El arte de camuflar la droga en termos eléctricos, el nuevo plan urdido por el narco en Málaga

La Policía desgrana cómo cazó a un histórico criminal francés, de 72 años y pionero de los 'vuelcos' en la Costa del Sol

Le definen como "un personaje temido, de gatillo fácil"

La guerra entre narcos impone a tiros la ley del más fuerte en la Costa del Sol

Uno de los termos con droga intervenidos por la Policía
Uno de los termos con droga intervenidos por la Policía / Policía Nacional

Málaga/Las tácticas del crimen organizado avanzan a pasos agigantados para escapar airoso. Ahora, el narco camufla la droga también en electrodomésticos que envía por mensajería: desde termos –donde una de las últimas bandas descabezadas escondía 20 kilos de cogollos de marihuana– hasta frigoríficos. Un negocio, atestiguan investigadores al mando de esa operación policial, “doblemente lucrativo”. Y menos osado. “Es barato enviar estos aparatos y así no tienen que usar un coche lanzadera, que sirve de vigilancia al transporte de la droga”, precisan. El riesgo “es mínimo”, porque usurpan la identidad de terceros.

Hasta 17 envíos de estupefacientes en arcones frigoríficos con destino a Alemania han detectado estos meses los agentes de la sección de Crimen Organizado de la Comisaría provincial de Málaga al frente de la caída simultánea de dos grupos: uno de ellos, ocultaba droga en electrodomésticos. El otro se la robaba a traficantes. Es la guerra civil del narco. La Policía destaca la “profesionalidad” de estas organizaciones. “No eran mindundis que mandan droga al menudeo”, resalta uno de los efectivos.

El operativo dejó entrever que la batalla contra el narco que se libra en el sur de España tiene varios frentes y muchos combatientes. La lucha más cruenta se extiende de la Costa del Sol al Bajo Guadalquivir. En este escenario, la fuerza de poderosas placas tectónicas chocando entre sí provoca periódicos seismos con víctimas mortales, las últimas de ellas, dos escoceses acribillados a tiros este fin de semana en un pub de Fuengirola. Una forma de violencia casi vicaria en la que bandas rivales no dudan en atacarse unas a otras para robarse los alijos. Los vuelcos son ya un clásico en estas latitudes, una “actividad creciente” que ha hecho proliferar los conflictos a punta de pistola. “Hace 10 años era difícil encontrar un arma de guerra, ahora las vemos en todas las actuaciones”, admite el experto en crimen organizado.

Tras el último golpe policial, el histórico criminal francés que inició esa Guerra Civil entre narcos hace ya décadas ha vuelto a entrar en prisión. Un septuagenario “de gatillo fácil y muy peligroso”. Su detención sirvió para frustar el asalto a una guardería de droga en Sanlúcar de Barrameda, su próximo golpe maestro. “Tiene una historia muy interesante; es ampliamente conocido en la delincuencia organizada y ya le había robado a históricos traficantes asentados en la Costa del Sol”, apunta uno de los policías que bien le conoce.

“Nunca dirían que es un malote ni un mafioso"

Nadie habría sospechado de su pasado delictivo. “Nunca dirían que es un malote ni un mafioso, sino un francés con un coche de gama media que hace vida con su mujer y va al supermercado”, describe. Pero sus sádicas formas abrieron la veda a una amenaza que era casi ignota a los narcos: ser ellos las víctimas del delito. Habituados a imponer su ley del hachís, el estatus quo se rompió. Ahora se ven envueltos en robos, secuestros exprés, asaltos y tiroteos.

La Policía considera al francés pionero en los violentos robos de droga. Tiene 72 años, pero su edad nunca le ha frenado. Disfrazado, con peluca y placas de policía, era “el primero que entraba” en los asaltos. Un personaje “temido” que tenía a sus órdenes un séquito de franceses, aunque también reclutaba a delincuentes nacionales para sustraer la droga.

El día de su arresto “no se le dio opción”. “Se quedó completamente bloqueado. Sabiendo lo que llevaba en el maletero intentó darse a la fuga. Golpeó dos o tres vehículos, pero nosotros éramos bastantes”, se jacta el responsable policial. El presunto criminal conducía un vehículo robado. Dentro escondía armas, chalecos antibala y, entre otros, una ametralladora con silenciador –considerada un arma de guerra–. Todo el “kit de vuelcos”, revela el investigador.

Tras pasar “largos periodos en prisión”, el anciano disfrutaba de su libertad. Que la Policía lo engrilletara no estaba entre sus planes y le puso “muy difícil” su captura. “Han sido meses complicados”, confiesan los policías que lo vieron caer.

El atraco a un repartidor de Cártama destapa el caso

El histórico narco llevó a la Policía hasta los dos consortes que le acompañaron en el atraco a un repartidor en Cártama, que con su denuncia hizo estallar el caso. Con una pistola en la sien lo habían obligado a conducir su furgoneta de reparto hasta una zona recóndita para hacerse con la droga. Allí lo tuvieron retenido, ajeno a lo que ocurría. Los investigadores desmantelarían después una doble red criminal que actuaba de forma independiente. Una de ellas, pasando decenas de kilos de marihuana hasta Centroeuropa en termos y, la otra, perpetrando los asaltos. La operación Wilson dio sus frutos con el hallazgo de 1.765 plantas y 600 kilos de cannabis. Los 10 detenidos duermen en prisión.

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