La UMA le pone cerco a las dos plagas que atacan las plantaciones de mango
Proyecto de Excelencia. El grupo de microbiología y patología vegetal logra 241.894 euros para investigar las enfermedades provocadas por la bacteria 'Pseudomona' y el hongo 'Fusarium'
LA Axarquía cuenta con más de 3.000 hectáreas de superficie dedicadas al cultivo del mango. Es prácticamente el único lugar de Europa en el que se cultiva esta especie vegetal, originaria de Asia, región del planeta que todavía concentra el grueso de la producción mundial. El clima subtropical del sureste de la provincia ha favorecido la implantación de estos árboles que el año pasado produjeron 7.000 toneladas de fruta y generaron una facturación de 12 millones.
La principal amenaza a la que están expuestas las explotaciones de mangos son la bacteria Pseudomonas syringae y el hongo Fusarium. La primera ataca en los momentos en los que las temperaturas son más bajas, la planta está menos vigorosa y, por tanto, más expuesta. Provoca una enfermedad denominada necrosis apical que causa la muerte de las yemas y, por tanto, impide la floración de los árboles. El hongo, en cambio, se había registrado en otros países en los que se cultiva el mango pero no había aparecido en España hasta 2006. Su principal consecuencia son deformidades en las flores que acaban cayendo sin producir frutos.
El grupo de microbiología y patología vegetal de la Universidad de Málaga que dirige el catedrático Antonio de Vicente busca soluciones a las enfermedades que provocan ambos microorganismos. En la convocatoria de 2012 de los proyectos de excelencia de la Junta de Andalucía, resuelta a finales de noviembre de 2013, ha sido el segundo investigador malagueño que ha logrado más fondos para un proyecto: 241.894 euros para investigar precisamente estas dos enfermedades del mango.
El proyecto comprende tanto investigación básica como aplicada porque, por un lado, plantea la búsqueda de soluciones prácticas para estas patologías y, por otro, indagar en los aspectos básicos de la bacteria que causa la necrosis apical, de modo que pueda derivarse de ese conocimiento "información relevante para el desarrollo de programas de control de la enfermedad más racionales y compatibles con el medio ambiente".
El segundo objetivo que afronta el proyecto es el Fusarium, causante de la malformación del mango. Este hongo ha empezado a extenderse por las plantaciones de mango malagueñas en los últimos ocho años. Antonio de Vicente está convencido de que ha llegado al campo malagueño a través de la "importación descontrolada de material vegetal" y se ha dispersado a través de los injertos, no por esporas, como demuestra el hecho de que se localice en fincas aisladas entre sí.
Esta investigación es continuación de otro proyecto de excelencia financiado en la convocatoria de 2007, también centrado en las patologías del mango que se realizó en alianza con expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de la finca experimental La Mayora con la que trabaja el grupo de Antonio de Vicente desde hace lustros, así como en colaboración con universidades de Estados Unidos, Israel y Holanda, además de la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Navarra. El grupo comenzó a investigar en torno a este árbol en 1992. Ha sido el primero en describir la bacteria Pseudomonas syringae y uno de los hallazgo que se ha anotado durante este recorrido es una solución para proteger los árboles de la necrosis apical. "Puesto que la bacteria está por todos sitios y no es posible eliminarla lo único que se puede hacer es proteger el árbol para que no lo ataque en las épocas de más frío", explica Antonio de Vicente. Hasta ahora los agricultores trataban los árboles con una mezcla de sulfato de cobre y cal que contamina el agua cuando es arrastrada por la lluvia. La solución que ha aportado el grupo contra la necrosis apical pasa por la administración de silicato, más barato y no contaminante.
El equipo de Antonio de Vicente también trabaja tanto en ciencia básica como aplicada en las bacterias y hongos que atacan a las cucurbitáceas (sandía, melón, pepino, calabacín y calabaza), aguacates y fresas, así como en el control biológico de plagas.
El grupo dispone de más de un millón de euros para los proyectos de investigación que tiene en curso, de los que 700.000 los aporta la empresa holandesa Koppert con la que ha firmado un acuerdo para investigar durante cinco años y desarrollar biofungicidas y biofertilizantes a partir de dos bacterias. El acuerdo también incluye el pago de royalties por importe del 1,5% de la facturación derivada de los productos que se logren con este proyecto.
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