Las fichas siguen cayendo en la Diputación de Málaga, donde la destitución de Juan Carlos Maldonado como vicepresidente primero y la retirada de sus funciones en hasta tres áreas de gobierno ha provocado la salida de una decena de cargos de confianza que formaban parte de su equipo más estrecho en la institución provincial. Entre las bajas se encuentran al menos nueve directores de área y directores técnicos que en estos dos últimos años han trabajado junto al exdirigente de Ciudadanos, según confirmó ayer a este periódico una de las personas afectadas.

Se trata de cargos de confianza que fueron automáticamente destituidos en el mismo momento en que el presidente de la Diputación, Francisco Salado, cesó de sus responsabilidades de gobierno a Maldonado. Según las fuentes citadas, al menos han sido dos salidas en la delegación de Desarrollo Económico Sostenible, otras dos en el área de Empleo y Formación, dos más en Educación, Juventud y Deporte y tres en el área de la Vicepresidencia Primera.

Todas estas delegaciones pasaron a ser asumidas directamente por el Área de Presidencia, por lo que habría que esperar que las salidas fuesen sustituidas por nuevos cargos de confianza, más afines al Partido Popular. De momento, el único nombramiento que ha trascendido es el de Borja Vivas, que ejercerá como nuevo director del Área de Deportes de la institución provincial. Al exatleta malagueño podrían sumarse nuevos nombres en los próximos días.

Aunque los rumores de una crisis de gobierno entre el PP y Cs en la Diputación malagueña empezaron a sonar cuando Maldonado fue apartado de sus funciones en Sabor a Málaga, la marca promocional más importante de la institución, los cambios se precipitaron desde que el pasado 22 de diciembre el entonces vicepresidente anunció por sorpresa –vía Twitter– que abandonaba Ciudadanos, partido al que representaba en la Diputación y por el que concurrió a las elecciones municipales de 2019 como candidato a la Alcaldía de Mijas. Apuntó a un “pacto oscuro” entre la formación naranja y el PP –su socio– para boicotear su gestión de gobierno, algo de lo que el PP se desvinculó.

La confianza con Salado acabó de saltar por los aires cuando dijo de él que no era un presidente “a la altura de los malagueños” y acabó destituido el 3 de diciembre, una semana después de que su voto sirviera para aprobar los presupuestos.