudal de agua con sus maquinarias. Y luego, retirar toneladas de barro y escombros e intentar restaurar la normalidad gracias, como quisieron destacar, a la intensa ayuda del Infoca y la UME.

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