"Hay muchos ciegos que aspiran a algo más que vender cupones"
Al frente de la ONCE crea todos los años 200 nuevos puestos de trabajo en la provincia, pero denuncia que las empresas están cerradas para las personas con discapacidad, según dice, por mero desconocimiento



Cristóbal Martínez (Úbeda, 1968) le ocultó a sus padres durante dos años que ya no veía los libros ante los que se sentaba para estudiar. Casado y padre de cuatro hijos, este licenciado en Psicología dirige la ONCE en Málaga desde 2004 y con un reto: diversificar las fuentes de ingresos de la organización que más prestaciones y empleo ofrece a las personas con discapacidad. La venta de cupones está en retroceso.
-Perdió la vista en plena adolescencia. ¿Cómo recuerda aquel trance?
-Yo nací con problemas en la vista. Mis padres me llevaron a todos sitios, hicieron muchos esfuerzos. Pero no se resolvió porque no tenía solución. En el colegio tenía que estar siempre en la primera fila y muchas veces ponerme justo enfrente de la pizarra porque no veía. Para mí estudiar suponía un esfuerzo. Con 12 años me operé de un ojo y lo perdí en la operación. Y era con el que más veía de los dos. Pero se lo escondí a todo el mundo.
-¿Por qué ocultó que no veía?
-Quería evitarle ese disgusto a mis padres porque desde ese momento ya no pude leer más. No se lo dije hasta dos o tres años después cuando empecé a tener problemas en el otro y ya les dije que perdía los dos. A los 16 años, los médicos dijeron que no tenía arreglo y que fuera pensando en entrar en la ONCE.
-Pero usted no se vino abajo.
-Desde el primer momento no me planteé las dificultades, sino las posibilidades. Ese mismo año me matriculé en el BUP y empecé con el braille. Recuerdo que me llevaba los apuntes calcados y luego en casa mis hermanos me los leían o los grababa. Al final de ese curso perdí el otro ojo y me quedé sin visión ninguna. Llamé a la ONCE, lo dije, y ya me enviaron un bastón, que escondí los primeros días. Seguí haciendo lo mismo que hacía y vi que no tenía grandes dificultades, pero me convencieron para irme a hacer un curso a Sabadell y entonces aprendí a desenvolverme. Me empezaron a gustar los estudios y le impuse a mi familia que estudiaría en Granada y que me iría solo. Me licencié en Psicología.
-Dirige la ONCE en Málaga desde 2004. ¿Cómo describiría la progresión?
-En Málaga hay 1.100 trabajadores y 2.700 afiliados en toda la provincia. Lo más importante de la ONCE es que enseña a una persona que pierde la vista a vivir de nuevo; a superar todas las limitaciones que tiene la vida diaria, en el transporte, la cocina, la higiene... También proporcionamos los soportes necesarios para la lectura, la escritura y la informática y reforzamos el sistema educativo con personal que apoya a los niños en los colegios (en Málaga hay 250 niños ciegos en los colegios y 26 en la Universidad) y tenemos un servicio de apoyo al empleo.
-¿Cómo está el acceso al empleo? ¿A las personas invidentes sólo les queda la ONCE?
-Muy complicado. Las empresas son muy reacias, no contratan a personas discapacitadas, hay que convencerles. Sí tenemos la experiencia positiva de que, cuando una empresa contrata a una persona con discapacidad, siempre repite. Porque tienen más afán de superación, trabajan más. La primera vez es la que más cuesta, es esa barrera psicológica que se levanta por la imagen.
-¿Cuáles son los sectores más receptivos, los yacimientos de empleo para los jóvenes que terminan ahora sus estudios?
-Administración, gestión, operador de telefonía y, sobre todo, la fisioterapia. Las personas ciegas tienen un plus de calidad reconocida en España y fuera de España en este campo, donde tenemos pleno empleo. La escuela de Fisioterapia de la ONCE en Madrid tiene un gran prestigio.
-Es decir, que se abren posibilidades más allá de la venta de cupones.
-A todas las personas que quieren trabajar les garantizamos un puesto de empleo con la venta de cupones. Eso está garantizado. Pero cada vez nos encontramos con más gente que tiene otras aspiraciones, que se han preparado para ser abogados, psicólogos, empresarios y no encuentran trabajo. Ahora mismo tenemos 55 personas en esa situación.
