Vámonos a hacer pascuas
La crisis tiene arreglo
Zapateros y costureras ven revitalizados sus negocios gracias a la reutilización de prendas antiguas La consigna actual de los clientes es "salir del paso"
El progreso, decía Unamuno, pasa por renovarse, pero la recesión está provocando que, como estrategia de ahorro, los malagueños se centren en aprovechar al máximo el fondo de armario y reutilizar hasta los trajes de comunión. Sin embargo, este freno en la cultura del usar y tirar está beneficiando a profesiones con siglos de tradición que hasta hace poco temían tener que colgar el cartel de se alquila. Ejemplo de ello son los zapateros y las costureras, a quienes les ha tocado demostrar que la crisis sí tiene arreglo.
Uno de los negocios con más solera que ha conseguido resistir sus efectos es el que regenta en Marbella Manuel Vera, que lleva dedicados casi 50 años de su vida a fabricar de manera artesanal calzado de piel a medida. Por cada pack de mocasines cobra 190 euros, pero también ofrece al cliente la posibilidad de personalizar su zapato con pieles de reptiles, de cocodrilo y hasta de avestruz, en cuyos casos el precio se incrementa.
Si bien la demanda de encargos de zapatos nuevos ha bajado, la cantidad de trabajo que Manuel tiene pendiente muestra lo contrario en lo que a reparaciones se refiere. "Se arreglan más artículos que antes. Hay poca liquidez, pero los clientes se esfuerzan, sobre todo si el material es bueno", explica el dueño, que sostiene que las mujeres "tienen más imaginación para ajustar el calzado a la moda".
Lo cierto es que los zapatos de escasa calidad, que cada vez con más frecuencia llegan a los talleres de arreglos, reflejan que los hábitos de consumo han cambiado. Así lo asegura otro profesional del sector, que considera que los comercios chinos "están haciendo mucho daño" al vender productos de bajo coste. "A los clientes les sale más caro reparar este tipo de calzado. Advertimos de que, a veces, no merece la pena, puesto que solo poner tapillas a un tacón cuesta 3,60 euros", reconoce Vera.
También Manoli Fernández se lamenta de que la ropa "tan barata esté tan mal hecha". La tendencia entre sus clientes, dice, es arreglar las prendas de hace varios años y aprovechar las que en su día valían más caras.
En el caso de Álvaro Casado, que trabaja entre suelas, colas y botas desde hace una década en la barriada de Cruz de Humilladero, el perfil de su clientela es distinto al de antes. "Ahora entra gente que nunca no lo había hecho. Antes se reparaban más zapatos para conservarlos, pero hoy en día el cliente que viene es porque tiene los pies delicados y debe arreglar su calzado en particular", señala el encargado del negocio, que sostiene que "quien tiene dinero para comprarse un zapato adquiere otro nuevo y no lo arregla". La misma opinión comparte Pablo Fidalgo, con el aval de 10 años de experiencia: "Los trabajos que se piden son los que sirven para salir del paso".
El cambio de temporada supone un balón de oxígeno para los zapateros. "Mayo es buen mes porque a mucha gente le gusta arreglar las prendas de invierno para guardarlas. Lo malo es la época en la que no llueve, ya que no nos piden antideslizantes ni tapas", indica Pablo.
Según ha constatado en los últimos tres años, los malagueños "intentan aprovechar más lo que tienen", sobre todo las mujeres, para las comuniones y otros eventos. "Una vez usados, tiñen los zapatos en azul y así se aprovechan para ir al colegio. Antes esto no se hacía tanto", recalca el zapatero, que comprueba cómo sus clientes más jóvenes "prefieren tener diez pares, aunque sean de mala calidad".
Pese a que muchos reparadores de calzado han logrado prosperar, otros creen que esta profesión es una artesanía en vías de extinción. Los argumentos esgrimidos suelen ser los mismos en la mayoría de los casos: competencia desleal y falta de recursos para enseñar el oficio. "Si no lo aprende nadie, desaparecerá. Habría que facilitar el aprendizaje no solo para la reparación de zapatos, sino también para fabricarlos", subraya Manuel Vera. Juan Lozano, otro zapatero, opina que el problema es que su profesión no gusta a los jóvenes: "Solo les interesa ganar dinero".
No hay comentarios