Chipperfield vuelve a poner árboles junto a la torre del puerto de Málaga que tardarían 60 años en llegar a esa altura
Alcanzar ese tamaño les llevaría una década más allá de lo que permite la concesión, que se extiende medio siglo
Con todas las infografías de la torre del puerto de David Chipperfield, arquitecto estrella, públicas, algo queda claro: el inglés sigue apostando por incluir árboles que tardarían 60 años en alcanzar el tamaño que les dibuja. El equipo de la empresa promotora de la torre del puerto ha seguido insistiendo en la importancia del plano horizontal del proyecto, es decir, del paseo verde y las plazas que dicen que crearán entre la Farola y el hotel rascacielos. Y si el render (infografía) lo aguanta todo, que dicen los arquitectos, lo difícil es trasladar esas características al resultado final. Uno de los factores que más echará en falta Chipperfield es el tiempo: 60 años tardarían los pinos marítimos que dibuja en sus infografías en alcanzar ese porte y altura.
Enrique Salvo Tierra, profesor doctor del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA), el pasado mes de febrero ya explicó a este periódico que los más de 12 metros que se perciben en los pinos marítimos deben tener "tranquilamente 60 años de edad". Puntualizando, además, que no es posible trasplantarlos con ese porte y esa altura, sino que, como mucho puede hacerse cuando miden "dos o tres metros para que enraícen".
Este árbol, típico en California, más precisamente en la zona de Monterrey, según indicó el experto botánico, sí que "crece bien en zona de arenales y no le importa la intrusión marina que pueda haber de salinidad", por lo que sería una buena elección para estos espigones.
Sin embargo, hay otra característica de este punto de la ciudad por la que nunca lo recomendaría: los temporales de viento de Levante. "Aguanta bien las inclemencias del litoral, pero igual que las palmeras pueden crecer sin tener descompensaciones los pinos tienen un mantenimiento mucho más complicado", indicó.
No sería difícil que con el paso del tiempo, apuntó, acaben con un "efecto bandera", es decir, se doblen hacia el oeste (la derecha si el espectador mira hacia el mar desde la ciudad). Contando que no caigan al suelo directamente fruto de los vendavales, "ya lo vimos en Filomena, no tienen un soporte lo suficientemente rígido como para soportar todo el volumen hacia arriba". Por esto mismo necesitarían unos alcorques –el hoyo o espacio en el que se planta el árbol– "alto para que le sirva como basamento". De lo contrario auguró un final común, "árboles tumbados o que no crecerían tanto" como se ve en las proyecciones.
Para esa zona, el experto botánico aconsejó "árboles más pequeños", poniendo como ejemplo los metrosideros, "ya se pone en los manglares y es una vegetación de protección frente a la subida del mar y los vendavales, además, la floración aquí sería casi permanente".
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