Videntes en la misma puerta del Carlos Haya

Reparten folletos del profesor Djabi, quien 'vende' "la protección de vida de familiares" · La Policía dice que no puede hacer nada

Ángel Recio / Málaga

09 de julio 2010 - 01:00

La falta de sensibilidad no entiende de razas, edades o culturas. La estafa tampoco. Las personas que acuden al Hospital Carlos Haya y que tienen la pena de tener a algún familiar ingresado, de mayor o menor gravedad, están soportando estos días la presencia de una persona en la misma puerta principal del complejo hospitalario que reparte octavillas de publicidad. Es un pequeño papel blanco y, a primera vista, se piensa que es para ofrecerse a realizar cualquier trabajo de fontanería, arreglos, etcétera. Sin embargo, la sorpresa llega al leerlo. Ofrece los servicios del profesor Djabi, un "gran vidente especialista en todo tipo de problemas y dificultades". Lo peor, teniendo en cuenta el estado de salud y anímico de las personas que acuden a ver a los enfermos, es que en el texto se asegura que este profesor ofrece la "protección de vida de familiares". En su amplio repertorio de servicios, también se atreve a resolver "problemas matrimoniales-sentimentales", de "impotencia sexual", de "mantenimiento del puesto de trabajo", de "atracción de clientes para la compra venta de pisos", o permite dar "suerte en los negocios, el trabajo o los exámenes", entre otras cosas.

En este listado, que engloba todas las grandes preocupaciones del ser humano y que tiene la virtud de entrar en temas clave en estos momentos entre la ciudadanía como la dificultad para vender un piso o encontrar un empleo, también se incluye el especial de la casa: "quitar el mal de ojo y maleficios". En un texto con varias erratas tipográficas, este profesor garantiza, como colofón, que "arregla casos muy desesperados con rapidez y resultados positivos y garantizados" y, a continuación, ofrece un número de teléfono móvil.

Este diario llamó ayer a ese número y, tras varios toques de espera, surgió la voz de un hombre con acento extranjero, africano. Este redactor le comentó que había visto su publicidad en la puerta del Carlos Haya, que tenía a un familiar con una enfermedad grave y que quería saber cómo nos podía ayudar. El profesor Djabi afirmó que es necesario concertar una cita personal, que tiene su consulta en el Camino Suárez y que, para resolver ese problema de salud, es necesario llevarle una fotografía y algo de ropa del enfermo, así como su fecha de nacimiento o su nombre, entre otros aspectos. Djabi señala que hace "magia blanca para quitarle el mal". Al preguntarle sobre el coste de la tarifa, el profesor indica que "depende de lo que haga".

Este anuncio se está repartiendo en la misma puerta de un hospital, aunque éste y otros parecidos están proliferando por toda la ciudad. Este diario se puso ayer en contacto tanto con la Policía Local como con la Policía Nacional con una pregunta clara: ¿se puede atajar de alguna forma este tipo de actos, de moral discutible y posible foco de estafa, en plena calle? La respuesta de los dos estamentos es la misma: no. Desde la Policía Local se afirma que "no es ilegal si no piden una recompensa, por lo que si sólo piden la voluntad no se puede hacer nada".

También afirman que no han recibido ninguna denuncia. En la Policía Nacional, más de lo mismo. Explican que no les ha llegado ninguna denuncia y, por tanto, no pueden actuar, a la vez que destacan que es difícil iniciar una investigación porque este tipo de servicios suelen ser ofertados por inmigrantes que están pendientes de expulsión y que siguen en Málaga porque no tienen documentos y no se sabe a qué país habría que repatriarlos. En la Unión de Consumidores de Málaga, su presidente, Jesús Burgos, lamenta que este tipo de publicidad "esté por todos sitios" aunque señala que no les ha llegado ninguna denuncia ni quejas.

La mayoría de estos papeles acaban en la papelera pero siempre hay personas que, en un momento de debilidad máximo, deciden llamar y acudir a este tipo de santeros y que no denuncian, posiblemente, por vergüenza. La puerta del Carlos Haya puede ser un buen caldo de cultivo de personas desesperadas que se agarran a cualquier clavo ardiendo y este tipo de personas puede actuar con total impunidad.

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