La comida más casera se toma al lado de larios

El local no es muy amplio y se compone de un pequeño pasillo que deja el espacio justo para los que se sientan junto a la barra a tomar algo rápido y para las seis mesas que se destinan a los que van a comer. Asimismo, cuenta con cuatro mesas en la terraza para poder disfrutar de la comida al aire libre. Abierto desde las 7:00 hasta las 17:00 y de lunes a viernes, sirve desayunos y comidas a todos los que se acercan hasta aquí. Asimismo, cada día dispone de unos siete u ocho tipos de tapas distintas que acompañan las bebidas de los asiduos de este local. "Y gratis, sólo se cobra el 1,50 euros de la bebida", afirma García. "Somos uno de los pocos locales del centro que la ofrece sin cobrarla aparte", añade.

El menú del Oliver -tal y como reza la propia pizarra donde se escribe cada día- cuesta 8,50 euros e incluye primer plato, segundo plato, bebida y postre. Entre los primeros platos, "que siempre son de cuchara", suele haber cazuela de patatas, callos, sopa de picadillo, gazpacho, porra, puchero o "paella, que es nuestra especialidad y sólo la hacemos los martes y los jueves", indica García. De segundo: salmonetes con ensalada, filetes de cerdo con patatas, albóndigas o magro con tomate son los platos más habituales que se sirven. Tarta de chocolate casera, natillas, flan, arroz con leche y fruta de temporada es lo que se puede elegir como postre.

Del mismo modo, son muchas las tapas que se ofrecen para los que sólo se acercan a tomarse algo ligero y rápido. Albóndigas, ensaladilla de pulpo, boquerones en vinagre, magro con tomate o ensaladilla rusa suelen estar en el amplio mostrador que las exhibe. Bocadillos de jamón, queso o lomo son los habituales entre "los turistas extranjeros", afirma García. Asimismo, la fritura de pescado y los platos combinados son los preferidos entre los turistas nacionales, "que vienen buscando las especialidades de Málaga", añade.

Por otra parte, el nombre del restaurante no se lo puso su dueña actual -madre de José-, sino que mantuvo el nombre que su antiguo dueño le dio antes de traspasarlo. "Al parecer, el hijo se llama Oliver y de ahí el nombre del bar", explica García. "Y nosotros decidimos seguir manteniéndolo", concluye.