Un año para comer un huevo
El Carlos Haya revierte la alergia total o parcialmente en niños con una técnica que nunca debe usarse fuera de un hospital.
Un miligramo de leche o de huevo, en casos extremos de alergia alimentaria, pueden matar a un niño. En otros menos graves, la reacción puede ser picor en la boca o dolor abdominal. Hasta hace un par de años, para estos pequeños la única alternativa era asumir la patología, abstenerse de consumir esos alimentos y mirar con lupa todo lo que comían. Desde entonces se ha abierto la posibilidad terapéutica de revertir total o parcialmente el problema. De hecho, el Hospital Carlos Haya ya lo ha conseguido con 68 niños.
Pero la técnica da mucho trabajo y entraña el riesgo de reacciones graves. Consiste en ir dando de forma controlada y con un calendario dosis crecientes del alimento prohibido. La desensibilización puede requerir desde 11 semanas a más de tres años. Puede que cucharadita a cucharadita cada día, un niño tarde un año en tolerar un huevo entero o un vaso de leche. Pero finalmente así se consigue la desensibilización y que el pequeño pueda hacer una dieta normal incluyendo los alimentos prohibidos sin riesgo a sufrir una reacción alérgica.
"Pero que a nadie se le ocurra intentarlo en casa. Esto debe hacerse bajo supervisión médica y en un hospital", aclara el pediatra del Carlos Haya José Luis Corzo. La advertencia no es baladí. Una reacción extrema podría ser fatal si no hay profesionales adiestrados y una UCI detrás. El hospital ha desensibilizado en los últimos dos años a 44 pequeños de intolerancia a la leche y a otros 24, al huevo.
Ambas intolerancias constituyen la alergia alimentaria más frecuente en la infancia. En dos de cada tres casos, van remitiendo y se quitan en torno a los 4 o 5 años. Pero en un tercio de los pequeños el problema persiste. Es en estos casos en los que interviene la Unidad de Alergia Alimentaria del Materno con el llamado programa de inducción de tolerancia oral. El tratamiento es personalizado en función del grado de intolerancia de cada paciente.
Es una técnica costosa en tiempo y dedicación; en profesionales que deben tener cintura para, si hace falta, sacar a un niño de un shock anafiláctico; y también en infraestructura de urgencia para las reacciones severas. Pero según indica el Hospital Carlos Haya, el nivel de satisfacción de los pacientes y de sus familias es alto por los resultados alcanzados.
Según el pediatra, en el 80% de los niños se revierte totalmente la intolerancia. Pero incluso aquellos que no lo consiguen en su totalidad logran algo muy importante: que ante una ingesta inadvertida del alimento prohibido -porque puede estar presente en alguna comida sin que lo sepan hasta que no notan los efectos- la reacción no sea tan fulminante o tan grave que no dé tiempo a actuar.
Entre los 68 niños tratados hasta ahora había pequeños de 5 a 14 años. Pero a partir del próximo otoño, los especialistas del Hospital Carlos Haya van a empezar a atender con esta técnica a críos a partir de los 4 años. El programa incluye el entrenamiento de los padres para que sepan reconocer y tratar posibles reacciones alérgicas. Ellos son una pata fundamental del largo proceso de desensibilización. Acabar de forma satisfactoria el tratamiento permite mucho más que poder disfrutar de los alimentos prohibidos: en casos extremos puede salvar la vida.
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