La avalancha de alumnos del plan antiguo agua Bolonia
El Espacio Europeo de Educación Superior establecía aulas con 65 alumnos, pero las clases siguen masificadas, entre otros motivos, por los centenares de jóvenes que abandonan el programa antiguo y se pasan al nuevo
Las aulas siguen masificadas. A pesar del plan Bolonia, que ha reformado los estudios superiores de arriba abajo fundamentalmente para introducir una nueva cultura universitaria cuyo máximo exponente serían los grupos de no más de 65 estudiantes y la enseñanza personalizada. El vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de Derecho, Rafael Durán, reconoce el ejercicio de gatopardismo que ha supuesto el Espacio Europeo de Educación Superior a la española y confiesa sencillamente que "Bolonia está siendo mentira".
El grado de Derecho tiene 447 alumnos de nuevo ingreso, a pesar de que los actuales planes de estudio se diseñaron y autorizaron para 320. Dada la falta de profesorado y de aulas, el centro planteó hacer cuatro macrogrupos de más de cien alumnos, con la condición de que el 50% de las horas de clase se impartieran a grupos reducidos y ahí se pudiera ahondar en el espíritu de Bolonia. "No tenemos capacidad para hacer ocho grupos grandes y 24 pequeños y ésa nos pareció una solución razonable ", apunta Durán.
Sin embargo, a estos 447 estudiantes nuevos se han sumado cerca de 200 adaptados. Este es un colectivo invisible a efectos económicos y organizativos de la universidad. No cuentan como alumnos nuevos, pero, evidentemente, van a clase, realizan exámenes, presentan trabajos y demandan atención docente. Son estudiantes que comenzaron con el plan viejo pero que han optado por reintegrarse en el nuevo, unas veces porque no superaron un porcentaje importante de materias y les conviene reengancharse a los grados y "la mayoría porque han experimentado la metodología de Bolonia durante los cursos piloto y la prefieren".
El resultado es que la solución ideada por el equipo de gobierno de Derecho "ha saltado por los aires". Ahora en primero hay más de 600 jóvenes matriculados, los grupos grandes los componen cerca de 150 personas y los reducidos medio centenar. "No se ha acomodado el ingreso de nuevos estudiantes a la realidad del un centro". La falta de espacio físico es tal que la dirección recibe quejas de profesores y alumnos por falta de sillas en los cursos de la antigua licenciatura, mientras que los departamentos están al límite de sus posibilidades, agrega el vicedecano.
"Y en esas circunstancias no se puede pedir al profesorado que interactúe con los alumnos. No se puede esperar que corrijan semanalmente los trabajos de 300 estudiantes. O se vuelve a dictar el manual en clase o eres un héroe". Y esa entrega personal y gratuita implica "renuncias en investigación. Si la docencia boicotea la investigación, ¿dónde está entonces la excelencia?". Rafael Durán aprecia cierta confusión en los conceptos: "Hablamos de excelencia internacional, pero olvidamos que la excelencia es el objetivo, no el punto de partida. Esto ni es el MIT ni es Finlandia y ahora mismo no tenemos ni capacidad ni medios".
En la Facultad de Económicas también aprietan las costuras. El decano, Eugenio José Luque, admite que la filosofía del plan Bolonia "se ha descafeinado un poco". Los grupos del grado de Económicas están constituidos por 105 estudiantes y en Administración y Dirección de Empresas por 95 a consecuencia de la incorporación de alumnos adaptados que representan prácticamente un tercio en cada titulación. "El problema es que al matricularse se hacía constar la coletilla de que estaban condicionados a las disposiciones del centro. Pero sucede que el periodo de matriculación es muy amplio. Los estudiantes comenzaron a acudir a clase y cuando llevaban ya tres semanas es cuando se pudo apreciar que se rebasaba la cifra tope. ¿Qué haces entonces, rechazar la matrícula? Hemos optado por no perjudicarlos". La consecuencia inmediata es que hay departamentos que están "por encima del 100% de su capacidad docente" y sin capacidad para mantener la metodología que profetizaba Bolonia.
Los alumnos que han abandonado el plan antiguo para entrar en el nuevo también son centenares en las ingenierías, aunque en estas titulaciones el colapso ha sido menor aún cuando se ha tenido que llevar al máximo la población de cada grupo. La Escuela de Telecomunicaciones tiene 260 alumnos nuevos en primero además de 148 adaptados, pero la oferta inicial de plazas tenía holgura suficiente para realojar a este colectivo evitando la masificación, según el director del centro, Antonio Notario. Tecnologías Industriales tiene otros 120 alumnos adaptados que se suman a los 258 nuevos, que han sido organizados en grupos grandes de 95 estudiantes y reducidos de 30.
En Informática también ha sido posible reubicar el centenar de estudiantes procedentes del plan antiguo. No obstante, el director de la escuela, José María Troya, se queja de la nula flexibilidad del "sistema de matriculación" que impide saltar de un grado a otro a pesar de que los tres títulos que imparte el centro comparten contenidos durante los dos primeros años. Esta rigidez burocrática ha hecho que se volatilicen parte de los 40 alumnos en lista de espera para ingresar en Ingeniería del Software.
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