Fugitivos suecos detenidos en Málaga

La cicatriz que delató a un secuestrador

  • El policía fuera de servicio que detuvo a dos hermanos suecos buscados por un rapto con tortura pensó: “Si se me escapan no los vuelvo a coger. No deben estar en la calle”

Momento de la detención de uno de los hermanos suecos

Momento de la detención de uno de los hermanos suecos / M. H.

David había dormido ese día solo un par de horas tras una complicada noche de trabajo. Suficientes para un buen fisonomista capaz de reconocer como policía cualquier rostro a distancia. Esta vez, los de Patrick y Johnson, dos peligrosos hermanos suecos que huían de la Justicia meses después de secuestrar, torturar y lesionar con una máquina perforadora a un compatriota para hacerse con sus claves bancarias. El investigador, destinado en el grupo III de Estupefacientes y Relaciones Internacionales de la Comisaría Provincial de Málaga, apuraba un café con su pareja en la estación de trenes María Zambrano cuando se vio sorprendido por los hermanos Bogere.

Necesitó solo “unos segundos”, según relataba ayer a este periódico, para sospechar que podían ser los fugitivos cuya orden europea de detención y entrega dictada por las autoridades de Suecia yacía sobre la mesa de su despacho desde hace unas semanas. “No le comenté nada a mi pareja y fui a pagar rápidamente. Ella sabía que pasaba algo porque se me había cambiado la cara al verlos y entonces me dijo que estaban bajando las escaleras”, recuerda. David, que desde 2012 ejerce como policía judicial, intuía que podían ser ellos. Pero debía cerciorarse.

Los hermanos, de origen africano pero con nacionalidad sueca, habían cambiado su aspecto físico. Uno de ellos, el más delgado, es un boxeador olímpico con varias victorias a sus espaldas. El otro había ganado unos kilos respecto a la fotografía que figuraba en la requisitoria policial.

Cuando se adentraron en un establecimiento, el policía avisó al personal de seguridad privada de Vialia y, de forma discreta, les advirtió que estaban cerca dos personas peligrosas reclamadas por las autoridades suecas. A renglón seguido, solicitó el apoyo de sus compañeros de Seguridad Ciudadana. “Vieron que estaba hablando y que los mirábamos. Comenzaron a separarse. De ahí la inmediatez de tener que actuar. No son delincuentes comunes y extreman las medidas de seguridad”, narra David.

"No son unos delincuentes comunes. Extreman las medidas de seguridad”

Una única idea se le pasaba por la cabeza: "No se me pueden escapar porque son muy peligrosos. Si se me escapan no los vuelvo a coger. Deben estar en la cárcel y a buen recaudo. A saber lo que pueden hacer estando libres”, apostilla.

La cicatriz que Johnson tiene marcada en el rostro sirvió al agente para despejar todas sus dudas. “Identifiqué al más grande y le vi la cicatriz que tenía en la cara. Es muy característica porque le atraviesa una mejilla entera. Si se hubieran separado no los habría cogido. Los dos eran fundamentales”, describe David, que entonces le pidió al vigilante de seguridad que interceptara al hermano, que hacía el amago de alejarse. Llegaban así refuerzos del personal de seguridad. “Entre dos le cortaron el paso y lo llevaron a donde yo tenía al otro hermano”, precisa.

Con la certeza absoluta de que eran los fugitivos a los que la Policía sueca buscaba, le pidió a los vigilantes que le colocaran los grilletes. Él sacó su arma personal, que solo usó a modo intimidatorio y como “medida de precaución”, además de para proporcionarles “seguridad a los compañeros”. “Es lo único que tenía a mi alcance”, admite.

Ese fue, reconoce, el momento de más tensión porque iban a ser detenidos. Pero la actuación policial, impecable, pilló por sorpresa a los hermanos y no opusieron resistencia. “Son criminales peligrosos, pero no tontos. Vieron que yo iba armado y no tuvieron más opción. Fue una intervención limpia”, cuenta orgulloso el investigador, que ensalza la colaboración de los vigilantes “que actuaron con firmeza”.

"Vieron que yo iba armado y no tuvieron más opción. Fue una intervención limpia”

Las pesquisas practicadas tras la detención permitió a la Policía conocer que Patrick y Johnson, que habían pertenecido una conocida banda motera de la ciudad de Goteborg, pretendían huir hacia Marruecos. El día en el que fueron arrestados llevaban varias maletas. En un registro de sus pertenencias descubrieron que uno de los hermanos tenía comprado un billete de avión con destino a París. Ambos se encuentran en prisión, a la espera de ser juzgados en Suecia por el secuestro que protagonizaron en febrero.

No es la primera vez que David actúa fuera de servicio. Antes lo había hecho en múltiples ocasiones, aunque ninguna actuación había tenido tanta repercusión como la detención de los hermanos Bogere. “Lo que yo hice lo habría hecho cualquier compañero. Somos policías 24 horas los 365 días del año”, remacha. El éxito de toda intervención, desvela, “es el factor sorpresa”, de manera que el delincuente nunca espere al policía. “Si ven que pueden escapar lo harán y si pueden hacerlo ocasionando daño también”, destaca.

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