Málaga

El desconocido mundo del ‘chemsex’ y su “aumento exponencial”

Distintas sustancias preparadas para su consumo.

Distintas sustancias preparadas para su consumo. / M. H.

Chemsex es una palabra británica que resume una práctica que va en aumento: la mezcla sexo (sex) con drogas (chemicals o chems, como sinónimo de estupefacientes) para incrementar la libido, la desinhibición y la resistencia. Aunque el término ya empieza a sonar, todavía es una realidad muy desconocida. En España comenzó en torno a 2018 y se extendió durante la pandemia. Ante la falta de vida social, algunas personas buscaban espacios de encuentro y quedaban en casas para estas prácticas.

“Y tras la pandemia, crece de forma exponencial” tanto en España como en Málaga, asegura el técnico en salud sexual de Apoyo Positivo, Juan Francisco Cabrera. A continuación insiste en dos mensajes: que no se debe estigmatizar a las personas que lo practican porque cada uno es libre de vivir su sexualidad como quiera y que éstas deben informarse previamente siempre para “reducir riesgos y daños”.

El informe Abordaje del fenómeno chemsex del Ministerio de Sanidad define esta práctica como “el uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un periodo largo de tiempo (que puede durar varias horas hasta varios días) entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres”. Añade que el chemsex “es un tipo particular de consumo de sustancias con fines sexuales vinculado a la cultura sexual gay”. El documento recoge que “es más prevalente en grandes ciudades como Barcelona y Madrid, y en destinos turísticos populares entre el público gay (Maspalomas, Torremolinos, Sitges...)”.

Las sustancias más frecuentemente asociadas al chemsex son GHB/GBL, mefedrona u otras catinonas, metanfetamina, poppers, cocaína, ketamina, éxtasis, Viagra... Su uso apunta a aumentar la libido y la desinhibición “con el objetivo de prácticas más duraderas y placenteras”, explica Cabrera.

En esas sesiones es habitual el consumo de varias drogas. Según recoge el documento del Ministerio, “el policonsumo de distintas sustancias con efectos contrapuestos permite que la sesión se prolongue en el tiempo, lo que puede favorecer la aparición de lesiones en mucosas por prácticas sexuales de larga duración y más lesivas que facilitan el contagio de ITS. Un episodio de chemsex puede durar entre cinco horas y varios días”. Puede practicarse en solitario, en pareja (estable u ocasional), en trío y, “con frecuencia”, en grupo.

El técnico de Apoyo Positivo opina que el chemsex “ya es un problema de salud pública” porque puede suponer riesgos de propagación de infecciones de transmisión sexual (ITS), ocasionar adicción, causar una sobredosis así como crear o agravar trastornos emocionales o de salud mental. Aunque deja claro que “no todos los que usan chemsex tienen problemas”; igual que beber no siempre es sinónimo de ser alcohólico. Pero insiste en que quien opte por estas prácticas debe informarse en “fuentes fiables” para evitar o minimizar riesgos.

Escaso uso del preservativo y múltiples contactos en una noche

La presidenta de la Sociedad Andaluza de Contracepción y especialista en ITS, María Jesús Alonso, apunta que estas prácticas suponen un reto de salud pública. Porque quienes participan en sesiones de chemsex hacen un escaso uso del preservativo, suelen incurrir en prácticas de riesgo y pueden tener “múltiples contactos en una noche”. Así que ante la detección de una infección de transmisión sexual en algún participante, el vínculo ocasional con los demás imposibilita el rastreo para cortar su expansión. “No puedes frenarla porque no tienen información de sus contactos”, explica Alonso. De modo que aunque se le administre tratamiento a la persona a la que se le diagnostica una infección de transmisión sexual, éste no puede ampliarse a las demás. La facultativa estima que el chemsex “no es la única causa del aumento de las ITS, pero tiene que ver”.

Desde hace varios años, diversos especialistas vienen advirtiendo del incremento de estas infecciones. Hace décadas, cuando el sida hacía estragos, el uso del preservativo era bastante generalizado. Pero desde hace tiempo la sexualidad se vive con mayor libertad, los avances farmacológicos contra el VIH han cronificado la enfermedad y ello ha derivado en una menor utilización del condón. “Se ha perdido el miedo a las ITS, que estaba vinculado al VIH”, dice Alonso. Respecto a las demás infecciones de transmisión sexual, “como se les pone tratamiento y se curan, les tienen poco miedo y lo banalizan un poco”. Pero acota: “No hay que banalizarlo”. Porque explica que hay personas que hacen resistencia a antibióticos de modo que el tratamiento se dificulta o que desarrollan complicaciones.

Hay otro elemento que propicia el incremento del chemsex: las aplicaciones de citas. Éstas facilitan múltiples contactos en poco tiempo y con desconocidos.

Cabrera recuerda que el uso de sustancias no sólo desinhibe a la hora de las relaciones sexuales. “También baja la percepción de riesgo y el umbral de dolor”, detalla. De ahí que insista en la importancia de que quienes realicen estas prácticas se informen sobre los riesgos y cómo minimizarlos. Como ejemplo pone que la administración intravenosa de las sustancias puede acarrear infecciones o la esnifada, daños nasales.

A modo de conclusión, Alonso da cuatro consejos para los usuarios de esta práctica: usar el preservativo, tomar la profilaxis del VIH (PrEP), hacerse chequeos periódicos de ITS y vacunarse de hepatitis A, B y C, viruela del mono y virus del papiloma humano.

Apoyo Positivo y su programa para minimizar riesgos

Apoyo Positivo es una ONG de carácter nacional con sedes en las principales ciudades españolas. Nació hace tres décadas para dar respuesta a los problemas sociales y de salud que planteaba el sida. “Pero la gente ya no muere de VIH, así que la organización ha ido transformándose”, explica Juan Francisco Cabrera, técnico de la institución. Ahora, entre otras cosas, se centra en la atención a la salud sexual y la diversidad. Entre sus múltiples actividades, cuenta con el programa Sexo, drogas y tú que comenzó su andadura en 2015 y que tiene como finalidad que personas que practiquen chemsex “sepan cuáles son los riesgos y cómo minimizarlos a todos los niveles”, explica Cabrera.

Apoyo Positivo tiene sede en Torremolinos, uno de los destinos gays de España. La ONG cuenta con un check point para cribados de diferentes infecciones de transmisión sexual (ITS) y otras patologías. Realiza test rápidos de VIH, sífilis, hepatitis A, B y C, así como PCR para clamidia y gonorrea. “Es gratuito y en un contexto seguro. Se respeta a las personas y está libre de paternalismos y de juicios de valor”, destaca el técnico de la ONG.

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