Chipperfield, arquitecto de la torre del puerto de Málaga: "Con los rascacielos parece que unos pocos se han enriquecido"
En una conferencia también señaló que "no puedes pedirle a la gente que se interese por la arquitectura y cuando lo hacen, no escuchar"
El Ayuntamiento de Málaga desconoce el proyecto de la torre del puerto de Chipperfield tres meses después de presentarlo
"Nos dijeron que la construcción de todos esos rascacielos iba a mejorar nuestra vida, pero no estoy seguro que de que la gente se haya beneficiado de ello, y si lo han hecho, ¿en qué sentido? Más bien, parece que unos pocos se hayan enriquecido mientras el resto, la gran mayoría, permanece ajena y extrañada ante estos cambios". La reflexión es de David Chipperfield, arquitecto encargado del último proyecto de la torre del puerto de Málaga y premio Pritzker de arquitectura, una suerte de Nobel del sector. Se refería, particularmente, al cambio en la ciudad de Londres y señalando que se ha vuelto más impersonal en las últimas tres décadas.
El británico participó hace unos días en el foro global Next In Summit, organizado por ACCIONA Living & Culture. En la misma refelexionó sobre urbanismo y la figura actual del arquitecto. También sobre cómo se ha "denostado" su profesión a ojos de la sociedad. "No puedes pedirle a la gente que se interese por la arquitectura y cuando lo hacen, no escuchar", dijo sobre la participación pública en los proyectos. Justamente la falta de participación pública es una de las demandas que se han venido haciendo sobre la torre del puerto.
"La gente nos percibe alejados de los problemas reales que padecen por culpa de malas planificaciones o gastos descomunales en edificios que en realidad no hacen falta. Esa desconfianza no ha hecho más que crecer con los proyectos mastodónticos, sobre todo realizados en Oriente Medio, donde incluso los métodos de construcción han generado polémica y en muchos casos, muertes que eran evitables", señaló el Pritzker.
El británico no apunta directamente a su proyecto en Málaga, si bien este ha estado cuestionado por su posible afectación al paisaje y ha generado en la ciudadanía un debate acerca no sólo de su sostenibilidad, también de si es oportuno levantar una torre de 144 metros en el Dique de Levante del puerto.
En su discurso también señaló que "como arquitectos, planificadores, constructores, urbanistas, promotores, somos responsables colectivamente de lo sucedido, incluyendo a los gobiernos". Además, indicó que los arquitectos "nos hemos distanciado de la realidad. El capitalismo nos pide más edificios, es decir, más productos de consumo". En la otra cara, destacó que la generación de arquitectos de la que aprendió "construía escuelas, hospitales y edificios de uso comunitario", "quizá deberíamos comprometernos de verdad con las comunidades para las que en realidad estamos diseñando".
Desde 2017, con la Fundación RIA que ha abierto en Galicia, trata de trabajar por la sostenibilidad y el urbanismo para los ciudadanos. Volvió a reconocer, por eso, la "hipocresía" de su trabajo, como hiciera recientemente en una entrevista. "Lo hago desde la hipocresía, ya que también acepto encargos comerciales. En la fundación sólo trabajamos con problemas comunes y reales, investigamos y sobre todo, lo que hacemos en concienciar a los ciudadanos de las consecuencias de nuestras decisiones sobre nuestro entorno".
Y defendió que "no se puede hacer nada sin hablar antes con la gente. Antes de hacer, es decir, de intervenir un lugar, hay que hablar, debatir, conocer, exponer... Pensar como colectivo. Y luego está la misión del gobiernos, que debe facilitar los trámites, reducir la burocracia, y ponérselo fácil a los inversores".
No hay que olvidar que para la torre del puerto el británico llegó a Málaga con tres meses para hacer un proyecto nuevo y en su presentación sólo mostró varias "líneas maestras", como su elevación a los 144 metros, el cambio en la forma y el basamento o su idea de ir más allá de la propia torre para urbanizar el Paseo de la Farola. Durante la exposición, tanto él como Jordi Ferrer, CEO de la promotora, llenaron sus discursos de sostenibilidad y subrayaron la importancia que tiene para ellos convertir un "espacio industrial" en uno para la ciudad. En el fondo, se puede entender el camino que han trazado para justificar el interés general de la torre una vez lleguen a Consejo de Ministros, donde es parte esencial para que decidan levantar el veto al uso hotelero en el Puerto.
"La visión de Chipperfield busca conectar el Dique de Levante al resto de espacios públicos de Málaga", señala la nota de prensa que porporcionaron ese día, "mediante una secuencia de jardines que acompañen al peatón a lo largo del dique". Llaman a este nuevo espacio, "bulevar marítimo" y aseguran que arranca en la playa de la Malagueta y el Muelle Uno y culmina en una "colección de jardines de carácter y atmósferas diferenciadas".
La propuesta es básicamente, la urbanización del espacio entre el dique y la Farola. Algo más de 900 metros que no estaban incluidos en el trámite de concurrencia al que se presentó Andalusian Hospitality II (como se llama la empresa que engloba a Hesperia y Al Alfia). Tampoco ha estado dentro de ninguno de los dos proyectos anteriores firmados por el arquitecto José Seguí. En uno de ellos la torre subía hasta los 132 metros y, en el segundo, se rebajó hasta los 116 metros.
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