El crimen que estremeció La Luz
Mañana lunes se inicia el juicio contra el supuesto autor de la muerte de su ex pareja Estefanía y su hijo Aarón en septiembre de 2013
La Luz se estremeció, así como toda Málaga y el resto del país. Todos los asesinatos causan dolor y repulsa, pero es todavía más salvaje y deshumanizado cuando las víctimas son una madre y su hijo pequeño. Estefanía y Aarón, dos nombres que los malagueños no han olvidado desde que fueron encontrados muertos en septiembre de 2013 en el interior de su domicilio en la barriada de La Luz con signos de violencia y de los que incluso hay una placa en su memoria desde febrero de 2014 en la zona. El presunto culpable, Miguel Ángel G. G., ex pareja de Estefanía y padre del menor, fue detenido en el mismo día de los hechos, ha estado en prisión este tiempo y será juzgado a partir de mañana. La Fiscalía de Violencia contra la Mujer pide 51 años de cárcel y una indemnización a la familia. Dicen desde este departamento que el acusado es consciente del alcance de sus actos, que los reconoció ante la jueza y que presenta inestabilidad emocional e irritabilidad compulsiva.
Según el escrito de la fiscalía, el supuesto homicida empezó a salir con Estefanía en 2006 y su relación duró siete años. Fue tormentosa, con peleas y reconciliaciones y un hijo por medio: Aarón. Eran amigos del barrio y, por tanto, conocidos por todos. Miguel Ángel era un delincuente habitual, pues tenía numerosos antecedentes penales. Un juzgado de Málaga ya lo había condenado a ocho años y tres meses de prisión por robar y herir a dos prostitutas unos días antes de matar, supuestamente, a su ex pareja y su hijo. Se le aplicó la agravante de reincidencia y la atenuante de drogadicción.
22 de septiembre de 2013 por la noche. Dos meses antes el acusado y Estefanía, de 26 años, habían vuelto a romper. En ese periodo la amenazó varias veces de muerte. Hasta que, supuestamente, la mató. Esa noche de septiembre, el acusado fue a la casa, discutió con Estefanía, le clavó un cuchillo en el cuello y posteriormente la asfixió. El niño, de solo cinco años, lo vio todo y gritó. El supuesto infanticida fue a por él y le ahogó. Posteriormente, puso a ambos en la cama y se acostó con ellos.
El niño no acudió al colegio y Estefanía no respondía, por lo que Manuel Torres, el padre y abuelo de las víctimas, fue preocupado al domicilio por la mañana. No le abrían la puerta y decidió coger una escalera de pintor y entrar por la terraza, pues vivían en un primero. Al entrar, el horror. Vio a su hija y su nieto muertos en la cama y, en medio, al supuesto culpable. Se enzarzaron y Miguel Ángel G. G. huyó. Unas horas después le dieron el alto en un control rutinario de la Guardia Civil en Ciudad Jardín y policías locales, que iban en sentido opuesto, vieron la matrícula, comprobaron que era el vehículo que todos los agentes llevaban buscando todo el día y lo detuvieron. El acusado opuso resistencia e incluso hirió a un agente en una mano.
La barriada de La Luz se convirtió en un mar de lágrimas. Centenares de vecinos se unieron junto a la vivienda de las víctimas para exigir justicia y mostrar su pesar, colocando velas, peluches y todo tipo de mensajes cariñosos hacia Estefanía y Aarón. El sábado 5 de octubre más de un millar de personas se manifestaron por las calles del centro exigiendo la cadena perpetua a gritos de "asesino, asesino" o "no estaba loco, sabía lo que hacía". Los padres de Estefanía y sus hermanos, descompuestos y llorando, encabezaban la marcha y leyeron unas sentidas palabras en la plaza de la Constitución que, con la canción Que canten los niños de José Luis Perales, pusieron los vellos de punta a todos.
Jessica Torres, hermana de Estefanía, habló en el pleno del Ayuntamiento de Málaga el 28 de noviembre de 2013. El PP presentó una moción reclamando la cadena perpetua revisable, aunque finalmente reculó.
Hubo momentos de mucha tensión, incluso meses después del suceso. El 13 de febrero de 2014 el supuesto autor fue trasladado a la vivienda para reconstruir los hechos. La noticia corrió como la pólvora y, apenas unos minutos después, medio barrio estaba en la puerta. Se lo iban a comer y tuvo que salir fuertemente escoltado por la Policía Nacional. Lejos de acobardarse, Miguel Ángel G. G. se encaró con los vecinos y los insultó. Hubo personas que se subieron encima del coche policial para intentar agredirle. Cuatro días después, el 17 de febrero, inauguraron una placa que dice: "Estefani y Aarón. Siempre estaréis en nuestro barrio". Y en el recuerdo de toda la gente de bien.
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