-¿Con qué presupuesto cuenta la ONCE en la provincia y cuáles son sus fuentes de ingresos?
-La ONCE tiene el fin de prestar servicios. En 1938 se nos ofreció una fuente de financiación que es la venta de cupones. Pero se trata de un mercado que está muy maduro. Ahora recaudamos unos 105 millones de euros al año con los cupones en Málaga.
-¿Qué porcentaje supone la venta de cupones en sus ingresos? ¿Tienen otras vías de financiación?
-El cien por cien. De esos 105 millones, el 50 por ciento está destinado a premios. El 30 por ciento restante a pagar los sueldos. Y el 20 por ciento que queda es para cubrir los gastos de servicios que presta la ONCE: centros especializados, colegios...
-Entonces si la recaudación disminuye puede minar los servicios que presta la ONCE.
-Desde hace cuatro años, la venta no crece ni siquiera el IPC. Pero el empleo se mantiene. La ONCE crea 4.000 empleos cada año. Es el mayor agente de creación de puestos de trabajo de España. En Málaga crea todos los años 200 nuevos empleos.
-Para ello han creado sus propias empresas.
-Para crear empleo y tener recursos alternativos, porque se sabe que el juego cada vez tiene menos influencia, la ONCE creó un grupo de empresas. En Málaga la más conocida es Alentis, que se dedica a limpieza, seguridad, vigilancia y empleo temporal. También tenemos la promotora Oncisa y Confortel Hoteles, en Fuengirola. Un 10 por ciento de la plantilla de estas empresas es discapacitada. Pero además la ONCE reforzó esto con la creación de la Fundación, cuyas empresas cuentan con un 70 por ciento del personal con alguna discapacidad, como las tiendas de regalos de los hospitales o Flisa, una lavandería industrial, con el 85 por ciento de los trabajadores con discapacidad sensorial, física o psíquica.
-¿Qué le pediría a las administraciones en Málaga?
-La sensibilidad la tienen, pero les falta hacer políticas de desarrollo de los compromisos que tienen hacia la discapacidad. Aportan propuestas, intentan contar con los colectivos, pero les falta dar el siguiente paso: llegar a la política realmente activa de apoyo a la discapacidad.
-Por ejemplo, en apoyo al empleo.
-En empleo hay un altísimo déficit de aportación de las administraciones. Son muy rígidas en su sistema de contratación, muy rígidas para recurrir a una agencia de colocación que tenemos, que forma y coloca a discapacitados y no recurren a ella nunca. Sí empiezan a actuar en eliminación de barreras porque parece lo más evidente, pero de ahí a llegar a hacer políticas concretas, nada.
-¿Cómo ha vivido la campaña electoral?
-Con interés, después de varios años que parecía que había mayor apatía. Con interés e intriga.
-Es la primera vez que se pudo votar en braille.
-Sí, ha sido la primera vez que hemos podido hacerlo. Votar de forma autónoma.
-Usted tiene un perro lazarillo ¿Cuáles son sus ventajas? ¿Tiene problemas en los transportes públicos o lugares de ocio?
-El perro responde a un perfil y a unas necesidades personales. Tiene grandes ventajas, pero hay una lista de espera de dos años. En general, lo puedes llevar a cualquier sitio porque la sociedad está muy sensibilizada, aunque alguna vez me he encontrado con la negativa de algún taxista.
-¿Cuáles son los principales problemas que se encuentra una persona ciega en esta ciudad?
-El tráfico, que a nosotros nos afecta mucho. Harían falta más semáforos sonoros. No todas las personas ven bien o pueden andar tan rápido para cruzar. Hay cruces que no están rectos y no sabes lo que te vas a encontrar al otro lado y los semáforos mal sincronizados que haces que te quedes en medio de la calzada.
-Hoy empieza la Semana Santa ¿Le gusta?
-Sí. La ONCE es hermana mayor de la cofradía de Ánimas y Ciegos. Es una actividad buena desde el punto de vista turístico y económico y la imagen que proyecta de la ciudad le aporta un gran valor.
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