Obituario

Adiós al Tío Justo, el patriarca de La Palmilla que "buscaba la paz y el orden"

  • El padre de Jesús El Chule murió este sábado con coronavirus y será enterrado hoy a las 12:00 

  • "Luchó por todas las personas sin mirar razas ni colores ni religión", asegura su hijo

Justo Rodríguez, el patriarca de La Palmilla

Justo Rodríguez, el patriarca de La Palmilla

Sólo el Tío Justo cumplía los requisitos que a todo líder del pueblo gitano se le exige: no puede ser "bebedor, mujeriego, tampoco abusón ni chivato". Era la autoridad en La Palmilla, también entre los calés de Andalucía. Aquel que tenía "la última palabra", que debía cumplirse a rajatabla. “Cuando hay un malentendido, yo lo quito todo”, explicaba en la última entrevista con este periódico. Porque a él recurrían incluso "policías y concejales" para mediar en los conflictos, disolver una pelea, aclarar asuntos de familia, subsanar errores y, en otros casos, hasta para pedir trabajo. El barrio malagueño se ha vestido de luto este domingo para despedir a su patriarca, Justo Rodríguez, fallecido a los 85 años tras permanecer unos días hospitalizado por la Covid-19, el virus que ha puesto en jaque al mundo entero y que agravó su ya delicado estado de salud. 
El Tío Justo El Tío Justo

El Tío Justo

El Tío Justo, como le conocían sus vecinos y allegados, siempre cargado de elegancia, asumió el mando en La Palmilla hacía ya más de medio siglo, el mismo tiempo que, en palabras de uno de sus hijos, Jesús Rodríguez -El Chule-, dedicó a "buscar la paz y el orden". "Hizo tanta escuela que hoy sus frutos y proyectos están en cualquier rincón de La Palma", subrayaba a Málaga Hoy horas después de su muerte. Y a renglón seguido, ensalzaba la labor que él y los suyos continuarán desarrollando en Er Banco Gueno, donde reparten entre 1.000 y 1.500 kilos de comida a la semana, y la Casa de la Buena Vida, en la que unos 60 toxicómanos comparten residencia dispuestos a rehabilitarse. 
El Chule, uno de los hijos más pequeños del patriarca, recuerda que su progenitor, merecedor del respeto de varias generaciones, estaba siempre "dispuesto a oír, ayudar y mediar". Y así seguía el legado de su padre, Justo Antonio -El Hueso-. Amaba a su "cubana", la "mujer que tenía siempre en su boca", y le apasionaba la literatura. Prueba de ello era que "no paraba de escribir miles de poemas", los mismos que su familia ha heredado. "Muchos gitanos jóvenes y no tan jóvenes han aprendido mucho de él", apostilla.
Con la mirada puesta en un futuro, Jesús El Chule anuncia que en cada aniversario de la muerte de Justo se organizará en la plaza del número 21 de calle Cabriel un acto en homenaje a su figura que servirá también para recordar el "no a las guerras y el sí al respeto a los códigos gitanos". Porque ese era su hogar, situado en el bajo de un bloque de pisos al que le construyó una entrada independiente y un porche delantero, alicatado a su gusto. Allí era donde Justo recibía a "gente con problemas y conflictos que sabían que serían respetados".

Amaba a su "cubana", la "mujer que tenía siempre en su boca", y le apasionaba la literatura. Prueba de ello era que "no paraba de escribir miles de poemas"

 
Al Tío Justo se le recordará como el presidente del Consejo de Ancianos de Andalucía, el "creador de la hermandad gitana y el hombre que luchó por todas las personas sin mirar razas ni colores ni religión". Con su llegada a La Palmilla, donde según sus calculaba, conviven 3.000 gitanos, experimentó una gran transformación, pero muchos de los problemas permanecen intactos, como si el tiempo no hubiera hecho mella. “La barriada ha cambiado mucho. No es la misma de antes. Entre todos los gitanos hemos hecho que vaya a mejor, pero queremos que tenga trabajo y mejores condiciones. Es una barriada marginada. Que vengan y sepan lo que es”, sentenciaba el patriarca en otra entrevista, con la pretensión de retar a los que “no ayudan en lo que tienen que ayudar”.
Ahora, su hijo Vicente, el mayor de los nueve hijos, recibirá el bastón de mando.  “Gracias a él tenemos menos conflictos. Él será el patriarca”, advertía Justo solo un año antes de fallecer. "Deja un escalón muy alto", reconocía ayer El Chule, al tiempo que recalcaba que hará cumplir dos de los "miles de deseos" de su progenitor. Uno de ellos, crear un consejo de Palma-Palmilla con "gitanos y no gitanos, unidos por el bien común", además de impulsar un "consejo multicultural de niños para empoderarlos y mediar en los conflictos del barrio".

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