Málaga

Coronavirus en Málaga: El difícil cambio de rutina para los trastornos del espectro autista

  • Aunque tenían permiso para salir, muchos niños con autismo no lo han hecho por miedo al contagio y a la reacción de los demás 

  • Los berrinches y la frustración se han multiplicado con el encierro

Arturo realiza las tareas del colegio en casa.

Arturo realiza las tareas del colegio en casa.

Cuarenta días encerrados. Sin salir al colegio, ni al parque, ni a jugar con los amigos, ni siquiera a tirar la basura o comprar el pan. La mayoría de los niños volvieron del colegio el viernes 13 de marzo y aún continúan en sus domicilios sin pisar la puerta. Y si la medida del confinamiento está siendo complicada para todos, los menores con trastornos del espectro autista (TEA) lo llevan aún peor.

Para ellos la rutina es esencial y un cambio tan brusco y radical les está pasando factura. Y junto a ellos lo sufren las familias, que han de articular nuevas medidas para sobrellevar el día a día. Aunque se estableció una excepción para estos menores y podían salir a dar un paseo, muchos de ellos no han salido por miedo al contagio y temor a la incomprensión de los demás, traducida en increpaciones e insultos.

Ana María Fernández tiene dos hijos. Ángel, de 11 años, tiene trastorno del Espectro Autista. Iván, de 15, déficit de atención. “Desde que se cerró el colegio están metidos en casa”, apunta. Y subraya que quien lo pasa peor es Ángel. “Quiere salir al parque y le intento explicar que está cerrado, que los policías nos pueden regañar, que podemos salir un ratito pero solo a pasear y donde no haya gente, pero él se niega, se frustra, llora”, agrega esta madre.

Ana le ha explicado a su hijo que existe un bicho fuera que puede hacer enfermar y que tendría que estar aislado, pero para él no es fácil de asumir. “A veces lo entiende y otras se obceca”, explica.

"La rutina se le ha roto y eso le perjudica mucho, no quiere trabajar, que haga las tareas del cole supone una pelea constante"

Ángel trabaja en su escritorio. Ángel trabaja en su escritorio.

Ángel trabaja en su escritorio.

“La rutina se le ha roto y eso le perjudica mucho, no quiere trabajar, que haga las tareas del colegio supone una pelea constante, porque lo que quiere es estar con sus compañeros y con su seño, la casa la asocia al periodo de descanso, a otras cosas”, comenta y subraya que “ya se están subiendo por las paredes, la verdad, y no tenemos ni terraza para que nos de un poco el aire”.

Fernando tiene 8 años y trastorno del espectro autista. “Mi hijo tiene una serie de rutinas como todos estos niños y es muy callejero, está acostumbrado a salir, a ir al parque, al colegio y a sus terapias, así que este confinamiento es complicado”, explica su madre, Mara Velasco.

Y relata que “no sabíamos cómo hacerle entender que había un bicho, que no podía ir al colegio ni salir”. A esto se añade el nerviosismo que le provoca el cambio de tiempo y, principalmente, que se haya desmontado el esquema sobre el que articulaba toda su jornada.

"La frustración le hizo que empezara a dar golpes en los cristales, así que un día salimos a la calle pero con miedo"

“Entre que quiere volver a su rutina y no puede y que no tengo ni un balcón al que asomarse, la frustración le hizo empezar a dar golpes en los cristales, así que un día salimos a la calle pero con miedo“, comenta Mara.

Solo fue una salida. Le puso guantes y mascarilla y dieron una vuelta a la manzana de su casa, en el centro de Torre del Mar. “Nadie nos dijo nada, nadie nos increpó, pasó la Policía y tampoco nos dijo nada, yo llevaba una sudadera azul, pero solo estuvimos cinco minutos en la calle”, recuerda. Su hijo tiene hipersensibilidad a la textura y no aguanta bien la mascarilla. “Prefería estar en casa, pero a la vez se sintió feliz por salir”, considera esta madre. Ya la pasada semana le pidió ir al colegio.

Fernando observa la calle desde el balcón del domicilio de su padre. Fernando observa la calle desde el balcón del domicilio de su padre.

Fernando observa la calle desde el balcón del domicilio de su padre.

“Si a un niño sin ningún tipo de patología le da ansiedad esta situación a algunos de estos niños más aún, está siendo bastante difícil”, reitera Mara. También apunta que se han paralizado por el momento las terapias y que “aún teniendo ese salvoconducto me da miedo sacarlo, por el contagio o porque le de alguna crisis porque quiera hacer algo que no pueda”.

"Ya está empezando a ponerse nervioso e irritable, no quiere hacer las tareas, no presta atención, le cuesta seguir el ritmo"

Carmina es madre de un niño con TEA leve moderado de 7 años. “No hemos salido por ahora, tenemos un poco de miedo al contagio y, además, sabemos que hay familias a las que han increpado, hay gente que hasta tira huevos”, afirma y espera la llegada del 27 de abril para poder salir con su hijo sin ser juzgados.

“Ya está empezando a ponerse nervioso e irritable, no quiere hacer ejercicio, ni las tareas, no presta atención, le cuesta mucho seguir el ritmo”, destaca Carmina. También sus juegos han cambiado. “Coge siempre los mismos juguetes y se aísla dentro de una caja grande, eso no lo hacía antes, no sabemos si es por el cambio brusco de su rutina, por el encierro, no sabemos”, añade.

Ni al cole, ni al comedor, ni a natación, ni a terapia. “Todo se le ha cortado de golpe”, dice Carmina. Y apunta que ya lleva casi mes y medio en una nueva rutina, que es la de no salir, y teme que cuando sí se pueda recuperar la calle estén ahí nuevamente los berrinches. “Todo está siendo muy complejo”, concluye.

Para Inma García y su hijo Arturo estructurar la semana les ha ayudado bastante. También porque él sí continúa con terapias on line y con sus clases de piano y solfeo, cosa que agradece mucho. “La terapia en SIDI la ha hecho por Zoom, se conecta con su terapeuta, ella le va preguntando y lo pone a hacer actividades, también continúa con inlgés y con el conservatorio, que lo han hecho muy, muy bien. Hemos procurado mantener la rutina”, señala Inma.

"No entiende que no pueda tener libertad para hacer las mismas cosas que antes, para volver a la escuela, a su normalidad"

Por miedo al virus y a la reacción de los demás, no han salido a la calle y Arturo lo echa de menos. “Cuando le dije que tendríamos que usar guantes y mascarilla me puso cara de miedo, no entiende que no pueda tener libertad para hacer las mismas cosas que antes, para volver a la escuela, a su normalidad”, indica esta madre.

También señala que será un doble trabajo cambiar la rutina de nuevo cuando se empiece a salir el próximo lunes. “Está más irascible, con problemas de sueño, ha estado bastante peor, es verdad que les afecta mucho, pero estamos acostumbrados y lo hemos reconducido bien”, agrega Inma. Aunque está claro que para estas familias el confinamiento no les está siendo una tarea sencilla.

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