Una carrera contra los kilos

Unos 3.000 corredores participan en la IX edición de la San Silvestre organizada este año para sensibilizar contra la obesidad · La Delegación de Salud precisó que el 55% de la población está excedida de peso

Una carrera contra los kilos
Leonor García / Málaga

27 de diciembre 2010 - 01:00

Corredores profesionales, padres con sus hijos, amigos con ganas de reírse un rato, jóvenes con sus perros y algún discapacitado en su silla de ruedas. La carrera de San Silvestre es una sana y consolidada costumbre navideña que reúne cada año a miles de malagueños. En esta edición, la novena, a cerca de 3.000. Una cita para promover el ejercicio, la participación y la diversión saludable. A las 9:30 de la mañana, cuando la ciudad aún se desperezaba, calle Larios ya estaba llena de gente dispuesta a sumarse a esta competición -mitad deportiva, mitad lúdica- convocada este año bajo el lema Por la prevención de la obesidad.

Unos jóvenes atléticos pintados de azul llamaron pronto la atención. Iban disfrazados de avatar. Sorprendían por su color y su valentía. Con un bañador como único atuendo, resistían al frío de la mañana. Eran del Club de Atletismo Málaga y del Grupo de Triatlón de Alhaurín. Antonio García contaba que se había levantado muy temprano porque sólo para pintarse había tardado una hora. "Es una buena forma de terminar el año, divirtiéndote", comentaba. A él no le hacía falta sensibilizarse contra los kilos de más. Se veía que debajo de la pintura no había ni una pizca de grasa. También de Alhaurín de la Torre venían dos amigas disfrazadas de mariquitas, Carolina Morales y Milagros Cantareros. La piel de gallina de Carolina delataba que estaba deseando que empezara la carrera para entrar en calor.

Apenas unos minutos después de las 10:00, la delegada de Salud, María Antigua Escalera, dio el pistoletazo de salida. "Esto es una muestra de que no es incompatible el ejercicio con pasárselo bien", reflexionaba la delegada. La carrera, que la Administración sanitaria organiza desde 2002, siempre se celebra con un slogan para sensibilizar sobre un problema de salud pública. En esta ocasión, contra los kilos de más. Escalera recordó que el 54,7% de la población tiene obesidad o sobrepeso y que el 44,7% no hace ningún ejercicio. "Por eso hay que repetir estos mensajes de prevención, para que calen", apuntaba.

Al disparo de la delegada se vio quiénes eran los profesionales, quienes los abnegados que se esforzaban por hacer ejercicio y quienes los que venían de guasa. Los más deportistas salieron como una flecha. Detrás, quedaron los demás. Había disfraces muy diversos. De Ferrero Rocher, de galletas María, de presos, de negros, de Barbie en su caja, de Marta Domínguez detenida por la Guardia Civil... Por haber, había hasta de papamóvil. Esos venían de Rambla y Montalbán, dos pueblos de Córdoba. "Hay que echar un rato de cachondeo", decía Manuel Ruiz, disfrazado de Papa. Él, que es carpintero, había construido el papamóvil en dos días. A su alrededor iban seis amigos ataviados como si fueran sus guardias de seguridad. Ingenioso el disfraz, era; aunque a la hora de correr Manuel tenía que apañárselas para avanzar dentro de aquel artilugio echo con madera y las ruedas de una cama.

El humorista Manolo Sarriá fue guiando la ceremonia. Además de los casi 3.000 participantes, cientos de personas se acercaron al centro para disfrutar de una mañana soleada y reírse un rato con el ingenio de los disfraces. Media docena viandantes iban con las camisetas naranjas características de los funcionarios de la Junta que se oponen Decreto 5/2010 de reordenación del sector público andaluz. Repartieron panfletos contra "la corrupción, el despilfarro y el enchufismo". "Para que sepáis porqué perdemos un día festivo haciendo el tonto", explicaba uno de ellos. Cuando empezó la carrera, el grupo de funcionarios cabreados tomó la dirección contraria y se marchó de calle Larios. Un par de discapacitados se sumó a la competición con sus sillas de ruedas, algunos padres iban a la carrera detrás del cochecito de su hijo, otros los llevaban a hombros y los más mayorcitos iban de la mano. Todos corriendo por una buena buena causa: promover el ejercicio.

En menos de 13 minutos, ya había ganador. Álvaro Fernández, del Club Nerja, hizo en ese tiempo los casi cinco kilómetros del recorrido. Había cerca de 70 participantes de ese equipo. "Yo vengo porque es una fecha bonita para correr por el club", contaba mientras recuperaba el aliento. Los premios eran modestos. Oscilaban entre los 150 y los 50 euros. Aunque también se repartieron entre los participantes un viaje de cuatro días a Marrakech, cinco bicicletas y material deportivo. Durante más de una hora, el chorreo de corredores siguió llegando a la meta. Los trabajadores de los comercios que estaban abiertos salían a la calle más para disfrutar con el ingenio de los disfraces que para saber quién llegaba el primero.

Los menos profesionales fueron los que más tardaron. A algunos se les notaba que lo que les faltaba de estado físico les sobraba de voluntad. Como a ese joven que llegaba con la cara enrojecida por el esfuerzo y con su perro de la correa. El can también acusaba los efectos de la carrera: iba con la lengua fuera.

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