Con la calle como mostrador

Una vendedora ambulante lleva casi 40 años dedicándose a la venta de chumbos en verano

Antonia muestra, cuchillo en mano, la técnica para quitar la piel a los chumbos.
Marta Jiménez / Málaga

07 de septiembre 2008 - 01:00

Para Antonia Sepúlveda la venta ambulante ha sido una constante a lo largo de toda su vida. Su madre comenzó vendiendo en las calles madroños, algo muy habitual en aquellos años, hasta que Antonia se hizo cargo de este peculiar negocio. De esto hace ya 38 años cuando decidió dedicarse a la venta de chumbos junto al mercado de la Merced.

Con la ayuda de su hijo Salvador, Antonia monta religiosamente cada mañana su particular mostrador; dos mesas de camping desmontables donde apoya las cajas con el género. Eso sí, tampoco pueden faltar dos cuchillos bien afilados con los que ofrecer al cliente la fruta lista para tomar.

Antonia considera que el trato personal es fundamental para mantener el negocio, amén de la calidad de la fruta que se ofrece. "Cada día vienen aquí clientes con sus hijas que desde siempre habían venido con sus madres. A pesar de los años y de otros vendedores de chumbos que ha habido en la Victoria o la Cruz Verde, han seguido viniendo aquí", explica Antonia.

Pero como todos los negocios, la venta ambulante también sufre sus propios ciclos y circunstancias. Y este año la crisis económica también ha llamado a la puerta del negocio de Antonia. "Aunque sigo vendiendo muchos kilos al día, las cantidades son mucho menores que otros años. Otros veranos he llegado a vender cuatro cajas (de unos 25 kilos cada una) y este año las ventas son de dos cajas y media, apenas tres" confiesa temerosa Antonia.

Otro aspecto que también está influyendo este verano en el negocio son las altas temperaturas que está sufriendo la provincia en los meses estivales. "Este año el calor ha hecho que cambien los plazos de las ventas. Las temperaturas han hecho que los chumbos maduren antes de tiempo, por lo que hay que venderlos antes que otros años" narra la vendedora.

Pero no todo en este negocio son alegrías. La recolecta del género es la parte más pesada del día a día de los chumberos. "Tenemos que traer del pueblo (ellos recolectan en Alozaina) una gran cantidad de fruta y es muy sacrificado después de toda la mañana de trabajo", explica esta comerciante ambulante.

Según los consejos médicos la ingesta masiva de esta fruta puede provocar desajustes en el tránsito intestinal. Este problema es uno de los habituales males que suceden en estos meses de verano. Tal y como cuenta Antonia hay gente que no deja de comprar a pesar de que los consejos médicos adviertan de que sientan mal. Según cuenta la vendedora están los dos casos; personas que se lo llevan porque les ayuda a ir al baño y otras que los compran al ser alimentos que actúan como astringentes estomacales.

Aunque al medio día los comercios que la rodean en la calle vayan echando sus cierres, Antonia mantiene su puesto hasta finalizar existencias. Como complemento a su venta, Antonia cultiva macetas en su casa que también vende a un módico precio. Todo para mantener vivo este negocio que ha sabido sobrevivir inquebrantable al paso del tiempo.

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